España

Mons. Aznárez Cobo: «La misión de los capellanes castrenses es ser pastor y padre»

El Arzobispo castrense de España destaca que los mandos y los miembros de los cuerpos militares “valoran muchísimo” la labor de los capellanes castrenses y destaca el derecho de los militares a una atención espiritual que se adecue a su peculiar manera de vivir.

Maria José Atienza·18 de julio de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Foto: Mons. Aznárez durante una Misa en el Libano ©Arzobispado Castrense España

En noviembre de 2023 se cumplen dos años desde que el Papa Francisco nombrara a Juan Antonio Aznárez Cobo arzobispo castrense de España. Este eibarrés de 61 años llevaba, por entonces 9 años como obispo auxiliar de Pamplona y Tudela. Su relación con el mundo castrense se había reducido, hasta entonces, a su experiencia en el Servicio Obligatorio Militar y a ciertas celebraciones.

Llegó al Arzobispado castrense en plena pandemia y tras el fallecimiento, inesperado, de su antecesor, Mons. Juan del Río debido al coronavirus. En estos dos años ha podido conocer y querer el mundo castrense, la labor pastoral de pocos, pero entregados sacerdotes y sobre todo “el ejemplo de los laicos y laicas católicos en sus unidades y entre sus compañeros”.

Van a cumplirse dos años desde que llegó a este Arzobispado castrense, ¿cómo los ha vivido?

–El objetivo principal cuando llegas a una diócesis, a cualquiera, es conocer a los curas, el equipo de vicarios, etc. En mi caso, además ir visitando las distintas unidades, academias, centros de formación para la tropa

El clero no es muy numeroso en el arzobispado castrense español, son 82 sacerdotes (conmigo 83). Hay además algunos sacerdotes jubilados que colaboran en la pastoral o sacerdotes que, sin pertenecer realmente al arzobispado castrense, echan una mano y nos ayudan.

He podido conocer a los sacerdotes también gracias a los encuentros que, anualmente, hacemos en Málaga para el clero castrense. Mis primeros pasos han sido los mismos que cuando llegas a una parroquia: escuchar y ver. Todo ello para hacer una idea global de cómo están las cosas, las necesidades de las personas y conocer los modos de hacer la labor.

¿Qué ha encontrado?

­–Una diócesis peculiar, una labor pastoral preciosa. Todo admite mejoras, empezando por uno mismo (ríe). Pero es una realidad muy bonita que sirve al personal que trabaja en los diferentes cuerpos del ejército, la Armada, Guardia Civil y Policía nacional. Lo hacemos con las limitaciones correspondientes porque tenemos el clero que tenemos.

Personalmente, me he sentido acogido, tanto por el clero como por los mandos y los soldados y policías con los que he entrado en contacto. Son personas muy agradecidas, trabajadoras, muy respetuosas y, en muchos casos, creyentes.

Tenemos una demanda grande para los sacramentos de Iniciación Cristiana, especialmente para el sacramento de la Confirmación, pero también un número, aún pequeño pero creciente de bautismos, etc.

Hombres y mujeres que no están bautizados y quieren entrar en la Iglesia, atraídos por el ejemplo de compañeros, de familiares o porque, en el caso de bautizados no confirmados, aquello que había sembrado en su corazón fructifica, y ven la conveniencia de ser fortalecidos por el sacramento de la Confirmación.

Tarea hay muchísima. Se trabaja muy bien en general, veo sacerdotes entregados. Pero no sólo ellos, es muy importante el ejemplo y la labor de los católicos que viven en estos ambientes. Desde el chico o chica que entra en un Centro de Formación para la Tropa hasta el JEMAD.

Hay quien dice que, en un estado aconfesional, el Arzobispado castrense es una figura “del pasado”

–Para nada. La peculiaridad de la vida de estas personas es lo que justifica la existencia del Arzobispado castrense. Hablamos de personas que, en muchos casos, tienen una gran movilidad. Y una peculiaridad de vida, de servicio, de todo lo que entraña la vida militar. Un ejemplo claro son las misiones de paz en el extranjero.

Estas personas tienen todo el derecho a estar acompañados y asistidos espiritualmente. Estamos para servir y, hoy por hoy, la mayoría de ellos aprecia y valora este servicio de la Iglesia.

El arzobispado castrense esta presente en algunas diócesis territoriales. ¿Cómo se vive la relación con los obispos diocesanos?

