La visita del Papa Francisco a Baréin ha supuesto su séptimo encuentro con el Gran Imán de al Azhar, Ahmed al Tayyeb; un relanzamiento del documento sobre la Fraternidad Humana, que el propio Papa calificó de “actual” en la rueda de prensa en el avión, en el vuelo de regreso; y la confirmación de que Francisco mantiene un diálogo “multilateral” con el islam, basado más en el encuentro que en las estrategias.
El Papa estaba invitado a Baréin desde 2014, y el viaje de 2019 a los Emiratos Árabes Unidos había desplazado clamorosamente el equilibrio del diálogo hacia el islam suní: al fin y al cabo, el Papa Francisco había estado en El Cairo en 2017 en una conferencia de Al Azhar.
El viaje a Irak de 2021, donde fue el encuentro con el ayatolá Al Sistani, pretendía reconducir el diálogo con el islam a un equilibrio más marcado, mirando también hacia el islam chiíta. El viaje a Baréin, en cierto modo, cierra el círculo, ya que el Papa ha ido a un país de mayoría chiíta, pero gobernado por suníes.
Sunitas y chiítas
Para entenderlo, hay que definir las diferencias entre el islam chiíta y el sunita. Cuando Mahoma murió en el año 632 d.C., la sucesión se disputó entre Abu Bakr, amigo y padre de la esposa de Mahoma, Aisha, y Alí, primo y yerno de Mahoma. Los primeros tomaron su nombre de la “Sunna”, el código de conducta de las comunidades leales al islam, mientras que los segundos se llamaban a sí mismos “Shiaat Ali”, partidarios de Alí.
Los suníes se impusieron, pero por poco tiempo Alí fue el cuarto califa. En el año 680, los suníes mataron al imán Hussein, hijo de Alí, en Kerbala, en lo que se recuerda en el mundo chiíta como la “Ashura”. La división se hizo así irremediable.
Los suníes y los chiíes rezan de forma diferente y hacen distintas profesiones de fe. Los suníes no tienen un clero organizado, en sentido propio: son los imanes quienes dirigen la oración. Los chiíes, por el contrario, preparan a su clero en universidades islámicas destinadas a ese fin. Para los chiíes, los ayatolás, sus líderes religiosos, son representantes de la divinidad en la tierra y esperan la revelación del duodécimo y último imán, que un día se revelará para cumplir la voluntad de Alá en la tierra.
Hacia el islam sunita
Pero, ¿por qué se produjo un desequilibrio hacia el islam suní? Porque el islam sunita ha hecho un trabajo muy importante en el tema de la ciudadanía. El islam suní ha realizado una labor muy importante en materia de ciudadanía, con el objetivo de dejar de considerar a los no musulmanes como “ciudadanos de segunda clase”.
Este esfuerzo dio lugar a la Declaración de Marrakech de 2016, al encuentro de Beirut, a la Conferencia de paz de El Cairo en 2017, a la que asistió el Papa, al pronunciamiento de 500 imanes en Pakistán en enero de 2019 (que también defendió a Asia Bibi, la cristiana condenada a muerte en Pakistán por blasfemia, que luego fue absuelta y tuvo que abandonar el país) y, finalmente, a la Conferencia sobre la Fraternidad en Abu Dhabi en febrero de 2019.
La relación con Al Azhar
La Universidad de Al Azhar, una de las máximas autoridades suníes, había interrumpido el diálogo con el Vaticano en 2011, cuando Al Azhar acusó a la Santa Sede de “injerencia en los asuntos internos de Egipto”, después de que Benedicto XVI alzara la voz para condenar el atentado contra los cristianos coptos asesinados en una iglesia de Alejandría.
Era un cierre formal, porque luego hubo varios gestos de acercamiento. Aunque faltaba un diálogo oficial, Mahmoud Azab representó al gran imán de Al Azhar en marzo de 2014 en una conferencia en el Vaticano, al término de la cual se firmó una declaración interreligiosa contra la trata de personas. Y había llamado la atención, en febrero de 2015, la dura condena de Al Azhar contra el autodenominado Estado Islámico, que había quemado en la hoguera a un piloto jordano.
En febrero de 2016, una delegación del Consejo Pontificio para el Diálogo Interreligioso acudió a Al Azhar, reabriendo las relaciones con la Santa Sede y abriendo el que sería el primer encuentro entre el Papa Francisco y el Gran Imán de al Azhar, Ahmed bin Tayyeb.
