El Papa Francisco ha celebrado una impresionante Santa Misa al final del Congreso Eucarístico Mundial en la capital húngara, Budapest. Aunque sólo estuvo en el país durante unas horas, la visita ha supuesto un regalo especial para los fieles de Hungría.
“Que el Vicario de Cristo en la tierra venga a nosotros es un regalo especial”, dijo el viceprimer ministro húngaro Zsolt Semjén, que es un devoto católico, sobre la visita del Papa a Hungría el domingo. Otros creyentes entrevistados por los medios de comunicación expresaron sentimientos similares. Después de todo, ningún Papa había estado en el país de Europa del Este desde la década de 1990. San Juan Pablo II había visitado el país en dos ocasiones -en 1991 y 1996-, por lo que esta visita, que se produjo al final del Congreso Eucarístico Internacional, de una semana de duración, era aún más significativa.
También los medios de comunicación laicos de Hungría han informado con gran detalle sobre este acontecimiento. El portal de noticias Telex, de una marcada orientación liberal de izquierdas, publicó sobre la ocasión incluso un artículo del conocido sacerdote húngaro y youtuber András Hodász, en el que éste explicaba la esencia de la Eucaristía.
En la Plaza de los Héroes
A la Misa del Papa en la Plaza de los Héroes de Budapest asistieron 75.000 personas inscritas y numerosas no inscritas. Los medios de comunicación han destacado especialmente el contraste con el que el Papa opuso las acciones de los poderosos del mundo y el reinado silencioso y no violento de Dios en la cruz: “La diferencia crucial es entre el verdadero Dios y el dios de nuestro yo. ¡Qué lejos está Aquel que reina en silencio sobre la cruz, del falso dios que quisiéramos que reinase con la fuerza y redujese al silencio a nuestros enemigos! ¡Qué distinto es Cristo, que se propone sólo con amor, de los mesías potentes y triunfadoras, adulados por el mundo!”.
Naturalmente, los políticos húngaros también intentaron utilizar la visita del Papa para sus propios fines, sobre todo teniendo en cuenta que la próxima primavera se celebrarán elecciones parlamentarias. Este otoño la oposición, hasta ahora muy fragmentada, se prepara para presentarse por primera vez con un candidato conjunto en contra el gobierno, aparentemente casi invencible, del primer ministro Viktor Orbán y su partido Fidesz. Los simpatizantes de la oposición deben elegir a un contrincante de Orbán entre cinco candidatos antes del 10 de octubre.
Uno de estos candidatos es el alcalde de Budapest, Gergely Karácsony. En los días previos a la visita del Papa, el equipo de gobierno municipal colocó en Budapest carteles con citas del Santo Padre que también pueden entenderse como una crítica a la política del gobierno de Orbán: por ejemplo, relacionadas con la solidaridad, la tolerancia o la caridad, o contra la corrupción.
Pero también la parte gubernamental ha subrayado con fuerza la importancia de la visita del Papa. El primer ministro Orbán y el presidente János Áder se reunieron con el Santo Padre el domingo por la mañana en una sala de estilo románico del Museo de Bellas Artes, situado en la misma Plaza de los Héroes. Orbán entregó al Papa una copia de una carta enviada en 1250 por el entonces rey húngaro Béla IV al Papa Inocencio IV. En ella, éste se queja de que Hungría se encuentra rodeada por todas partes por fuerzas hostiles -“paganos y herejes [es decir, ortodoxos]”-tras la tormenta de los mongoles de 1241-1242, y pide ayuda al pontífice.
“He pedido al Papa Francisco que no deje que desaparezca la Hungría cristiana”, escribió Orbán en Facebook tras el encuentro. La referencia a la carta del rey del siglo XIII era evidente.
Por cierto, Béla IV tenía en su familia más cercana varias mujeres santas: su hermana era santa Isabel de Hungría, sus hijas eran santa Kinga (Kunigunda) de Polonia, santa Margarita de Hungría -que vivió en un convento de dominicas en la actual isla Margarita, que está en el centro de Budapest- y la beata Jolanta, que, como Kinga, pasó la mayor parte de su vida en Polonia.
En el marco del Congreso Eucarístico
Al margen del gran interés que suscita la visita del Papa Francisco, los actos del Congreso Eucarístico casi se perdieron comparativamente en la percepción de la opinión pública. Los organizadores habían previsto numerosos actos importantes e inspiradores para toda la semana en la capital húngara. Personajes conocidos y fieles corrientes de Hungría y del extranjero dieron testimonio de su fe o sobre su conversión. En un acto para jóvenes titulado “Punto de ebullición”, el viernes por la noche, el conocido cantante pop Ákos Kovács subrayó: “Los creyentes no queremos ofender a nadie. Recemos por los que piensan lo contrario”. La velada estuvo marcada por varios testimonios: por ejemplo, la experta alemana en derechos humanos Sophia Kuby describió cómo, a la edad de 18 años y aún sin bautizar, pudo experimentar la presencia de Cristo en la Eucaristía en una Santa Misa en Ámsterdam, de forma totalmente inesperada. A su vez, el padre de familia Róbert Proszenyák contó a los presentes cómo había encontrado a Dios de joven a través de una experiencia cercana a la muerte.
Al comienzo del Congreso Interncional, 1.200 estudiantes de escuelas católicas se reunieron en la basílica de Esztergom, la tradicional catedral del Primado de Hungría. Aquí fueron recibidos por el cardenal Péter Erdő, arzobispo de Esztergom-Budapest. A continuación, los jóvenes formaron una enorme cruz multicolor frente al monumental edificio de la iglesia.
De lunes a viernes, todas las mañanas, después de Laudes, un cardenal de la Iglesia católica dio una catequesis; la procedencia de estos representantes de la Iglesia de los cinco continentes mostraba la diversidad y el carácter global de la Iglesia. Diversas personas dieron testimonio de su fe en escenarios repartidos por toda la ciudad. Hubo asimismo numerosos eventos culturales y musicales, así como una jornada de las familias en la isla Margarita. Un momento especial fue la Santa Misa con el Cardenal Erdő el sábado por la tarde delante del Parlamento húngaro, seguida de una solemne procesión eucarística.
De especial importancia en el contexto de las celebraciones fue la Cruz Misionera, hecha de roble y cubierta con elaborados ornamentos de bronce, que el orfebre Csaba Ozsvári (1963-2009), conocido y profundamente devoto, realizó para la Misión urbana de la ciudad de Budapest en 2007. La Cruz había sido bendecida por el Papa Francisco en 2017, durante una visita ad limina de los obispos húngaros a Roma.