En el mes de marzo de 2020, el mundo contemplaba estupefacto la tragedia que el COVID-19 iba dejando a su paso por Italia. Hospitales sin camas disponibles para los enfermos, una estructura sanitaria al borde del colapso, muertos que se contaban por miles y un gobierno rebasado por las consecuencias económicas provocadas por un virus del cual no se conoce bien su origen y mucho menos las repercusiones planetarias que tendría.
Muchos países, entre ellos Estados Unidos (EE. UU.), creyeron que un drama similar al italiano no ocurriría en sus confines, y en caso de presentarse, sería como una simple gripe, controlable en unas semanas. Calcularon mal. Casi un año después de los primeros brotes del COVID-19, en Wuhan y luego en Italia, se registran a nivel mundial más de 109 millones de contagios por coronavirus, de los cuales, dos millones y medio han fallecido.
La respuesta de los gobiernos
EE. UU. encabeza la lista de muertos e infectados en el mundo. A mediados de febrero del 2021 el número de casos en ese país ascendía a 28 millones con medio millón de muertos. Es una cifra que supera el número de muertos a causa de las guerras norteamericanas, número superado solo por la guerra civil de Estados Unidos. Los estados más afectados son California, Texas, Florida y Nueva York.
El mundo contempla asombrado los efectos de la pandemia en EE. UU. ¿Cómo es posible que esto suceda en el país más poderoso del planeta que cuenta con los mejores hospitales del mundo y es una potencia en medicina y tecnología? Serán necesarios varios años para responder con certeza a dicha pregunta. Parte de la respuesta estará a cargo de los investigadores, médicos y científicos.
Hoy solo es posible ofrecer algunos elementos para la comprensión de la pandemia en los EE. UU. Entre ellos, cabe destacar la respuesta que el gobierno federal y estatal ofrecieron para responder a esta crisis sanitaria. A nivel federal y estatal, el gobierno de EE. UU. calculó mal y no se tomaron medidas de prevención tempranas, aun cuando se tuvo el tiempo para actuar.
Los primeros casos de COVID-19 en Estados Unidos ocurrieron entre enero y febrero del 2020. Se trataba de personas que habían estado en la Provincia China de Hubei (cuya ciudad más poblada es Wuhan). A fines de febrero se empezaron a dar casos de coronavirus en personas que no habían estado fuera de EE. UU. Para mediados de marzo la transmisión se generalizaba y ya para abril se reportaban casi 800 mil casos en el país.
El Centro para el Control y Prevención de enfermedades
Una de las primeras agencias gubernamentales que detectó el peligro que representaba el Covid-19 y que tomó las acciones necesarias para evitar un desastre fue el Centro para el Control y la Prevención de enfermedades de los EE. UU. (CDC, por sus siglas en inglés). Esta agencia es la encargada de desarrollar y aplicar acciones a nivel nacional para la prevención y control de enfermedades. Entre otras acciones esta agencia monitoreó, dio seguimiento y publicó una serie de recomendaciones para la prevención y control del covid. Dichos documentos fueron elaborados por médicos y científicos de primer nivel y tenían como fin presentar información que se pudiera aplicar en diferentes contextos, por ejemplo escuelas, lugares de trabajo, sitios públicos.
Como en otros países se recomendaba la sanitización frecuente de lugares públicos, el distanciamiento social y el uso de mascarillas, entre otras medidas. Ante la novedad y la gravedad de las circunstancias, el CDC hizo su labor científica e informativa; sin embargo el ejecutivo federal no lo tomó muy en serio.
La mayor amenaza
También el sistema de inteligencia norteamericano envió reportes desde inicios del 2020 al Ejecutivo Federal y a algunas agencias gubernamentales, advirtiendo de la posible letalidad del Coronavirus en EUA. Uno de los memorandos de inteligencia del 30 de enero del 2020, enviado al presidente Trump señalaba: “Esta será la mayor amenaza a la seguridad nacional que enfrente su mandato”.
El mandatario declaró unos días después que en caso de que el COVID-19 llegara a suelo americano, sería como una simple gripa y que el “virus chino” no afectaría gravemente al país. En aquel entonces, el expresidente se contentó con cerrar las fronteras norteamericanas a los ciudadanos chinos (más tarde tocaría el turno a la Unión Europea) e implementar la detección y monitoreo de los norteamericanos que regresaban a EE. UU. desde China.
