Al final de la audiencia general del miércoles, el Papa hizo referencia a que la Conferencia Episcopal Francesa y la Conferencia de Religiosos y Religiosas recibieron el martes el informe de la Comisión Independiente sobre Abusos Sexuales en la Iglesia, encargada de evaluar la amplitud del fenómeno de las agresiones sexuales y la violencia contra los menores desde 1950. «Por desgracia, las cifras son considerables», afirmó.
El Santo Padre, quiso expresar a las víctimas su «tristeza y dolor por el trauma que han sufrido y mi vergüenza, nuestra vergüenza, por el hecho de que la Iglesia no les haya colocado durante demasiado tiempo en el centro de sus preocupaciones, asegurándoles mis oraciones. Y rezo y rezamos todos juntos: «A ti Señor la gloria, a nosotros la vergüenza»: este es el momento de la vergüenza».
«Animo», continuó Francisco, «a los obispos y a vosotros, queridos hermanos que habéis venido aquí a compartir este momento, animo a los obispos y a los superiores religiosos a que sigan haciendo todo lo posible para que no se repitan tragedias similares. Expreso a los sacerdotes de Francia mi cercanía y mi apoyo paternal ante esta prueba, que es dura pero saludable, e invito a los católicos franceses a asumir sus responsabilidades para que la Iglesia sea un hogar seguro para todos. Gracias».