Vaticano

El Papa une “el verdadero poder” al “cuidado de los más débiles”

“El verdadero poder no está en el dominio de los más fuertes, sino en el cuidado de los pequeños, los más débiles, los pobres…”. Así lo ha manifestado el Papa Francisco en el Ángelus de este domingo XXV del Tiempo Ordinario, en el que ha pedido, una vez más, que “recemos por la paz”.  

Francisco Otamendi·22 de septiembre de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos
Papa bendice a un niño el 18 de septiembre de 2024

El Papa bendice a un niño en la Audiencia general del 18 de septiembre @OSV News

“La liturgia de hoy nos habla de Jesús, que anuncia lo que ocurrirá al final de su vida. El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; y, después de muerto, a los tres días resucitará”.

“Pero los discípulos, mientras siguen al Maestro, tienen otra cosa en la cabeza, y también en los labios. Cuando Jesús les pregunta de qué estaban hablando, no responden. Prestemos atención a ese silencio”, ha sugerido el Papa Francisco en la meditación previa al Ángelus de este 22 de septiembre, domingo XXV del Tiempo Ordinario, tomando como referencia el Evangelio de hoy.

“Los discípulos callan porque discutían sobre quién era el más grande”, ha proseguido el Pontífice. “Callan por vergüenza. Qué contraste con las palabras del Señor. Mientras Jesús les confiaba a ellos el sentido de su propia vida, éstos hablaban de poder. Y la vergüenza les cierra la boca, como antes el orgullo había cerrado su corazón”.

“Ponte al servicio de todos”

“Jesús les responde abiertamente: ‘Quien quiera ser el primero, que sea el último’. Quieres ser grande, hazte pequeño. Ponte al servicio de todos. con una palabra tan sencilla, como decisiva, Jesús renueva nuestro modo de vivir. Nos enseña que el verdadero poder no está en el dominio de los más fuertes, sino en el cuidado de los más débiles. El verdadero poder es cuidar de los más débiles. Esto te hace grande”.

Francisco ha seguido reflexionando sobre esta idea: “He aquí por qué el Maestro, en un momento, llama a un niño, lo coloca entre los discípulos y lo abraza diciendo: ‘el que acoge a un niño como éste en mi nombre, me acoge a Mí’”.

“Hemos sido acogidos. Aquél que fue rechazado, resucitó”

“El niño no tiene poder, el niño tiene necesidad. (…). El hombre necesita vida. Todos nosotros estamos vivos porque hemos sido acogidos. Pero el poder nos hace olvidar esta verdad. Y nos convertimos en dominadores, no en servidores. Y los primeros que sufren son precisamente los últimos, los pequeños, los débiles, los pobres.”.

“Cuántas personas sufren y mueren por las luchas de poder. Son vidas que el mundo rechaza, como rechazó a Jesús. (…) Él no encontró un abrazo, sino una Cruz, Sin embargo, el Evangelio sigue siendo palabra viva y llena de esperanza. Aquél que fue rechazado, resucitó. Es el Señor”.

Podemos preguntarnos ahora, ha señalado el Papa: “¿Sé reconocer el rostro de Jesús en los más pequeños? ¿Cuido del prójimo sirviendo con generosidad? ¿Agradezco a los que cuidan de mí? Recemos juntos a Maria para estar como ella libres de la vanagloria y preparados para servir”.

Condena de toda violencia, de las guerras 

Tras el rezo de la oración mariana del Ángelus, el Santo Padre ha rezado por Juan López, asesinado hace unos días en Honduras. Juan López era coordinador de la pastoral social de la diócesis de Trujillo y miembro fundador de la pastoral de la Ecología Integral en Honduras, tal como informó Omnes, Me uno al luto de esta iglesia, y a la condena de cualquier forma de violencia”.

A continuación, ha saludado a los ecuatorianos residentes en Roma, que celebran a la Virgen del Cisne; a una coral de Toledo, a familias y niños de Eslovaquia, a fieles mexicanos, y a diversas asociaciones. Al concluir, ha pedido que” los detenidos estén en condiciones dignas”, y como hace siempre, ha rogado que “recemos por la paz” al recordar que “en los frentes de guerra, la tensión es muy alta; que se escuche la voz de los pueblos que piden la paz”. “No olvidemos a la atormentada Ucrania, a Palestina, a Israel, a Myanmar”. 

El autorFrancisco Otamendi

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