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13 misioneros asesinados en 2024, según informe del Vaticano

13 misioneros y agentes pastorales católicos fueron asesinados en África, América y Europa, destacando el sacrificio de quienes sirven en contextos de violencia e injusticia.

Javier García Herrería·30 de diciembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
misioneros asesinados

Funeral del Padre Marcelo Pérez en México, el 22 de octubre de 2024. @OSV News photo/Gabriela Sanabria, Reuters

La Agencia de noticias Fides, vinculada al Vaticano, ha presentado su informe anual sobre los misioneros y agentes pastorales asesinados en todo el mundo. Este año, 13 católicos han perdido la vida de forma violenta, incluidos ocho sacerdotes y cinco laicos, principalmente en África y América, los continentes más afectados.

Las cifras de otros informes, tanto de instituciones católicas como seculares, coinciden en apuntar revelan que, en la última década, más de 3.500 cristianos pierden la vida cada año a causa de su fe. Lo que posiblemente es una de las tragedias que más pase desapercibida.

Las cifras de las últimas décadas

Desde el año 2000 hasta 2024, 608 misioneros y agentes pastorales han sido asesinados, según datos de Fides. En 2024, África lidera esta trágica estadística con seis víctimas, América registra cinco asesinatos y Europa, dos. Las historias de sus vidas reflejan dedicación a Cristo y a los demás, muchas veces en medio de entornos marcados por conflictos, desigualdad y peligro.

Según la información recopilada por la Agencia Fides, durante la década de 1980-1989, 115 misioneros murieron de forma violenta, aunque esta cifra es probablemente inferior a la real, al basarse únicamente en casos confirmados. En el período 1990-2000, la cifra aumentó drásticamente a 604, en parte debido al genocidio de Ruanda, que dejó al menos 248 víctimas entre el personal eclesiástico. En 1994, se registraron 274 agentes pastorales asesinados, sumando las 248 víctimas en Ruanda (incluidos 3 obispos, 103 sacerdotes y 112 religiosos) y 26 en otros países. Entre 2001 y 2022, el número total de agentes pastorales asesinados llegó a 544.

África: una región marcada por la inseguridad

En África, se registraron seis asesinatos de agentes pastorales. En Burkina Faso, François Kabore fue asesinado por un grupo yihadista mientras dirigía una reunión de oración, y el catequista Edouard Zoetyenga Yougbare murió en circunstancias brutales tras ser secuestrado.

En Camerún, el padre Christophe Komla Badjougou fue víctima de un atraco en Yaundé, mientras que en la República Democrática del Congo, Edmond Bahati Monja, periodista de Radio María, perdió la vida por su labor investigativa. Sudáfrica vivió el asesinato de dos sacerdotes: William Banda, muerto en la catedral de Tzaneen, y Paul Tatu, tiroteado en Pretoria.

América: asesinatos en contextos de desigualdad y represión

En América, cinco agentes pastorales fueron asesinados. En Colombia, Don Ramón Arturo Montejo murió durante un atraco. En Honduras, Juan Antonio López, reconocido defensor de la justicia social, fue asesinado tras denunciar vínculos entre autoridades locales y el crimen organizado. En Ecuador, el padre Fabián Arcos Sevilla fue encontrado sin vida días después de su desaparición.

En México, el padre Marcelo Pérez Pérez fue acribillado en San Cristóbal de las Casas, y en Brasil, Steve Maguerith Chaves do Nascimento fue asesinado a tiros cuando se dirigía a misa, un crimen que conmocionó a su comunidad.

Europa: un escenario menos habitual, pero no exento de violencia

Aunque menos frecuente, Europa también registró dos asesinatos en 2024. En España, el fraile franciscano Juan Antonio Llorente murió tras un brutal ataque en su monasterio, y en Polonia, el padre Lech Lachowicz falleció tras ser asaltado en su rectoría. Estos casos resaltan que la violencia puede alcanzar incluso los entornos aparentemente más seguros.

Estos misioneros, aunque no buscaban notoriedad, se han convertido en testigos del amor cristiano en medio de situaciones extremas. El Papa Francisco, durante el Ángelus del 22 de septiembre, recordó su legado: “Estoy cerca de quienes ven pisoteados sus derechos fundamentales y de quienes trabajan por el bien común”. Sus vidas, entregadas a la fe y al servicio, son semillas que germinan y dan fruto, mostrando cómo el sacrificio de estos hombres y mujeres sigue transformando corazones y comunidades en todo el mundo.

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