A pesar de esta ineficaz gestión de la pandemia a nivel federal, no es posible decir que toda la responsabilidad recayó en el poder ejecutivo norteamericano. Los estados también jugaron un papel preponderante.
De los 50 estados, fueron pocos los que adoptaron medidas drásticas, obligatorias y duraderas de confinamiento, entre ellos se incluye a California (CA) y Nueva York (NY). Otros estados se contentaron con proponer, (a manera de sugerencia) los protocolos sanitarios y brindar información así como pruebas de detección. Estos estados incluyen Texas (TX) y Georgia (GA). En estos lugares, el confinamiento estricto duró tan solo algunas semanas.
Los estados más poblados
California y Texas son los estados que representan el contrastante paradigma norteamericano adoptado frente a la pandemia del COVID-19. California y Texas son los estados más poblados de la nación, ahí viven una quinta parte de los norteamericanos. El resto de los estados adoptaron algún modelo similar a esos dos paradigmas.
¿Porqué no fue posible aplicar centralizadamente severas medidas nacionales de confinamiento y protocolos obligatorios en los EE. UU., tal como se hizo en países como Italia y Francia? Por la configuración del sistema político norteamericano. EE. UU. es una república constitucional federal que funciona bajo la separación de poderes, pesos y contrapesos así como la revisión judicial (“judicial review”). Los estados gozan de soberanía y tienen como máxima ley la constitución norteamericana. Cuando los padres fundadores la redactaron, querían evitar un sistema monárquico de tipo inglés, en donde el poder central dominaba sobre las diversas jurisdicciones.
El sistema federalista
Entre 1787 y 1788, se dieron debates antes y durante la redacción de la constitución norteamericana, que provocaron una lucha entre federalistas y anti-federalistas. El resultado fue el sistema federalista norteamericano actual. De esa forma, en el caso que el poder ejecutivo decretase alguna ley que un estado considerara inaceptable, el caso terminaría en la Suprema Corte, la cual tiene el poder de revertir la ley, declararla improcedente.
Por ello, es muy difícil que aun bajo la peor crisis sanitaria que ha vivido EE. UU., el poder ejecutivo pueda dictar leyes coercitivas, obligatorias en todo el territorio nacional (hay excepciones, por ejemplo en caso de guerra). Instituciones supranacionales como la Unión Europea con un banco central y otros mecanismos centrales, son impensables en EE. UU.
Texas y la economía
Desde su nacimiento como estado, Texas siempre se ha mostrado escéptico de la intervención gubernamental en asuntos privados o en la economía. En muchas ciudades de Texas el confinamiento duró pocas semanas. De hecho, el gobernador Greg Abbott dejó la decisión de obligatoriedad de medidas sanitarias (entre ellos el uso cubre bocas) a los condados y ciudades. Así, Texas y Georgia reabrieron sus negocios y actividades comercial tiempo antes de la mayor parte de los estados. No solo los negocios, sino que las escuelas regresaron unos meses más tarde para iniciar el ciclo académico. De esa forma, mucha gente regresó a un estilo de vida de desconfinamiento.
¿Qué era más importante, la salud de la población o la salud de la economía estatal? En este dilema, Texas históricamente ha optado por lo segundo. Hoy en día Texas es el segundo estado más afectado por el Covid en EE. UU. El primer lugar lo ocupa California.
Medidas severas en California
En contraste, California se ha distinguido por ser un estado más liberal y abierto a la intervención gubernamental. Fue uno de los primeros estados que decretó medidas muy severas de confinamiento obligatorio. Hoy en día, tras casi un año del inicio de la pandemia, muchas de esas reglas aun están vigentes. A diferencia de otros estados, en California solo se permite la apertura de cierto tipo de negocios bajo ciertas condiciones, por ejemplo los restaurantes que ofrezcan comida para llevar o que cuenten con áreas de consumo al aire libre.
Asimismo, la educación en ese estado continúa impartiéndose online, pues muchas instituciones educativas todavía no permiten la presencia de alumnos en sus recintos. Una de las paradojas es que, a pesar de que California ha tomado las medidas de control y confinamiento más severas del país, es el estado que encabeza la lista de contagios y de muertes a nivel nacional.