El encuentro añadió un motivo ulterior al Papa Francisco para visitar Egipto. El viaje tuvo lugar en 2017, con motivo de una Conferencia de Paz organizada precisamente por Al Azhar.
Que la reunión tuviera lugar en Egipto era un dato importante. En 2014, el presidente egipcio Al Sisi había dicho en la propia Al Azhar que era necesaria una revolución dentro del islam. Los aplausos fueron formidables. Ese mismo año se creó el Consejo de Musulmán de los Ancianos, con el objetivo de “promover la paz entre las comunidades musulmanas”.
En 2015, la misma universidad puso en marcha un observatorio en línea para contrarrestar las acusaciones de terrorismo y renovar el discurso religioso en el islam. Este movimiento hacia una interpretación moderada del islam tuvo una señal visible en la conferencia internacional que se celebró de nuevo en Al Azhar, entre el 28 de febrero y el 1 de marzo de 2017. La conferencia se tituló “Libertad y ciudadanía. Diversidad e integración”, y elaboró un documento, la “Declaración de Al Azhar sobre la coexistencia entre católicos y musulmanes”.
La declaración condenaba toda forma de violencia cometida en nombre de la religión, y declaraba la firme oposición a toda forma de poder político basada en la discriminación entre musulmanes y no musulmanes.
El movimiento reformista en el islam
La declaración de Al Azhar se sumaba a las diversas declaraciones que se han sucedido en el mundo islámico y que condenan la violencia en nombre de Dios. Otra declaración de este tipo es la del Reino de Baréin, citada por el Papa Francisco en su discurso en la conferencia del “Baréin Forum for Dialogue”, que él cerró en 2014.
Si el islam suní se había convertido, de alguna manera, en el portavoz de una nueva forma de ver el islam, el Papa Francisco ha intentado establecer también un puente con el islam chiíta. Y lo hizo acudiendo a Nayaf, durante su viaje a Irak en marzo de 2021, para reunirse con el ayatolá Muhammad al Sistani, que con el paso de los años se ha convertido no sólo en una autoridad religiosa, sino también en una autoridad de referencia a la que se puede preguntar todo.
Era un encuentro muy deseado por el cardenal Raffael Sako, patriarca de Babilonia de los Caldeos, que esperaba que el Papa firmara una declaración de Fraternidad Humana también con la máxima autoridad chií, como había hecho con el Gran Imán de al Azhar en Abu Dhabi.
La idea era calmar de algún modo los ánimos divididos del islam, porque el Estado Islámico (Daesh), que puso a Irak durante años a fuego y espada, era en realidad, como ha explicado en varias ocasiones el padre jesuita Khalil Samir Khalil, producto de una guerra totalmente interna del islam.
Con el islam suní, el Papa Francisco ha apoyado una nueva visión del concepto de ciudadanía dentro del mundo islámico. Al visitar a Al Sistani, el Papa Francisco mostró su apoyo a la interpretación “quietista” del islam promovida por el Gran Ayatolá, en la que la religión y la política no están unidas, sino separadas, con la idea de que “sólo los buenos ciudadanos pueden crear una buena sociedad”.
Finalmente, el Forum de Baréin, pasando por Kazajstán
Tras visitar otro país de mayoría islámica, Kazajstán, para clausurar el Congreso de Líderes de las Religiones y Tradiciones del Mundo, el Papa se ha desplazado a Baréin, donde ha participado en el “Global Interfaith Forum” organizado por el “Centro Global Rey Hamad para la Coexistencia Pacífica”.
Dejando a un lado los problemas de derechos humanos puestas de manifiesto por diversas organizaciones, simbólicamente el Papa Francisco ha querido participar en una conferencia cuyo tema era “El Este y el Oeste por la coexistencia humana”. En la base de todo estaba otra declaración, la de Baréin, que reiteraba que no puede haber violencia en nombre de la religión.
Forma parte de un esfuerzo de diálogo continuo con el islam. En Irán, la Universidad de Qom ha ayudado a publicar el Catecismo de la Iglesia Católica en lengua farsi. Mientras que el Secretario de la Liga Musulmana Mundial, Muhammad al Issa, considerado el rostro nuevo del islam saudita, visitó al Papa Francisco en 2017, y desde hace tiempo pide en sus discursos que se desarrolle el diálogo interreligioso.
El viaje a Baréin ha sido, en definitiva, sólo uno de los diversos puentes de diálogo establecidos por el Papa Francisco con el mundo islámico. El esfuerzo consiste en ir allí donde parece haber una intención de paz. Para, al estilo del Papa Francisco, abrir procesos, más que delinear caminos.