Su nombre es José Adalberto Jiménez Mendoza O.F.M. y está celebrando su 54 cumpleaños (23/6/1969, San Plácido, Portoviejo, Manabí) justo los días en los que nos vemos en persona con él en plena Amazonía ecuatoriana. Concretamente le encontramos en la sede del Vicariato Apostólico de Aguarico, situado en la localidad de Puerto Francisco de Orellana también conocida como “El Coca” (Orellana, Región de Oriente).
Aunque su formación académica es Filosofía y Teología, también ha hecho estudios superiores en España, en Madrid el Magister en Terapia Familiar y de Pareja para Profesionales de la salud de la Universidad Complutense y Especialista en Terapia Humanista, centrada en la Persona por el Instituto Laureano Cuesta; y en Salamanca estudios sobre Discernimiento Vocacional y Acompañamiento Espiritual y asegura agradecer mucho toda esta formación pues le ha dado una profundidad profesional desde la espiritualidad a su vocación natural de escuchar a las personas.
Desde 2017 es el Obispo Vicario Apostólico de Aguarico, cantón donde se encuentra la Reserva Natural Cuyabeno y el Parque Nacional Yasuní. Pertenece a la familia Franciscana a través de la Congregación de Padres Capuchinos y este año 2023 ha sido nombrado presidente para Ecuador de la REPAM (Red Eclesial Panamazónica). Y es que la Amazonía le ha conmovido y transformado interiormente.
Se define como humilde sucesor en el cargo de Monseñor Alejandro Labaka, el obispo capuchino español (Beizama, Guipúzoa) que dedicó 25 años de su vida a estudiar a los indígenas Waoranis o Huaoranis (una de las catorce nacionalidades indígenas de Ecuador) y que junto a la religiosa colombiana Inés Arango, fueron sometidos al martirio al morir brutalmente asesinados acribillados por lanzas el 21 de julio de 1987.
¿Cómo fue llegar a la Amazonia Ecuatoriana y qué proceso interno vivió de “conversión ecológica”?
–Si bien en estos momentos se me conoce como “el Obispo de la Amazonía”, soy ante todo un misionero capuchino. Durante mi formación religiosa, con 18 años tuve la oportunidad de descubrir la Amazonía durante un año en mi época de postulante. Este periodo me marcó enormemente y despertó en mí una sensibilidad especial por esta región.
Y aunque mis estudios y otras misiones que se me encomendaron no me permitieron retomar el contacto con la misión capuchina en la Amazonía, en mi interior permaneció latente este espíritu misionero que, finalmente se ha concretado con mi nombramiento de Obispo de la Provincia Francisco de Orellana.
Yo le había pedido al Señor que me enviara como misionero a otra región del mundo y al ser nombrado Obispo fui enviado a esta Iglesia que es misionera en todos los sentidos. Creo que era el lugar donde el Señor me esperaba para que yo viviera mi vocación de discípulo misionero, como Pastor de esta Iglesia en la Amazonia.
En mi larga experiencia apostólica no puedo dejar de mencionar la importancia que ha tenido para mí la vida del mártir capuchino Mons. Alejandro Labaka: su historia y su compromiso fueron una fuente de inspiración que no tardaron en despertar en mí una profunda inquietud sobre cómo responder al legado de Mons. Alejandro desde el Vicariato Apostólico. La duda que me asaltó fue que, si bien amo la idea de llegar a ser plenamente un Obispo misionero, no conocía profundamente toda la región y su realidad. A veces me abruman las múltiples necesidades y realidades tan numerosas y variadas. Pero ya me he puesto en camino visitando con frecuencia el territorio y las comunidades, lo que me ha permitido estar más cerca de la gente en sus luchas, tristezas y alegrías.
A mi llegada a la Amazonía me integré inmediatamente al trabajo preparatorio del Sínodo para la Amazonía,en el que participaban Obispos de la Amazonia, laicos comprometidos, y diversas organizaciones como Cáritas y REPAM. Este trabajo preparatorio fue inmenso y me permitió conocer de manera concreta la realidad de esta región que comparte los mismos problemas a lo largo de los nueve países que formamos parte de la cuenca amazónica.
