El palacio de la Cancillería es una de las joyas arquitectónicas del renacimiento italiano. A diferencia de otros palacios de la Ciudad Eterna, que fueron modificados con el estilo que caracterizó al siglo XVI, este edificio fue el primero construido ‘ex novo’ en estilo renacentista siendo uno de los más hermosos de Roma.
La construcción de este palacio no deja de tener algo de ciclópeo: para realizarlo fue necesario desmontar y trasladar a unos 30 metros de distancia la antigua basílica de “San Lorenzo in Damaso”, hoy englobada dentro del complejo; sus fundamentos en esa zona entonces pantanosa aprovecharon las bases de edificios romanos existentes y si bien fueron necesarios otros nuevos fundamentos; y las columnas de mármol del patio -tomadas de las Termas de Caracalla- “se volvieron de estriadas a lisas gracias a la labor de los artesanos”, explicó la arquitecta Claudia Conforti que presidió la visita.
En la Cancillería Apostólica, donte hoy también se encuentran los tribunales de la Santa Sede -la Rota Romana, la Signatura Apostólica y la Penitenciaría– fue abierta a la prensa por la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica (APSA), el 13 de septiembre 2023, con motivo de la presentación de un documental sobre la restauración del complejo arquitectónico.
El presidente del ente, Mons. Nunzio Galantino señaló esta iniciativa como respuesta “a la invitación a la transparencia de la administración del APSA” sobre los bienes del Vaticano, para no limitarse “solamente a publicar el balance anual”. Recordó incluso que el 60 por ciento del millón y medio de metros cuadrados del patrimonio que posee el Vaticano, no rinde económicamente y subrayó que “hacer buena administración también es distribuir belleza, cultura y transmitir historia”.
En su interior, en el segundo piso, se encuentra uno de los espacios más extraordinarios del edificio: la Sala Vasari o de los 100 días, porque realizado en poco más de tres meses por el artista Giorgio Vasari, rodeada por frescos con efectos de profundidad (3D) que llevan al visitante a tener la sensación de que se puede entrar dentro de ellos.
Pinturas que la profesora de historia de arquitectura, Claudia Conforti, no dudó en definir como “una colosal máquina de propaganda” en la que “cada pintura es una escena teatral” en una época en la que no todos sabían leer o escribir, y que inmortaliza momentos como la cumbre en Niza en 1538 entre el papa Paolo III, Francisco de Valois y el emperador Carlos V.
Antes de ella, se pasa por la Sala Regia, de enormes dimensiones y con cuadros realizados a inicios del siglo XVIII, durante el pontificado de Clemente XI, aprovechando los cartones usados como modelos para diversos gobelinos que en la actualidad se encuentran en el Vaticano.
El imponente palacio con fachada en mármol travertino fue edificado por iniciativa del cardenal Raffaele Riario, apasionado por la Roma Imperial y sobrino de Sixto IV, en el lugar que fue la parroquia más antigua de Roma y donde existía una construcción del IV siglo, de la época del papa Dámaso.
”La influencia del Bramante -genial arquitecto del renacimiento- es clara en la estructura, aunque nunca fue documentada, así como el uso de la llamada ‘proporción áurea’ en el diseño, tamaños y simetría”, explicó el ingeniero Mauro Tomassini
En el hipogeo o subterráneo, se encuentra un sepulcro del cónsul Aulio Irzio, sumergido en el agua de un canal artificial aún visible, realizado en la época romana para hacer fluir el agua desde las termas de Agripa hacia el río Tiber.
El Palacio de la Cancillería, uno de los monumentos más hermosos de Roma, a dos pasos de Campo De’ Fiori, normalmente está cerrado al público, pero en su interior hay una exposición sobre Leonardo Da Vinci y sus invenciones, que permite ingresar en el claustro monumental del Palacio de la Cancillería y en parte de sus subterráneos.