En 1774 habitaba en Nueva York la familia Charlton. Aquella casa episcopaliana en la que no se pasaban penurias económicas sufrió un duro golpe en 1777: la madre falleció durante un parto, seguida poco después de la muerte de una de las menores de la familia.
Esos acontecimientos los vivió con apenas tres años Elizabeth Ann Bailey Charlton. El padre de la niña volvió a casarse con otra mujer de fuertes convicciones cristianas, quien enseñó desde pequeña a Elizabeth a cuidar de los más vulnerables.
La estabilidad no duró mucho tiempo en casa de los Charlton y el matrimonio se separó después de tener cinco hijos. El padre se marchó a Inglaterra y la madrastra se negó a acoger a Elizabeth. Junto a su hermana, la joven se marchó a vivir con su tío y durante esta época dejó plasmadas en un diario sus fuertes inquietudes espirituales.
Matrimonio y nacimiento de sus hijos
Estando en casa de sus tíos, Elizabeth conoció a William Magee Seton. A los diecinueve años se casó con él en una boda celebrada por el primer obispo episcopaliano de Nueva York. Juntos tuvieron cinco hijos y, en un principio, vivieron cómodamente. Sin embargo, la empresa de su marido se arruinó al cabo de los años y decidieron emprender un viaje a Italia en busca de nuevas oportunidades.
El traslado acabó con la vida de William, quien contrajo tuberculosis durante el trayecto. Viuda sin llegar a los treinta y con cinco hijos a su cargo, Elizabeth buscó ayuda en el hogar del socio de su marido, Felipe Felicchi.
Conversión al catolicismo
La casa italiana de Felicchi y su esposa era profundamente católica. Acogieron a los Seton y allí Elizabeth se acercó al catolicismo. De hecho, cuando volvió a Nueva York pidió recibir el Bautismo, tras pasar horas orando ante el Santísimo Sacramento en una parroquia de la ciudad.
La conversión de Elizabeth Seton fue un paso valiente que le pasó factura. Como medio para subsistir había abierto una escuela en Nueva York. Sin embargo, al darse a conocer que había abrazado la fe católica, muchos amigos y familiares le dieron la espalda. Los padres de sus alumnas sacaron poco a poco a las niñas de la escuela y Seton se vio en una situación límite.
Mientras intentaba encontrar una solución, conoció a un sacerdote francés que le ofreció un puesto en Baltimore como fundadora de una escuela católica para chicas. Elizabeth aceptó el puesto y se trasladó junto a sus hijas.
Última etapa de su vida
Un año después de llegar a la nueva ciudad, en 1809, Seton emitió votos privados y fundó la comunidad religiosa de las Hermanas de la Caridad de San José, dedicada a la educación de chicas sin recursos.
A la muerte de Elizabeth Seton, el 4 de enero de 1821, quienes la conocieron decían que había sido siempre una mujer muy agradable, con mucha devoción a la Virgen María y a la Eucaristía. A pesar de las dificultades que encontró, batió distintos récords en Estados Unidos: primera santa y fundadora de la primera congregación estadounidense de religiosas. Sus méritos no solo la han elevado a los altares, también le han ganado un puesto en el “Salón Nacional de la Fama de Mujeres” en Nueva York.