El 16 de enero, el Papa Francisco recibió en el Vaticano a representantes de la Confederación de Cofradías de las Diócesis de Italia. Esta organización se fundó en el año jubilar 2000 y se proyecta hacia el año 2025, cuando se celebrará el próximo Jubileo.
En Italia cuenta actualmente con unas tres mil doscientas realidades (hay otras tantas cofradías en el país que no están inscritas en esta asociación) y dos millones de miembros.
Historia de las Hermandades
La experiencia de las Cofradías tiene una historia muy antigua, que comenzó hacia el siglo VIII con la participación en pie de igualdad de consagrados y laicos.
Mucho antes de que se establecieran las primeras órdenes religiosas, muchas Cofradías ya practicaban obras de caridad y misericordia, y trabajaban para aumentar el culto público y la piedad popular.
En el siglo XIV se produjo un nuevo desarrollo con la creación de las Compañías del Cuerpo de Cristo y de la Misericordia, y más tarde las de la Caridad y del Divino Amor, que fundaron hospitales y albergues para los necesitados. En esta época, prácticamente todas las órdenes religiosas crearon Cofradías.
En el siglo XVI se produjo una evolución con la aparición de las archicofradías; formaban parte de una red de cofradías, realizaban más obras pías y diversas obligaciones, gozando de mayores indulgencias.
En siglos posteriores, cuando se desarrolló el fenómeno de las misiones, las Hermandades se desarrollaron en nuevos países, donde representaban obras de evangelización.
Durante la época napoleónica, casi todas las cofradías fueron suprimidas y sus bienes confiscados. Sólo las que tenían un carácter puramente religioso lograron sobrevivir.
En Italia, en el siglo XIX, las cofradías que tenían una finalidad caritativa se distinguían de las que tenían una finalidad de culto; las cofradías que hacían obras de caridad quedaban bajo el control de la autoridad estatal.
Una ley de 1890 confiscó todos los bienes generadores de riqueza de todas las cofradías con fines de culto, dejando sólo los oratorios y las iglesias, y suprimió las oficinas de caridad y la congregación de caridad.
Como ya se ha mencionado, en el año 2000 se produjo una reforma deseada por el Papa Juan Pablo II, que estableció la Confederación de Cofradías de las Diócesis de Italia. Esta realidad de la Iglesia tuvo así un reconocimiento oficial con el nuevo siglo, amparado por la autoridad eclesiástica.
En Europa, las cofradías se desarrollan con cifras significativas no sólo en Italia sino en otros países, con un volumen global de 27 mil cofradías y más de 6 millones de adherentes. La presencia más impresionante está en España (13 mil con más de tres millones de afiliados).
Las palabras del Papa Francisco
En su encuentro dedicado a esta realidad de la Iglesia, el Papa tomó como referencia el Concilio Vaticano II sobre el tema de la presencia de los laicos en la Iglesia «llamados por Dios a contribuir, casi desde dentro a modo de levadura, a la santificación del mundo».
«En el contexto de la nueva evangelización -dijo el Papa-, la piedad popular constituye una poderosa fuerza de anuncio, que tiene mucho que dar a los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Os animo a cultivar con empeño creativo y dinámico vuestra vida asociativa y vuestra presencia caritativa, que se fundan en el don del Bautismo e implican un camino de crecimiento bajo la guía del Espíritu Santo. Dejaos animar por el Espíritu y caminad».
La invitación del Papa a las cofradías fue articular su camino en torno a tres líneas fundamentales: evangelio , eclesialidad y espíritu misionero.
Esta indicación significa: caminar tras las huellas de Cristo cultivando diariamente la escucha de la Palabra de Dios, leyendo cada día aunque sea un pequeño trozo del Evangelio, y la centralidad de Cristo en la propia vida en una intensa vida de oración personal y litúrgica; caminar juntos a través de momentos comunitarios de diálogo fraterno, formación, discernimiento y deliberación y un contacto vivo con la Iglesia local; caminar anunciando el Evangelio, dando testimonio de la propia fe y cuidando de los hermanos, especialmente de las nuevas pobrezas de nuestro tiempo.
Al final de su discurso, el Papa Francisco se dirigió con afectuosas palabras a los representantes de las cofradías, renovándoles su invitación «a ser misioneros del amor y de la ternura, misioneros de la misericordia de Dios, que siempre nos perdona, siempre nos espera y tanto nos ama».