Hoy cumple 87 años. El primer Papa venido de América, el jesuita argentino Jorge Mario Bergoglio, ex arzobispo de Buenos Aires. Es una oportunidad para desearle lo mejor, para seguir rezando por él, por su salud y por su misión de guiar a la Iglesia y avivar los deseos sinceros y de corazón para una fructífera continuación de su magisterio.
Lo peor que puede pasar en la Iglesia, explicó, «es lo que de Lubac llama mundanidad espiritual», que significa «ponerse en el centro». Y cuando menciona la justicia social, invita a retomar el Catecismo, los Diez Mandamientos y las Bienaventuranzas.
La vida del Papa Francisco
Nació en la capital argentina el 17 de diciembre de 1936, hijo de emigrantes piamonteses: su padre Mario era contable, empleado en los ferrocarriles, mientras que su madre, Regina Sívori, se ocupaba del hogar y de la educación de sus cinco hijos.
Tras graduarse como técnico químico, eligió el camino del sacerdocio, ingresando en el seminario diocesano. El 11 de marzo de 1958 ingresó en el noviciado de la Compañía de Jesús. Completó sus estudios humanísticos en Chile y en 1963, de vuelta en Argentina, se licenció en Filosofía en el Colegio San José de San Miguel.
Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966 enseñó las mismas materias en el Colegio del Salvador de Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología, graduándose también en el Colegio San José.
El 13 de diciembre de 1969 fue ordenado sacerdote por el arzobispo Ramón José Castellano. Continuó su preparación entre 1970 y 1971 en España, e hizo su profesión perpetua en los jesuitas el 22 de abril de 1973. De regreso a Argentina, fue Maestro de Novicios en Villa Barilari de San Miguel, Profesor en la Facultad de Teología, Consultor de la Provincia de la Compañía de Jesús y Rector del Colegio.
El 31 de julio de 1973 fue nombrado provincial jesuita de Argentina. Seis años más tarde reanudó su labor en el ámbito universitario y, entre 1980 y 1986, fue de nuevo rector del Colegio San José, así como párroco de nuevo en San Miguel.
En marzo de 1986 viajó a Alemania para terminar su tesis doctoral; luego sus superiores lo enviaron al Colegio del Salvador de Buenos Aires y después a la Iglesia de la Compañía de Córdoba, como director espiritual y confesor.
Nombramiento de obispo
Fue el cardenal Quarracino quien lo quiso como su estrecho colaborador en Buenos Aires. Así, el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II le nombró obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibió la ordenación episcopal en la catedral de manos del propio Cardenal.
Como lema eligió Miserando atque eligendo y en el escudo de armas insertó el cristograma ihs, símbolo de la Compañía de Jesús.
Inmediatamente fue nombrado Vicario Episcopal de la zona de Flores y pasó a ser Vicario General el 21 de diciembre de 1993. No es de extrañar que el 3 de junio de 1997 fuera promovido a Arzobispo Coadjutor de Buenos Aires.
Ni siquiera nueve meses después, a la muerte del Cardenal Quarracino, le sucedió, el 28 de febrero de 1998, como Arzobispo, Primado de Argentina, Ordinario para los fieles de rito oriental residentes en el país y Gran Canciller de la Universidad Católica.
En el Consistorio del 21 de febrero de 2001, Juan Pablo II le creó Cardenal, con el título de San Roberto Belarmino. En octubre de 2001 fue nombrado Relator General Adjunto en la X Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos, dedicada al ministerio episcopal. Mientras tanto, en América Latina, su figura se hacía cada vez más popular.
En 2002, declinó el nombramiento como presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, pero tres años después fue elegido y luego reconfirmado para otro mandato de tres años en 2008. Mientras tanto, en abril de 2005, participó en el cónclave en el que se eligió a Benedicto XVI.
Como arzobispo de Buenos Aires -tres millones de habitantes- pensó en un proyecto misionero centrado en la comunión y la evangelización.
Tiene cuatro objetivos principales: comunidades abiertas y fraternas; protagonismo de un laicado consciente; evangelización dirigida a cada habitante de la ciudad; atención a los pobres y enfermos. Invita a sacerdotes y laicos a trabajar juntos.
«Vida. Mi historia en la Historia«
Es elegido Sumo Pontífice el 13 de marzo de 2013. 10 años y más en el Trono de Pedro: un sinfín de publicaciones sobre el tema, empapadas en páginas de crónica e historia.
Su nuevo libro ‘Vida. Mi historia en la Historia‘: el primer relato de su vida a través de los acontecimientos que han marcado a la humanidad, desde el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, cuando tenía casi tres años, hasta nuestros días.
Memorias de un pastor que, desde su punto de vista, relata los años del exterminio nazi de los judíos, los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki, la gran recesión económica de 2008, el derrumbe de las Torres Gemelas, la pandemia, la dimisión de Benedicto XVI y el cónclave que lo eligió Papa Francisco.
Acontecimientos que se entrecruzan en la vida del «papa callejero», que excepcionalmente reabre el cofre de sus recuerdos para relatar, con la franqueza que le distingue, aquellos momentos que cambiaron el mundo.
Con el foco puesto en los temas más candentes de la actualidad: las desigualdades sociales, la crisis climática, la guerra, las armas atómicas, la discriminación racial.
La voz del Papa se alterna con la de un narrador, Fabio Marchese Ragona, vaticanista del grupo televisivo Mediaset, que en cada capítulo describe el contexto histórico en el que vivió el Papa.
«En este libro contamos una historia, la historia de mi vida, a través de los acontecimientos más importantes y dramáticos que ha vivido la humanidad en los últimos ochenta años -comenta el Papa Francisco-.
Es un volumen que ve la luz para que, sobre todo las generaciones más jóvenes, puedan escuchar la voz de un anciano y reflexionar sobre lo que ha vivido nuestro planeta, para no repetir los errores del pasado. Pensemos, por ejemplo, en las guerras que han asolado y siguen asolando el mundo. ¡Pensemos en los genocidios, las persecuciones, el odio entre hermanos y hermanas de distintas religiones!
¡Cuánto dolor! Llegados a cierta edad, es importante, incluso para nosotros mismos, reabrir el libro de los recuerdos y hacer memoria: aprender mirando atrás en el tiempo, redescubrir las cosas que no son buenas, las cosas tóxicas que hemos vivido junto con los pecados que hemos cometido, pero también revivir todo lo bueno que Dios nos ha enviado. es un ejercicio de discernimiento que todos deberíamos hacer, ¡antes de que sea demasiado tarde!».
¡Feliz cumpleaños Papa Francisco!