El Papa Francisco recibió en audiencia a los miembros de la Asociación internacional de periodistas acreditados ante la Santa Sede el lunes 22 de enero en la Sala Clementina.
Un encuentro en el que el Papa agradeció a los periodistas “mis compañeros de viaje” como les llamó, su trabajo informativo sobre la actividad de la Santa Sede y les pidió perdón por “las veces que las noticias que me conciernen de diversas maneras os han alejado de vuestras familias, de jugar con vuestros hijos y del tiempo para pasar con sus maridos o esposas”.
El Papa animó a los periodistas a volver a las raíces de una vocación, la de periodistas que “elige tocar personalmente las heridas de la sociedad y del mundo. Es una vocación que surge a una edad temprana y que te lleva a comprender, arrojar luz y contar”.
El Papa cita un libro de un redactor de Omnes
El Papa Francisco citó, en este discurso, unas palabras tomadas del prólogo escrito por el vaticanista emérito Luigi Accattoli a un libro de Giovanni Tridente, redactor de Omnes en Roma, titulado Convertirse en vaticanista. La información religiosa en los tiempos de la web.
La cita se refería, expresamente al trabajo del informador de la Santa Sede que define como “un trabajo rápido hasta lo despiadado, doblemente incómodo cuando se aplica a un tema elevado como la Iglesia, que los medios comerciales llevan inevitablemente a su nivel […] de mercado». «En tantos años de vaticanismo -añadió- he aprendido el arte de buscar y narrar historias de vida, que es una forma de amar a la humanidad […]. He aprendido la humildad. He encontrado a muchos hombres de Dios que me han ayudado a creer y a seguir siendo humano. Por tanto, sólo puedo animar a quienes quieran aventurarse en esta especialización periodística».
El Papa se basó en este libro para recordar que el vaticanista “tendrá que resistir a la vocación nativa de la comunicación de masas de manipular la imagen de la Iglesia, tanto y más que cualquier otra imagen de la humanidad asociada. En efecto, los medios de comunicación tienden a deformar la actualidad religiosa. La deforman tanto con el registro alto o ideológico como con el registro bajo o espectacular. El efecto global es una doble deformación de la imagen de la Iglesia: el primer registro tiende a forzarla bajo una apariencia política, el segundo tiende a relegarla a noticias ligeras”.
Sin endulzar pero sin crear ruido
El Papa no ocultó su agradecimiento por “la delicadeza que tan a menudo tenéis al hablar de los escándalos en la Iglesia: algunas y muchas veces he visto en vosotros una gran delicadeza, un respeto, un silencio casi, digo, «avergonzado»” y también destacó el trabajo por huir de la superficialidad de los estereotipos que realizan muchos profesionales de la información sobre la Santa Sede.
“La belleza de vuestro trabajo en torno a Pedro es la de fundarlo sobre la sólida roca de la responsabilidad en la verdad”, resumió el Papa para terminar su discurso.
“No ocultar la realidad y sus miserias, en no endulzar las tensiones pero al mismo tiempo no hacer ruido innecesario” concluyó el Papa que les animó, primeramente a comunicar con su testimonio y, como en cada audiencia, se acogió a sus oraciones.
Tras el discurso del Santo Padre, los periodistas presentes pudieron saludar al Papa que se paró especialmente con algunos de ellos, conocidos del pontífice tras años siguiendo sus viajes y actos.