Vaticano

La unidad se consigue poniendo a Cristo en el centro, exhorta el Papa

La unidad de Pentecostés se consigue poniendo a Cristo, y no a uno mismo, en el centro, ha manifestado el Papa Francisco en la Audiencia general de este miércoles de octubre. El Espíritu Santo es quien asegura “la universalidad y la unidad”. Además, el Santo Padre ha exhortado a rezar el rosario cada día este mes, confiados en las manos de María.

Francisco Otamendi·9 de octubre de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos
Rosario por la Paz del Papa 6 octubre 2024 Santa María la Mayor

El Papa Francisco reza el rosario el 6 de octubre de 2024 en la basílica de Santa María la Mayor, en Roma @OSV

El ciclo de catequesis del Papa Francisco dedicado al Espíritu Santo comenzó el 29 de mayo, y esta mañana de miércoles, 9 de octubre, ha tenido lugar la octava sesión del ciclo en la Audiencia general en la plaza de San Pedro, con peregrinos llegados, entre otros lugares, de España, México, Costa Rica, Guatemala, Colombia, Ecuador, Argentina y Brasil.

“En esta catequesis reflexionamos sobre el Espíritu Santo y la Iglesia en los Hechos de los Apóstoles. El autor de ese libro sagrado —que es el evangelista san Lucas— destaca la misión universal de la Iglesia como signo de una nueva unidad entre todos los pueblos. Se dan, por tanto, dos movimientos: la universalidad y la unidad”, ha manifestado el Pontífice al comenzar su reflexión.

Misión universal de la Iglesia

“El relato del descenso del Espíritu Santo en Pentecostés empieza con la descripción de algunos signos preparatorios  el viento impetuoso y las lenguas de fuego –, pero encuentra su conclusión en la afirmación: ‘Y todos quedaron llenos de Espíritu Santo’ (H 2,4). San Lucas –que ha escrito los Hechos de los Apóstoles– subraya que el Espíritu Santo es quien asegura la universalidad y la unidad de la Iglesia”. 

“El efecto inmediato de estar “llenos de Espíritu Santo” es que los Apóstoles ‘empezaron a hablar en otras lenguas’ y salieron del Cenáculo para anunciar a Jesucristo a la multitud”, ha proseguido. “Al hacer eso, Lucas quiso destacar la misión universal de la Iglesia, como signo de una nueva unidad entre todos los pueblos”. 

Iglesia hacia el exterior, ‘otro Pentecostés’

De dos maneras vemos que el Espíritu trabaja por la unidad, ha señalado el Pontífice.  “Por un lado, empuja a la Iglesia hacia el exterior, para que pueda acoger más y más personas y pueblos; por otro, la reúne en su interior para consolidar la unidad alcanzada. Le enseña a extenderse en la universalidad y a recogerse en la unidad”. 

El primero de los dos movimientos, la universalidad, lo vemos en acción en el capítulo 10 de los Hechos, en el episodio de la conversión de Cornelio, ha añadido, “El día de Pentecostés, los Apóstoles habían anunciado a Cristo a todos los judíos y observantes de la ley mosaica, cualquiera que fuera el pueblo al que pertenecieran. Fue necesario otro ‘Pentecostés’, muy similar al primero, el de la casa del centurión Cornelio, para inducir a los Apóstoles a ampliar el horizonte y derribar la última barrera, la que separaba a judíos y paganos (cf. Hch 10-11).

El Evangelio salía de Asia y entraba en Europa

“A esta expansión étnica se añade la geográfica. Pablo –leemos de nuevo en los Hechos (cf. 16,6- 10)– quiso proclamar el Evangelio en una nueva región de Asia Menor; pero, está escrito, ‘el Espíritu Santo se lo impidió’; quiso pasar a Bitinia ‘pero el Espíritu de Jesús no se lo permitió’. Se descubre inmediatamente la razón de estas sorprendentes prohibiciones del Espíritu: la noche siguiente, el Apóstol recibió en sueños la orden de pasar en Macedonia. El Evangelio salía así de su región natal, Asia, y entraba en Europa”, ha subrayado el Papa.

