Experiencias

Reflexiones sobre el posible milagro de Jimena en la JMJ

Durante la JMJ Lisboa 2023 tuvo lugar una curación que algunos, como el autor de este artículo, consideran milagrosa. Corresponde a la Iglesia determinar si realmente es un hecho sobrenatural.

Sergio Gascón Valverde·21 de agosto de 2023·Tiempo de lectura: 10 minutos

El Papa reza en Fátima en la JMJ Lisboa 2023 ©OSV

Para los cristianos las cosas no suceden por casualidad. La Providencia de Dios guía y cuida de nosotros. Dios sigue hablando al hombre. Lo hace a través del Espíritu Santo, Espíritu de Jesucristo. Jesucristo habló a través de signos (milagros) y palabras. Su manera de explicar su enseñanza era la propia de su cultura y su lengua aramea, es decir, a través de parábolas, imágenes simbólicas, etc. Esta manera de comunicar la entiende mejor el hombre de todos los tiempos porque va dirigida al corazón del hombre y no sólo a su entendimiento.

Estos signos e imágenes que utilizaba Jesús son fuente de luz para el corazón del hombre cuando éste procura ponderarlas (“meditarlas”) en su corazón. San Lucas dice explícitamente que ante el comportamiento de Jesús adolescente (llena de simbolismo teológico y antropológico) difícil de entender, María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón (Lc 2,19).

Dios ha comunicado en los últimos tiempos mensajes muy claros a través de su Santísima Hija, Madre y Esposa, la Virgen María. Y lo sigue haciendo aún con signos (milagros) e imágenes, acontecimientos que valen la pena ponderar en el corazón, en el espíritu de la enseñanza del Evangelio que la Iglesia conserva y enseña.

En este milagro se dan algunas circunstancias, signos e imágenes que animan a la consideración y la ponderación. Por eso me he animado a escribir sobre ello.

El milagro

Jimena es una chica de 16 años, española, que acude a la JMJ ‘23 en Lisboa con un grupo de amigas en el viaje organizado por un club juvenil y un colegio del Opus Dei de Madrid. Desde hacía dos años y medio perdió el 95% de la vista. Los médicos lo habían tachado de incurable. Había empezado a estudiar el sistema de lectura Braille. Antes del viaje – cuenta ella – sintió que la Virgen la iba a curar y pidió a su padres, familia y amigas rezar una novena a la Virgen de las Nieves cuya festividad se celebra el 5 de agosto, para pedir su curación. Con fe, empezaron esa novena y se fue a la JMJ. El sábado 5 de agosto asistió a la santa Misa como solía hacer esos días de la JMJ. Jimena se acercó a comulgar. Empezó a llorar. Llena de lágrimas durante la acción de gracias después de la Comunión, abrió los ojos y podía ver perfectamente. Ella misma lo cuenta en un audio que se ha difundido por las redes sociales.

Mi reflexión

1. Dios sigue haciendo milagros cuándo quiere, cómo quiere y a quien quiere. Por qué a Jimena sí y a otros no. Dios sabe lo que conviene a cada alma. A algunos no les conviene que el Señor les haga el milagro porque sabe que no le hará ningún bien o, no haciéndolo, alcanzará mejores bienes él y los que están con él. Por otro lado, para hacer milagros, Nuestro Señor nos pide fe y confianza en Él. Jimena creyó, estaba convencida que la Virgen le curaría. Por eso pidió a su familia y amigas empezar una novena a la Virgen de las Nieves1 cuya fiesta se celebra el 5 de agosto y el día que terminaba la novena de oraciones. Y con esa convicción, ciega físicamente se fue a Lisboa para participar en la JMJ ’23. Por qué la novena a la Virgen de las Nieves, no lo sé. Tendremos que preguntárselo a ella.

El padre de Jimena, cuenta a ACI Prensa con sencillez y entereza los detalles de lo que define como “un salto en la fe” y un “regalo de la Virgen María para la JMJ”.

Para ver hay que aceptar de corazón la voluntad de Dios Padre bueno. Él sabe lo que nos conviene a cada uno y en cada circunstancia.

2. Necesidad de llorar para ver. Jimena se acerca a comulgar ciega en la Misa del 5 de agosto. Comulga, se vuelve a su banco y empieza a llorar sin parar, con los ojos cerrados. Al cabo, con los ojos llenos de lágrimas, abre los ojos y ve perfectamente.

Parece como que el Señor nos dice que es importante ver pero que solamente podemos verdaderamente ver si antes aprendemos a llorar. El Papa Francisco en Filipinas en 2015, de manera espontánea, explicaba la necesidad de llorar como manera para explicar cosas que no tienen respuesta (en este caso era la prostitución infantil que sufrió aquella pobre niña que mientras le preguntaba al Papa rompió a llorar debido a los recuerdos de la experiencia que había pasado). Aquí se puede ver:

Necesitamos purificar el corazón para poder ver. Llorar es una expresión corporal de lo que sucede en el corazón. Los hombres sufrimos en la vida todo tipo de experiencias. Muchas de ellas dejan huellas en el corazón. No podemos ocultarlas o hacerlas callar. Llorar ayuda sacarlas fuera y a compartirlas con otro que acoge el sufrimiento o la alegría que produce ese llanto. Especialmente hace falta llorar por los pecados personales y los pecados de los hombres, llorar por la presencia del mal en el mundo, por el engaño del demonio en el que caen tantas almas.

Precisamente el día anterior, el Papa habló durante su discurso del Via Crucis sobre la necesidad del llorar. Decía lo siguiente:

Jesús camina y espera con su amor, espera con su ternura, darnos consuelo, enjugar nuestras lágrimas. Yo les hago una pregunta ahora, pero no la contesten en voz alta, cada uno se la contesta a sí mismo: ¿yo lloro de vez en cuando? ¿Hay cosas en la vida que me hacen llorar? Todos en la vida hemos llorado, y lloramos todavía. Y ahí está Jesús con nosotros, Él llora con nosotros, porque nos acompaña en la oscuridad que nos lleva al llanto. cada uno de nosotros se lo dice ahora, en silencio.

Jesús, con su ternura, enjuga nuestras lágrimas escondidas. Jesús espera colmar, con su cercanía, nuestra soledad. ¡Qué tristes son los momentos de soledad! Él está ahí, Él quiere colmar esa soledad. Jesús quiere colmar nuestro miedo, tu miedo, mi miedo, esos miedos oscuros los quiere colmar con su consolación.

Cada uno de nosotros piense en el propio sufrimiento, piense en la propia ansiedad, piense en las propias miserias. No tengan miedo, piénsenlas. Y piensen en las ganas de que el alma vuelva a sonreír.

Jimena tiene una gran pena en el corazón que le hace sufrir mucho y llora en el momento de la comunión y pide llena de fe su curación. Parece como que el Señor nos quiere recordar que tenemos que aprender a abrir nuestro corazón a Dios y llorar nuestras miserias para que la compunción y el amor verdadero limpie y purifique la presencia del mal en nuestro corazón. Pero hace falta llorar ante Jesucristo que es quien nos sana. Y Jesucristo lo encontramos en nuestro corazón y en la Eucaristía. Llorar ante otras personas puede consolar y ayudar, pero no sanar en profundidad. Llorar ante Jesucristo, consuela y sana el corazón. Nuestro Señor sigue siendo el mismo, sigue curando a los hombres y mujeres de nuestro tiempo.

Para ver necesitamos antes aprender a llorar por lo que realmente importa en la vida.

3. Los ciegos ven. Me llama la atención que el milagro se produzca en una persona ciega y no, por ejemplo, en un paralítico, un sordo o en cualquier otro tipo de hándicap. Parece como que el Señor a través de la Virgen nos dice que veamos. A los que saben que están ciegos para las cosas de Dios y lo reconocen, les confirma – si piden auxilio con fe – que pueden ver o recuperar la vista, si en algún momento la perdieron; A los que no ven y dicen que ven, les dice lo mismo con este milagro: que vean la verdad, no su verdad. El demonio con sus mentiras nos enturbia la vista y nos deja ciegos promoviendo en nosotros la soberbia. Soberbia que ciega y no deja reconocer y aceptar las cosas que han sucedido en nuestra vida, nuestros errores personales o los errores de otros cometidos sobre nosotros. Con humildad y con fe, como hace Jimena, tenemos que pedir a Dios a través de la Virgen Santísima que veamos las cosas importantes de la vida que sólo se ven con el corazón.

Para ver, necesitamos reconocer y aceptar que no vemos, y querer ver.

4. La Eucaristía y la Virgen. El milagro se produce durante la celebración de la santa Misa y justo después que Jimena recibe el Cuerpo de Jesucristo en la comunión. Parece como que Dios quiere dejar patente la centralidad de la Eucaristía en la vida de la Iglesia. La Eucaristía, el mayor y más grande milagro que se produce en la tierra todos los días. Como que Dios nos quiere confirmar que tenemos que cuidar la Eucaristía. La Eucaristía hace la Iglesia. Éste es el título de la última encíclica de san Juan Pablo II. Sin la Eucaristía la Iglesia desaparecería. Como que el Señor nos quiere remarcar la necesidad de adorar, celebrar, cuidar la Eucaristía. Es Jesucristo en la Eucaristía el centro y raíz de la vida cristiana o como dice el Concilio Vaticano II, fuente y culmen de la vida de la Iglesia.

La fe mueve el corazón de Jesucristo. La misma Jimena dice en su audio, “esto ha sido una prueba de fe”. Los cristianos estamos siempre ante la prueba de fe de la presencia de Jesucristo en la Eucaristía. Ahí se encuentra Él con su Cuerpo Sangre, Alma y Divinidad. O se cree o no se cree. Y si se cree, hay que ser consecuente con la inmensidad de amor de Dios que ello supone. Esto supone: acudir a Él en la Eucaristía para alabarle, adorarle, desagraviarle, agradecerle, impetrarle. La Virgen Santísima nos lleva a su Hijo en la Eucaristía. A los tres pastorcillos videntes de Fátima, antes de la primera aparición de la Virgen, se les apareció varias veces un ángel. En su última aparición les dio a comulgar el Cuerpo y la Sangre de Jesús bajo las dos especies. Después llegarían las apariciones de la Santísima Virgen.

