Vaticano

El Papa exalta a Catalina Tekakwitha, primera nativa norteamericana santa

El Santo Padre Francisco ha alabado esta mañana a santa Catalina Tekakwitha, primera nativa norteamericana en ser canonizada, al elogiar su “gran amor a la Cruz ante las dificultades e incomprensiones”, “signo definitivo del amor de Cristo por todos nosotros”. El Papa ha animado a “que también nosotros sepamos vivir lo ordinario de manera extraordinaria”.

Francisco Otamendi·30 de agosto de 2023·Tiempo de lectura: 4 minutos

Estatua de santa Catalina Tekakwitha en Fonda, Nueva York ©OSV

Un día antes de iniciar su viaje apostólico “al continente asiático, para visitar a los hermanos y hermanas de Mongolia”, para el que el Papa ha solicitado que “me acompañen con su oración”, el Romano Pontífice ha reanudado la mañana de hoy el ciclo de catequesis sobre ‘La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente”. El objeto de su reflexión ha sido la primera santa nativa de Norteamérica, Catalina Tekakwitha.

En sus primeras palabras en el Aula Pablo VI, repleta de fieles de diversos países, Francisco ha recordado en la Audiencia general algunos rasgos de la biografía de la santa norteamericana. Tal como ha referido Omnes, Catalina Tekakwitha nació en 1656 en Ossernenon, que formaba parte de la Confederación iroquesa. Esta unión de naciones tenía su capital en el actual Estado de Nueva York. Catalina era hija de un jefe mohawk y una india algonquina (del este de Canadá). Su madre era cristiana, pero su padre era pagano, por lo que la joven india no se acercó realmente a la fe hasta que cumplió los dieciocho años.

“Muchos de nosotros”, ha subrayado el Papa, “también fuimos presentados al Señor por primera vez en el ámbito familiar,  sobre todo por nuestras madres y abuelas. La evangelización comienza a menudo así: con gestos sencillos, pequeños, como los padres que  ayudan a sus hijos a aprender a hablar con Dios en la oración y les hablan a ellos de su amor grande y  misericordioso. Las bases de la fe de Catalina, y a menudo también para nosotros, se pusieron de este  modo”. 

Cuando Catalina tenía cuatro años, una grave epidemia de viruela azotó a su pueblo. Tanto sus  padres como su hermano menor murieron y la misma Catalina quedó con cicatrices en su rostro y  problemas de visión. “A partir de ese momento Catalina tuvo que enfrentarse a muchas dificultades: ciertamente las  físicas debidas a los efectos de la viruela, pero también las incomprensiones, las persecuciones e incluso las amenazas de muerte que sufrió tras su Bautismo el domingo de Pascua del 1676”, ha recordado el Papa.

“Una santidad que atraía”

“Todo esto hizo que Catalina sintiera un gran amor por la cruz, signo definitivo del amor de Cristo, que se entregó hasta el final por nosotros. En efecto, el testimonio del Evangelio no consiste sólo en lo que es agradable; también debemos saber llevar nuestras cruces cotidianas con paciencia, con confianza y  esperanza”, ha señalado el Papa Francisco. 

La decisión de bautizarse “provocó incomprensiones y amenazas entre los suyos, por lo que tuvo que refugiarse en la región de los mohicanos, en una Misión de los Padres jesuitas. Estos  acontecimientos suscitaron en Catalina “un gran amor por la cruz, que es a su vez el signo definitivo del amor de Cristo por todos nosotros. En la comunidad, ella se distinguió por su vida de oración y de servicio humilde y constante” a los niños de la misión a los que enseñó  a rezar, a los enfermos y a los ancianos.

En la misión jesuita, cercana a Montreal, Catalina “asistía a misa todas las mañanas, dedicaba tiempo a la adoración ante el  Santísimo Sacramento, rezaba el Rosario y llevaba una vida de penitencia”, “prácticas espirituales que impresionaban a todos en la Misión; reconocían en Catalina una santidad que atraía porque nacía de su profundo amor a Dios”, ha manifestado el Santo Padre.

“Vivir lo ordinario de manera extraordinaria”

Aunque la animaron a casarse, ha proseguido el Papa, “Catalina, en cambio, quería dedicar su vida por completo a Cristo. Imposibilitada a entrar en la vida consagrada, hizo voto de virginidad perpetua el 25 de marzo de 1679, solemnidad de la Anunciación. Su elección revela otro aspecto del celo apostólico: la entrega total al Señor. Por supuesto, no todos están llamados a hacer el mismo voto de Catalina; sin embargo, todo cristiano está llamado a  comprometerse diariamente con corazón indiviso en la vocación y en la misión que Dios le ha confiado, sirviendo a Él y al prójimo con espíritu de caridad”, ha manifestado.

Francisco ha señalado que “en Catalina Tekakwitha, por tanto, encontramos a una mujer que dio testimonio del Evangelio, no tanto con grandes obras, porque nunca fundó una comunidad religiosa ni ninguna institución educativa o caritativa, sino con la alegría silenciosa y la libertad de una vida abierta al Señor y a los demás. También en los días previos a su muerte, acaecida a la edad de 24 años, el 17 de abril de 1680, Catalina cumplió su vocación con sencillez, amando y alabando a Dios y enseñando a aquellos con los  que vivía a hacer lo mismo. De hecho, sus últimas palabras fueron: ‘Jesús, te amo’”.

“En definitiva”, ha concluido el Papa, “supo dar testimonio del Evangelio viviendo lo cotidiano con fidelidad y sencillez. Que también nosotros sepamos vivir lo ordinario de manera extraordinaria, pidiendo la gracia de ser —como esta joven santa— auténticos seguidores de Jesús”. 

Canonizaciones en Francia y en Polonia

En su saludo a los peregrinos de lengua francesa, el Papa se ha referido en especial “a las Hermanas de la Presentación de María, que celebran su Capítulo General, a la luz de la reciente canonización de la fundadora Marie Rivier”. Y entre los de lengua inglesa, 

ha saludado “a los ciclistas que han venido desde Inglaterra, con la seguridad de mis oraciones por su compromiso en la lucha contra el cáncer”, y de modo particular a los provenientes de Malta y a diversos grupos de Estados Unidos.

En Polonia “esperan con impaciencia la inminente beatificación de la familia Ulma. En muchas parroquias la novena, que comenzará pasado mañana, será una preparación espiritual para el acontecimiento. Que el ejemplo de esta heroica familia”, ha añadido el Santo Padre, “que sacrificó su vida para salvar a los judíos perseguidos, os ayude a comprender que la santidad y los actos heroicos se logran mediante la fidelidad en las pequeñas cosas”.

Ucrania y segunda Laudato si’ 

Al saludar a los peregrinos de lengua italiana, entre otros destinatarios, el Papa ha renovado “nuestra cercanía y nuestras oraciones por la querida y atormentada Ucrania, tan probada por grandes sufrimientos”.

El Papa ha recordado la Jornada Mundial de Oración por el Cuidado de la Creación, que se celebra este viernes, 1 de septiembre. Y ha reiterado que tiene intención de publicar una segunda Laudato si’ el 4 de octubre, fiesta de san Francisco de Asís. En una audiencia con juristas el pasado 21 de agosto, Francisco reveló esta próxima exhortación.

El autorFrancisco Otamendi

Newsletter La Brújula Déjanos tu mail y recibe todas las semanas la actualidad curada con una mirada católica