Tras su reflexión en miércoles pasados sobre las cuatro virtudes cardinales –prudencia, justicia, fortaleza y templanza-, el Papa ha abordado en su catequesis en la Plaza de San Pedro las tres virtudes teologales, la fe, la esperanza y la caridad, bajo el tema de “La vida de la gracia según el Espíritu”. La lectura ha correspondido a la Carta de San Pablo a los Colosenses.
El Pontífice ha manifestado que junto a las cuatro virtudes cardinales, las tres virtudes teologales constituyen “un septenario” que se contrapone a los siete pecados capitales, y que, según el Catecismo de la Iglesia católica, “fundan, animan y caracterizan el obrar moral del cristiano. Informan y vivifican todas las virtudes morales. Son infundidas por Dios en el alma de los fieles para hacerlos capaces de obrar como hijos suyos y merecer la vida eterna. Son la garantía de la presencia y la acción del Espíritu Santo en las facultades del ser humano” (n. 1813).
Las virtudes teologales son “un antídoto contra la autosuficiencia”, y el riesgo de convertirnos en “presuntuosos y arrogantes”. La soberbia es “un veneno poderoso. Basta una gota para echar a perder ”una vida marcada por el bien”, ha señalado el Papa, al recordar que las virtudes teologales ayudan en la lucha contra el “ego”, el “pobre yo” que se adueña de todo, y entonces nace la soberbia”.
“Antídoto contra la autosuficiencia”
Francisco lo ha comentado de esta manera: “Las virtudes cardinales corren el riesgo de generar hombres y mujeres heroicos que hacen el bien, pero que actúan solos, aislados; en cambio, el gran don de las virtudes teologales es la existencia vivida en el Espíritu Santo. El cristiano nunca está solo. Hace el bien no por un esfuerzo titánico de compromiso personal, sino porque, como humilde discípulo, camina detrás del Maestro Jesús. Las virtudes teologales son el gran antídoto contra la autosuficiencia. ¡Cuántas veces ciertos hombres y mujeres moralmente irreprochables corren el riesgo de volverse presuntuosos y arrogantes a los ojos de quienes los conocen!”
“Es un peligro del que nos previene bien el Evangelio, donde Jesús recomienda a los discípulos: ‘También ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: «Somos siervos inútiles. Hemos hecho lo que debíamos’ (Lc 17,10). La soberbia es un veneno poderoso: basta una gota para echar a perder toda una vida marcada por el bien”.
El Papa ha señalado asimismo que “las virtudes teologales son de gran ayuda. Lo son especialmente en los momentos de caída, porque incluso quienes tienen buenas intenciones morales a veces caen. Así como incluso quienes practican la virtud cada día a veces se equivocan: la inteligencia no siempre es lúcida, la voluntad no siempre es firme, las pasiones no siempre se gobiernan, la valentía no siempre vence al miedo».
“Pero si abrimos nuestro corazón al Espíritu Santo, Él reaviva en nosotros las virtudes teologales: entonces, si hemos perdido la confianza, Dios nos reabre a la fe; si estamos desanimados, Dios despierta en nosotros la esperanza; si nuestro corazón está endurecido, Dios lo enternece y lo enciende con su amor”.
San Marcos, san Juan Pablo II
Francisco ha recordado que “mañana celebraremos la fiesta litúrgica de san Marcos, el evangelista que describió con viveza y concreción el misterio de la persona de Jesús de Nazaret. Os invito a todos a dejaros fascinar por Cristo, a colaborar con entusiasmo y fidelidad en la construcción del Reino de Dios”.
Asimismo, el Papa se ha referido a que el próximo sábado, la Iglesia celebra el décimo aniversario de la canonización de san Juan Pablo II. “Mirando su vida, podemos ver lo que el hombre puede conseguir al aceptar y desarrollar en sí mismo los dones de Dios: la fe, la esperanza y la caridad. Permanezcan fieles a su legado. Promoved la vida y no os dejéis engañar por la cultura de la muerte. A través de su intercesión, pidamos a Dios el don de la paz por el que él, como Papa, tanto se comprometió. Os bendigo de corazón”.