–¡Muy buena! Plena comunión y plena colaboración. Es una relación, en el caso de los obispos y yo, fraternal. Una de las características de nuestros diocesanos es que gozan de una doble jurisdicción: se pueden acoger a la jurisdicción militar o de la diócesis en la que se encuentran o sea que, para ellos, ¡son todo ventajas!

Por poner un ejemplo, en la festividad del Pilar, patrona de la Guardia Civil, hay cientos de celebraciones y en los diferentes lugares suele ir el obispo diocesano. La misión es una para todos: llevar a Cristo

En el caso de los sacerdotes es similar. Los capellanes castrenses cuando están destinados en los diversos puntos se presentan al obispo diocesano correspondiente y se ponen, también, a su servicio. De hecho, en no pocas ocasiones desempeñan la misión estrictamente castrense y, si pueden echar una mano, lo hacen. Además, se cultiva el trato con los otros sacerdotes del entorno para evitar el peligro del aislamiento porque, al estar tan repartidos, no ser muchos y las distancias son grandes puede darse.

Son varios los jóvenes que se forman para el sacerdocio en el Seminario Castrense. ¿Cómo ve este seminario?

–Es pequeño pero vivo. Evidentemente, digo lo­ que diría cualquier obispo: “Queremos más vocaciones y se las pedimos al Señor”.

Hay que tener en cuenta que las vías de acceso al arzobispado castrense son dos, hoy por hoy, el seminario castrense no sería suficiente para proveer a todas las necesidades. Además de los sacerdotes que se ordenan dentro del ordinariato castrense, se suman también los sacerdotes que se sienten llamados por el Señor a prestar servicio en este ámbito y, una vez hablado con su obispo y con el permiso de su ordinario, ingresan temporalmente. Se trata de un servicio dentro del arzobispado castrense de 8 años, renovable. No se incardinan en el Arzobispado Castrense de España, ellos siguen dependiendo del obispo de su diócesis.

«Nuestros diocesanos es que gozan de una doble jurisdicción: se pueden acoger a la jurisdicción militar o de la diócesis en la que se encuentran o sea que, para ellos, ¡son todo ventajas!»

Mons. Juan Antonio AznarezArzobispo castrense de España

Hemos hablado del trabajo “en tierra”, pero otro capítulo son las misiones o momentos de separación grande como las travesías de buque escuela. En estas circunstancias, ¿cuál es la misión de los “pater”?

–En tierra, o fuera de casa, la misión de los capellanes es ser pastor y padre. Entre las propias misiones hay diferencias. Algunas son más arriesgadas, se está lejos de la familia…, a veces hay un riesgo real de ser herido o incluso de perder la vida, en algún accidente o un ataque. Todo eso es un baño de realidad. Afloran las grandes preguntas -y las dudas- ante realidades como que mañana puedes no regresar. Esto ayuda muchas veces a repensar la vida, y a encontrarse con el Señor.

Que haya una persona de confianza, que no va a contar nada a la que puedes acudir para desahogarte, la posibilidad de recurrir al sacramento de la Confesión, la Eucaristía…, todo tiene un valor muy grande para estas personas.

Muchas veces, además, los capellanes hacen “de puente” entre los mandos y los soldados ayudando a resolver problemas o dificultades personales o de grupo. Esto, por ejemplo, es muy apreciado por los mandos. En estos casos, siempre, es muy importante que el capellán esté disponible.

¿Qué retos de futuro dibuja para el Arzobispado castrense?

–La prioridad es la conversión personal. Eso siempre. Y, después, procesos: Evangelizar. El cristiano no viene de Marte ni surge como las amapolas. Requiere de uno cuidado y una dedicación: Cuidar a las familias, los matrimonios…

Es muy importante el empeño en la formación, mas aún en este momento en el que muchas veces tenemos una fe superficial. Necesitamos cristianos con raíces, arraigados en Cristo.

Por eso, creo que es importante este proceso sinodal. ¿Qué es la sinodalidad? La sinodalidad es la Iglesia, -la eckklesia-, los llamados por el Señor. Es importante superar la idea de un catolicismo intimista -sólo Dios y yo-. Claro, que ha de ser Dios y yo, pero Dios y yo con los hermanos. Haciéndonos las espaldas unos a otros, como decía santa Teresa de Jesús.

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