Este fue sin duda el despertar profundo de mi opción por la defensa de la vida en la Amazonía. Sentía que, como pastor de la Iglesia de Aguarico, junto con todos los agentes de pastoral, la evangelización sólo sería posible si somos capaces de involucrarnos en la defensa de la Casa Común, nuestra selva amazónica, tal y como lo pide el Papa Francisco. Sentía la llamada a una pastoral de conjunto que como eje transversal tuviese presente a las personas concretas como su principal objetivo, hasta llevarlas con Cristo a velar por el cuidado de la creación en esta selva amazónica sagrada.
En nuestro vicariato los tres principales problemas ecológicos que afrontamos son:
1.-La explotación petrolera irresponsable que ha producido más de mil derrames de crudo en estos últimos 10 años.
2.- La deforestación depredadora que destruye cada día cientos de hectáreas, sin plantearse la reforestación.
3.- La minería ilegal sin respeto de las más básicas normas ecológicas que ha envenenado los ríos con metales pesados como: mercurio, cadmio y cianuro.
El proceso de opción ecológica es para mí un legado que me transmitió el Papa Francisco, quien cuando me recibió en el Vaticano en mi presentación como nuevo Obispo me dijo: “Cuida la selva y a su gente”. En realidad, aún me falta dar pasos hacia la “conversión ecológica”, pero estoy en camino junto a los misioneros de mi Vicariato.
Para aquellos que nos lean y no lo recuerden, relátenos cómo fue el martirio que vivieron a manos de los indígenas Monseñor Alejandro Labaka y Sor Inés Arango y qué supone este testimonio para su Vicariato y toda la Iglesia de América y del mundo
–Justamente para quien no lo recuerde, Monseñor Alejandro Labaka, nacido en Guipúzcoa (España) abandonó China expulsado en el año de 1953 por Mao Tse-Tung y pidió venir de misionero al Vicariato de Aguarico. Entonces era fraile y sacerdote. Vino a Ecuador y una vez que conoció la Amazonía se enamoró de la selva y de sus pueblos, sobre todo de los más vulnerables que entonces eran los Waoranis. Lo adoptaron en una familia. Aún vive su padre adoptivo llamado Inigua. Cuando más adelante fue nombrado Obispo quiso estar rodeado, no solo se sus agentes de pastoral, misioneros, blancos y mestizos, sino que puso a su lado a la familia Waorani, como un signo claro de cuáles eran sus preferencias: los grupos humanos más vulnerables de la selva.
Otra gran misionera fue la hermana Inés Arango, Religiosa Terciara de la Sagrada Familia. Se conocieron en la misión. Ella traía un gran fuego misionero en su corazón para estar cerca de las minorías y concretamente de los pueblos no contactados (sin contacto con la sociedad dominante y/o que habiendo tenido algo de contacto han optado por vivir en aislamiento).
En 1987 viendo que las operaciones extractivas petrolíferas iban a poner en peligro la vida de los pueblos aún sin contacto, estos dos grandes misioneros, con el fin de salvar a estos pueblos de la reducción y de la muerte, se ofrecieron y decidieron bajar al bohío donde se encontraban los Tagaeri-Taromenani. Los hermanos y hermanas de comunidad de estos dos misioneros les decían que no fueran, que era muy peligroso, pero ellos entraron dejándoles esta frase que perdura en el tiempo como un legado espiritual para los nuevos misioneros: “Si no vamos nosotros, los matan a ellos”.
Recomiendo a nuestros lectores estos dos videos para conocer mejor a Alejandro e Inés y el contexto del que hablamos:
- Accediendo a VIMEO se puede ver con este link el documental completo de Carlos Andrés Vera «Taromenani, el exterminio de los pueblo ocultos» de 2007 y Premio del público festival “One World”, Berlín : https://vimeo.com/35717321
Hoy estos dos misioneros, Inés y Alejandro, han sido declarados “Siervos de Dios”. Son la guía de nuestro caminar para la Iglesia de la Amazonía en Ecuador y en estos 36 años seguimos su impulso misionero. Estamos a la espera de un milagro para continuar su camino hacia la santidad. Sus cuerpos descansan en la catedral de El Coca y allí son visitados por muchas personas que llegan a las tumbas de estos mártires de la caridad al servicio de la fe.
En su honor, desde hace 17 años, los misioneros del Vicariato, conjuntamente con los hermanos capuchinos y las hermanas Terciarias capuchinas, organizamos una caminata de más de 300 km y dirigidos por los Hermanos Franciscanos recorremos desde el Santuario de la Virgen de la Nube (Azogues, Cañar) hasta El Coca. En esa caminata se invita a la conversión personal, pastoral, espiritual y ecológica.
Nuestro deseo es que Alejandro e Inés nos sigan acompañando e impulsando la misión de Cristo y susciten desde el Cielo nuevas vocaciones para la vida Sacerdotal, Religiosa y Laical. Les pedimos que nos ayuden a ser la Iglesia misionera y sinodal que nuestro hermano mayor, Jesucristo, el misionero del Padre, espera de nosotros.
¿Cuál es la actual situación de su Vicariato y cómo es, en cuanto a extensión, riqueza natural y población?
–El Vicariato de Aguarico está situado en la provincia de Orellana, en la Amazónica Región de Oriente de Ecuador y se extiende por unos 22.000 Km2. El río que atraviesa toda la provincia es el Río Napo que, unido al río Aguarico, es uno de los principales afluentes del Río Amazonas. Aquí se encuentra el Parque Nacional Yasuní, uno de los lugares de mayor diversidad del mundo, en el que habitan pueblos en aislamiento voluntario como los Tagaeri y Taromenani.
El 55,95% de la población habita en el área urbana mientras el restante 44,05% se localiza de forma dispersa en las zonas rurales. Los habitantes son 86.493. Indígenas el 80%, mestizos 17%., tribus en estado aislado y no contactados el 3%. Los grupos indígenas existentes en la zona eran Kichwas, Sionas, Secoyas, Cofanes, Tetetes y Waoranis.
El Vicariato de Aguarico pone a disposición de la comunidad los siguientes centros de servicios:
Sector del servicio | Descripción | Cantidad | Ubicación |
Educación | Unidad educativa Fiscomsional Padre Miguel Gamboa | 1 | El Coca |
Internado para señoritas estudiantes indígenas | 1 | UE Gamboa – Coca | |
Comedor estudiantil – Estudiantes comunidades lejanas | 1 | UE Gamboa – Coca | |
Unidad educativa Fiscomsional PCEI Yachana Inti (Matriz Coca) | 1 | El Coca | |
Unidad educativa Fiscomsional PCEI Yachana Inti: 23 centros tutoriales ubicados en cantones | 4 | Frco Orellana 13 Aguarico 4; joya de los Sachas; Loreto:3 | |
Unidad educativa Fiscomsional Monseñor Luis Alberto Luna Tobar | 1 | Dayuma – El Triunfo | |
Salud y pastoral social | Hospital Fiscomsional Franklin Tello | 1 | Nuevo Rocafuerte |
Casa Albergue de Acogida a enfermos | 1 | Quito | |
Casa de acogida a la Huaorani | 1 | El Coca | |
Oficina técnica de la Pastoral social | 1 | El Coca | |
Monasterio Nuestra Señora Guadalupe | 1 | El Coca | |
Formación pastoral y espiritualidad | Centro de espiritualidad Alejandro e Inés | 1 | Comunidad Tiputini |
Centros de formación pastoral – Casas de cursos | 4 | El Coca; Joya de los Sachas; Nuevo Rocafuerte; Pompeya | |
Ambiente e incidencia | Laboratorio Ambiental LABSU | 1 | El Coca |
Fundación Alejandro Labaka | 1 | El Coca | |
TOTAL | 21 | Considerando los 4 cantones donde Yachana Inti tiene centros tutoriales | |
La tabla que sigue nos va a mostrar la cantidad de Comunidades (caseríos, centros pastorales) que atienden los misioneros, y también un dato estimado de católicos y no católicos. Esto nos ofrece el número aproximado de habitantes que pertenecen a las comunidades o centros pastorales donde se desarrolla la labor misionera, evangelizadora, social y ambiental.