Unidad. Concilio de Jerusalén–Sínodo

El segundo movimiento del Espíritu Santo -el que crea la unidad- lo vemos en acción en el capítulo 15 de los Hechos, en el desarrollo del llamado Concilio de Jerusalén. “El problema es cómo conseguir que la universalidad alcanzada no comprometa la unidad de la Iglesia”, ha subrayado Francisco.

“El Espíritu Santo no siempre obra la unidad de repente, con intervenciones milagrosas y decisivas, como en Pentecostés. También lo hace -y en la mayoría de los casos- con un trabajo discreto, respetuoso con el tiempo y las diferencias humanas, pasando por las personas y las instituciones, la oración y la confrontación. De una forma, diríamos hoy, sinodal”. 

“Esto es lo que ocurrió, de hecho, en el Concilio de Jerusalén, para la cuestión de las obligaciones de la ley mosaica que debían imponerse a los conversos del paganismo. Su solución fue anunciada a toda la Iglesia con las palabras que conocen bien: «Fue el parecer del Espíritu Santo y el nuestro…» (Hch 15,28).

Difícil también en el matrimonio y en la familia

Por otra parte, el Espíritu Santo” reúne a la comunidad íntimamente en torno a Cristo, ‘vínculo de unidad’. Sin embargo, sabemos que alcanzar y mantener la unidad en la Iglesia no es fácil, como sucede también en otros ámbitos”, ha proseguido el Sucesor de Pedro refiriéndose al ámbito del matrimonio y la familia.

“Un punto de examen para ver por qué nos cuesta tanto es ver a quién ponemos en el centro. No olvidemos que la unidad de Pentecostés, es decir, la que hace posible el Espíritu de Dios, se realiza poniendo en el centro a Cristo y no a nosotros mismos”.

Cómo se consigue: avanzando juntos hacia Cristo

El Papa Francisco ha concluido la catequesis señalando que ”la unidad de la Iglesia es la unidad entre las personas y no se consigue actuando de manera teórica, sino en la vida. Todos queremos la unidad, todos la deseamos desde lo más profundo de nuestro corazón; sin embargo, es tan difícil de conseguir que, incluso dentro del matrimonio y de la familia, la unidad y la concordia son de las cosas más difíciles de alcanzar y aún más difíciles de mantener”.

“La razón es que cada uno quiere, sí, unidad, pero en torno a su propio punto de vista, sin pensar que la otra persona que tiene enfrente piensa exactamente lo mismo sobre «su» punto de vista. De este modo, la unidad no hace más que alejarse”.

“La unidad de Pentecostés, según el Espíritu, se consigue cuando uno se esfuerza por poner a Dios, y no a uno mismo, en el centro”, ha subrayado. “La unidad cristiana también se construye así: no esperando a que los demás se unan a nosotros donde estamos, sino avanzando juntos hacia Cristo. Pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a ser instrumentos de unidad y de paz”.

Mes dedicado a las misiones y a María: rosario diario

En este mes dedicado a las misiones, ha recordado el Pontífice en otro momento, pidamos al Espíritu Santo que nos ayude a renovar nuestro compromiso bautismal, y que sea Cristo la piedra angular de nuestras vidas, para ofrecer un testimonio alegre de la unidad y de la paz que Él nos da.

Por último, el Papa ha continuado alentado a rezar a la  Virgen María. “El mes de octubre, dedicado al Santo Rosario, es una ocasión preciosa para realzar esta oración mariana tradicional. Os exhorto a todos a rezar el Rosario cada día, abandonándoos confiados en las manos de María”. 

“A Ella, nuestra Madre solícita, confiamos el sufrimiento y el deseo de paz de los pueblos que sufren la locura de la guerra, especialmente la atormentada Ucrania, Palestina, Israel, Myanmar. Palestina, Israel, Myanmar, Sudán”.

El autorFrancisco Otamendi

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica