Mientras escribo estas líneas, Joe Biden es proclamado vencedor de las elecciones norteamericanas, una victoria que le convierte en el 46º presidente de los Estados Unidos y en el segundo católico en ocupar el cargo, tras John F. Kennedy.
Una tormenta perfecta
Las elecciones, definidas por los analistas como “una tormenta perfecta”, se desarrollaron en medio de la pandemia de la COVID-19, con una participación muy alta y un electorado fuertemente dividido entre el apoyo a los partidos demócrata y republicano.
Los dos candidatos, conscientes de que no tenían la victoria asegurada y de que “cada voto cuenta”, volvieron la mirada a un grupo electoral que va cobrando peso en la sociedad norteamericana y emplearon sus mejores estrategias para atraer el voto católico.
Como afirmaba The New York Times en un artículo publicado el 26 de septiembre, “los partidarios de Joseph Biden destacan su fe y valores católicos mientras que el presidente Trump, con su nominación a la Corte Suprema, opera en el terreno de la guerra cultural que él prefiere”.
La oposición de Trump, presbiteriano, a las leyes de reproducción asistida y al aborto le han ganado el apoyo de parte de este electorado. Joe Biden, por su parte, no tiene inconveniente en declararse católico practicante y en señalar cómo la fe le ha ayudado a superar los momentos más difíciles de su vida. Su posición sobre el aborto es, sin embargo, ambigua.
Una minoría creciente
En Estados Unidos hay cerca de 70 millones de católicos. Son una minoría creciente, en parte gracias a la presencia de los latinos, que conforman ya el 40% de esta confesión religiosa. En los últimos años, la mayoría de los católicos “blancos”, en especial del Northeast y del Midwest, se ha inclinado por los republicanos y los católicos hispanos, por los demócratas. Sin embargo, “los electores católicos motivados por la fe se consideran pendulares porque las enseñanzas de la Iglesia en una gran variedad de temas sociales y económicos no coincide de manera clara únicamente con los partidos republicano o demócrata”, sostiene el NYT.
La conferencia episcopal norteamericana reconocía en un comunicado emitido el 9 de noviembre la victoria de Joe Biden. Firmado por su presidente, el arzobispo de Los Ángeles José Gómez, recordaba que “los católicos tienen el deber especial de ser pacificadores, promover la fraternidad y la confianza mutua y orar por un espíritu renovado de verdadero patriotismo«. Habrá que esperar a las encuestas para saber hacia qué lado se ha inclinado en esta ocasión la balanza de esta minoría indecisa. En cualquier caso, es interesante comprobar que el voto católico cuenta.