ZONAS PASTORALES | COMUNIDADES EXISTENTES | NÚMERO DE CATÓLICOS | NÚMERO DE NO CATÓLICOS | TOTAL HABITANTES |
Nuevo Rocafuerte | 29 | 5.300 | 160 | 5.460 |
Pompeya | 23 | 5.431 | 40 | 5.471 |
Coca indígena | 73 | 17.571 | 288 | 17.859 |
Coca urbana | 16 | 65.843 | 18.000 | 83.843 |
Yuca – Zorros | 24 | 7.000 | 740 | 7.740 |
v. Aucas N | 26 | 4.400 | 760 | 5.160 |
v. Aucas S | 69 | 2.445 | 475 | 2.920 |
Sachas | 87 | 35.244 | 7.210 | 42.454 |
TOTAL | 347 | 143.234 | 27.673 | 170.907 |
A continuación, os cuento, por zonas pastorales, los lugares atendidos, las capillas, catequistas y animadores existentes. Esta información en realidad va a marcar el pulso de la pastoral a partir de la catequesis, como una de las actividades pastorales significativas del vicariato.
ZONAS PASTORALES | LUGARES ATENDIDOS | CAPILLAS CATÓLICAS | CAPILLAS NO CATÓLICAS | CATEQUISTAS | ANIMADORES |
Nuevo Rocafuerte | 2 | 4 | 6 | 40 | 4 |
Pompeya | 23 | 1 | 1 | 29 | |
Coca indígena | 71 | 6 | 6 | 105 | 95 |
Coca urbana | 18 | 15 | 17 | 182 | 15 |
Yuca – Zorros | 3 | 20 | 5 | 68 | 18 |
v. Aucas N | 3 | 20 | 5 | 68 | 18 |
v. Aucas S | 26 | 18 | 9 | 40 | 15 |
Sachas | 18 | 14 | 6 | 68 | 17 |
Rocafuerte | 88 | 86 | 16 | 300 | 50 |
Vivir en la amazonia ha significado para mí, abrirme a la variedad de culturas, así he conocido y he compartido con las nacionalidades indígenas Kichwas, Shuar, Secoyas, Waoranis y Cofanes. Vivo con admiración cómo, en esta creación de Dios, habitan en armonía todos estos pueblos con su identidad cultural y su lenguaje propio.
Además de su propio idioma, la mayoría han aprendido también el español y en el compartir con los misioneros podemos ver la unidad la alegría y la belleza de este “Pentescostés Vivo” que nos concede el Espíritu.
Entre indígenas y mestizos contamos con alrededor de mil catequistas. Uno de los ejes transversales de nuestra evangelización tiene como objetivo Promover el cuidado de la “Casa Común”, de esta creación maravillosa que Dios nos ha regalado.
Me siento muy contento con los misioneros, hombres y mujeres entregándose con “parresia” a la misión, viviendo así el cuarto sueño que el Papa Francisco nos regla en la exhortación “Querida Amazonía” “Sueño con comunidades eclesiales repletas de vida” (QA 61-69).
Y me complace de manera especial el que algunos indígenas jóvenes de las diferentes nacionalidades van comprometiéndose con los valores del evangelio desde su propia lengua y sin perder su tradición cultural.
Muchísima riqueza natural y humana, sin duda, pero también sabemos que la Amazonía no es sencilla, ¿cuáles son los principales retos y desafíos que vivís actualmente?
–La región amazónica ecuatoriana ocupa aproximadamente la mitad del territorio nacional donde habita un reducido número de pobladores indígenas y campesinos, lo que hace de ella una región compleja aquejada para una situación particular porque los sucesivos gobiernos han visto en este territorio aparentemente despoblado un área de explotación minera, vegetal, pero al mismo tiempo un territorio a colonizar.
En los años 50 comienza en nuestro país la explotación petrolera, de manera que se incentiva también el asentamiento de obreros, quienes sin darse cuenta van invadiendo los territorios de los pueblos aborígenes.
Estos pueblos son víctimas del auge petrolero que transforma sus tierras ancestrales en una simple fuente de recursos a explotar.
En el Sínodo para la Amazonía de 2019 se pusieron en evidencia los graves atropellos sufridos por estos pueblos que encuentran en los gobiernos de turno una total indiferencia ante la injusticia de que son víctimas a nombre de un supuesto desarrollo del cual ellos no participan, pues, a cambio de la riqueza explotada, ellos han cosechado pobreza, falta de acceso a la educación y a la salud, más aún cuando la extracción de la riqueza de la Amazonía ha provocado la aparición de enfermedades catastróficas relacionadas a la explotación minera y petrolera, tales como cáncer de piel y de estómago, así como malformaciones congénitas.
