A diferencia del inicio del Jubileo en el Vaticano, el pontífice, de 88 años, mostró una actitud más dinámica, dejando de lado la silla de ruedas para esta ocasión especial. Durante su visita, Francisco dirigió un mensaje de esperanza a los reclusos.
Francisco indicó que «los corazones cerrados, corazones duros, no ayudan a vivir. Por eso, la gracia de un Jubileo es romper, abrir… y, sobre todo, abrir los corazones a la esperanza».
Además de inaugurar el Jubileo de manera solemne, el Papa quiso destacar una herida social preocupante: la crisis en las prisiones. En Italia, solo en 2024, cerca de 90 personas privadas de libertad se quitaron la vida antes de esta visita, un problema exacerbado por el hacinamiento y la falta de personal adecuado para atender a los internos.
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