Se da la gran contradicción de que, en este espacio nacional que genera la mayor riqueza de nuestro país no se cuenta con centros educativos ni centros de salud que puedan responder a las urgentes necesidades de sus pobladores.
Como iglesia evangelizadora que anuncia la buena nueva a todos los pueblos nos hemos visto enfrentados también al desafío profético de denunciar con valentía estos atropellos, invitando a las autoridades de gobiernos locales y nacionales a una toma de conciencia ecológica y social.
¿Qué es lo que ha supuesto para usted y su Vicariato apostólico la celebración del Sinodo para la Amazonía, el documento final y la Exhortación apostólica “Querida Amazonia”?
–En el contexto que he explicado antes el Sínodo para la Amazonía ha sido para nuestra iglesia una fortaleza, pues les ha trazado líneas apostólicas de lucha para la conversión integral y ecológica.
El Sínodo para la Amazonía es la aplicación práctica de la encíclica Laudato si’ del Papa Francisco, encíclica que es una invitación urgente a toda la humanidad a salvar nuestro planeta. Su aplicación concreta en nuestra región es lo que se denomina Sínodo de la Amazonía, y que el Papa lo concretizó a través de la exhortación apostólica “Querida Amazonía” donde nos anima a seguir trabajando por las personas en concreto luchando por sus derechos. Así nos lo dice en el primer sueño: “la Iglesia al lado de los que sufren”. (QA 9-14).Para mí en mi calidad de pastor de la iglesia, la realidad concreta del Vicariato y la Amazonía ha supuesto una opción fundamental por la defensa de este territorio, defensa traducida en constantes denuncias de la contaminación de grandes empresas que laboran en la extracción de los recursos del suelo, igualmente después del Sínodo para la Amazonía hemos reforzado la integración a las celebraciones litúrgicas de la población de los pueblos indígenas, a fin de permitirles a través de la valoración de sus expresiones culturales propias, integradas a la liturgia, ser más visibles ante la sociedad ecuatoriana.
En lo social el vicariato acompaña varias denuncias ante tribunales internacionales exigiendo la remediación ambiental de los ríos y territorios contaminados. Y brindamos igualmente nuestro respaldo a líderes indígenas que están siendo perseguidos y amenazados por su lucha en defensa de su territorio.
En lo cultural hemos desarrollados foros, festivales, conferencias interculturales con la participación de diferentes actores sociales, a fin de que estos espacios de intercambio nos permitan seguir encarnando el sueño del Papa Francisco de preservar la riqueza de lo que hoy es el más importante pulmón de la humanidad “donde brilla de modos tan diversos la belleza humana”. (QA, 7)
Como pastor estoy empeñado en que se cumpla el cuarto sueño, el “Sueño Eclesial” del Papa Francisco en “Querida Amazonía”, que es una llamada a toda nuestra iglesia sea una realidad presente, “Sueño con comunidades cristianas capaces de entregarse y de encarnarse en la Amazonia, hasta el punto de regalar a la Iglesia nuevos rostros con rasgos amazónicos”. (QA 61-110)
Por si todo esto fuera poco, es además el presidente de REPAM en Ecuador. ¿Qué supone esta responsabilidad?
–Esta responsabilidad de estar frente a una red es un llamado a la lucha fraterna donde nos escuchamos mutuamente, nos esforzamos en conjunto compartiendo tristezas, alegrías, esperanzas y el sueño de salvar nuestra selva, donde se albergan los hijos de Dios que esperan atentos su mensaje salvador.
REPAM-Red Eclesial Panamazónica, ha supuesto para mi adoptar la teología del cuidado y de la solidaridad, pues todo cristiano en la Amazonía debe hacer un compromiso evangélico de cuidar cada una de las fuentes de vida para preservar los pueblos que se nutren de estas fuentes: agua, aire, fauna, vegetación, cultura.
Nuestra lucha conjunta y solidaria se traduce en nuestro lema “SÍ A LA VIDA Y NO A LA MUERTE EN LA AMAZONÍA”. Ser parte de REPAM es para mí una opción personal y pastoral que se traduce en: pasar del Cristo del sagrario al Cristo que sufre en cada indígena amazónico, desposeído y empobrecido. Traducir las ceremonias y celebraciones en una aplicación concreta del evangelio en la persona del sufriente, del débil y del perseguido, porque la palabra solo tiene sentido cuando se hace vida y nos transforma.
La REPAM impulsa una iglesia “con rostro amazónico” diversa en la que se refleja la variedad de los pueblos viviendo en unidad y comunión, donde -como dice el Documento Final del del Sínodo para la Amazonia– “Todo está interligado”.
El trabajo que llevamos a cabo en la REPAM cuenta con cuatro ejes que responden a los 4 sueños del Papa Francisco.
Estos ejes son:
- Derechos humanos – sueño social
- Formación – sueño cultural
- Comunicación – sueño eclesial
- Cuidado de la naturaleza – sueño Ecológico
Un proyecto concreto de REPAM Ecuador que se lleva adelante con la participación de los 6 vicariatos amazónicos, es la reforestación de la Amazonía a través de la siembra y el cuidado de un millón de árboles en los próximos 3 años.
Además, nos hemos fortalecido al articularnos con grupos como Caritas Ecuador, Movimiento Laudato si`o el Movimiento ecuménico Iglesias y Minería, entre otros, que están a favor de la vida a nivel nacional y hemos sumado fuerzas para denunciar los atropellos y no permitir que queden invisibles los daños a los pueblos y territorios.
Hemos podido participar con usted en una liturgia amazónica. ¿Cómo están inculturando aquí los sacramentos?¿Qué diferencias habría con un rito clásico?¿Qué opina de la propuesta de creación del Rito Amazónico que impulsa la CEAMA y del cual hablamos con Mauricio López, aquí en OMNES?
–En las ciudades más grandes de la Amazonía los ritos tradicionales de la iglesia son respetados en las celebraciones eucarísticas y sacramentales. Sin embargo, en las comunidades indígenas es importante que ciertos símbolos culturales que conectan con su espiritualidad, como son la música y la danza, permitan a estas poblaciones manifestar sus sentimientos y encontrar puentes de comunicación con el Dios de la Vida, de quien paulatinamente van recibiendo su mensaje salvador, en la propia cultura.
En las celebraciones litúrgicas, tanto de la palabra como de la Eucaristía, respetamos y acogemos la liturgia que ofrece la Iglesia Universal y es dentro de la misma donde hemos acogido manifestaciones culturales de los pueblos que enriquecen y llenan de vida y sentido la celebración indígena.
Por ejemplo, en la celebración eucarística, después de pedir perdón a Dios, hay un perdón humano externo que consiste en acercarse al otro (padres, compadres, padrinos, hermanos, hijos) y pedirle perdón. El que recibe las palabras le hace una “kamachina” es decir, le aconseja para que cambie lo malo en bueno.
Se camina hacia una Universidad de la Amazonia como deseaba Dom Cláudio Hummes, primer presidente de la REPAM, ¿cómo reciben los jóvenes de su Vicariato la reciente creación del PUAM-Programa Universitario Amazónico?
–Todo proyecto de educación es una esperanza para los pueblos amazónicos y yo vivo con optimismo la concreción de este proyecto que permitirá brindar oportunidades a los jóvenes que hasta hoy sólo tenían acceso a una educación secundaria. El contar con un centro de educación superior insertado en medio de un territorio, con una realidad concreta, permitirá a los jóvenes beneficiarios, no sólo adquirir la formación académica sino una formación que fortalezca la toma de conciencia de los recursos de su territorio, creando nuevos líderes que defiendan la Amazonía, una de las eco regiones más importantes del mundo.
Felicito y agradezco a la Pontificia Universidad Católica del Ecuador – PUCE y a la Conferencia Eclesial de la Amazonía por haber creado el PUAM-Programa Universitario Amazónico.
Por el momento, alrededor de 20 jóvenes Huaoranis estén siendo beneficiados en este proyecto y son acompañados para que puedan concretar sus metas. El acompañamiento de comunidades religiosas es vital para su formación.
Nosotros esperamos que en el futuro estos profesionales sean quienes tomen la posta, y a su vez, ser profesores de las futuras generaciones en sus propias lenguas, lo que hasta el momento no ha sido posible en otras universidades.