Jimena, familia y amigas hicieron una novena a Nuestra Señora de las Nieves. Se lo pidieron a la Virgen María. Una vez más atiende los ruegos de una niña. La Virgen atiende siempre los ruegos de sus hijos. Dios en su providencia concede lo que se pide. María sin duda y por fe, intercede de manera especial por nosotros. El Señor ha dejado otra vez claro la poderosa intercesión de su Madre, Medianera de todas las gracias. Él quiere que le pidamos a través de su Madre. La Virgen está con los jóvenes. No abandona a los jóvenes que no ven o no quieren ver. Ella nos abre la vista al misterio de su Hijo.

Para ver necesitamos ver a Jesucristo en la Eucaristía. Para conseguirlo María es el camino más corto y seguro.

5. El contexto del milagro. Este milagro se produce en un momento muy concreto: se da en un contexto de comunión eclesial muy especial, la JMJ. 1,5 millones de jóvenes reunidos por el Papa Francisco y con la participación de decenas de obispos de todo el mundo y cientos de sacerdotes venidos de los cinco continentes. Ese día 5 de agosto en Fátima se encontraba el Papa. Junto al Papa se habían acercado unos 200.000 peregrinos para rezar a la Virgen junto a Francisco, que curiosamente estaba acompañado por jóvenes enfermos que no habían podido asistir a las JMJ. Fátima, santuario Mariano tan vinculado a los acontecimientos recientes de la historia de los hombres. La difusión de su mensaje e historia es universal.

Parece como que el Señor a través de la Virgen nos pide: manteneos unidos, en comunión con mi Vicario en la tierra, en torno a mi Madre. Conservad la unidad. Rezad juntos, trabajad juntos, sufrid juntos y los corazones verán. Y al mismo tiempo nos pide dar testimonio de las gracias que recibimos. En el caso de Jimena una gracia además corporal. Y toda esta comunión que se ha vivido en la JMJ, la alegría de la fe, de todo esto hay que dar testimonio en el mundo de hoy, especialmente lo tienen que dar los jóvenes.

Para ver necesitamos estar unidos al Papa y entre nosotros, los hijos de la Iglesia. Ver juntos para caminar juntos.

Epílogo

En los tiempos actuales estamos saturados de imágenes audiovisuales de cosas, a veces, muy impactantes. Y uno se llega a acostumbrar a ver cosas que hace unos años nos resultaban fascinantes o muy impactantes. Ahora, realmente, en Youtube, Tiktok, etc. nos asombran ya pocas cosas.

Con este milagro en directo, en plena JMJ, con el Papa presente, con 1,5 millones de jóvenes, Nuestro Señor y su Madre nos han regalado esta gracia que no podemos dejar pasar como un video más de Tiktok o Youtube. No. Hay que pararse a pensar y sobre todo rezar. Hay que ponderar las cosas en la presencia de Dios, como hacía la Virgen y los santos. Y ahí recibir las luces del Espíritu Santo que Él quiera enviarnos.

Especialmente los que hemos participado de esta JMJ tenemos una mayor sensibilidad para hacerlo. Pero tendrían que hacerlo sobre todo los jóvenes de hoy, cristianos o no. 1,5 millones de jóvenes junto a un anciano venerable de 86 años cantando y adorando a Jesucristo y su Madre no es una cuestión superficial. Y si además, se ha producido un hecho milagroso patente como el de Jimena, sería triste quedarse indiferente.

Como comentario anecdótico. El ambiente de formación cristiana donde ha crecido Jimena, tanto en su familia como en el colegio, es el de la espiritualidad del Opus Dei. Ésta predica la llamada universal a la santidad en la vida ordinaria. El carisma que el Espíritu Santo infundió al fundador del Opus Dei, san Josemaría Escrivá, inspira a buscar a Jesucristo en lo más ordinario de la jornada sin esperar ni buscar hechos extraordinarios. El mismo San Josemaría (que recibió gracias extraordinarias en su vida llevadas con total discreción) decía en este sentido: Yo no soy milagrero. He escrito desde hace años, y he dicho tantas veces de palabra, que me sobran y me bastan los milagros del Evangelio. Pero si afirmara que no toco a Dios, que no siento toda la fuerza de su Omnipotencia, ¡mentiría!2

El hecho de producirse en una familia y entorno cristiano muy poco propenso a los milagros o “milagrerías”, sino todo lo contrario, a la vida cristiana ordinaria y al trabajo cotidiano, me hace ver por un lado el buen humor de Dios, y por otro, me hace pensar con más convicción, que Dios nos ha querido hablar a través de este milagro por intercesión de María.

Y en otra ocasión decía san Josemaría: La vida nuestra no contiene milagrerías. Contiene, en cambio, nuestras pequeñeces diarias, nuestro trabajo bien cumplido, nuestra vida de piedad y, sobre todo, el complemento inefable de la fortaleza y de la Omnipotencia de Dios. Pero no podemos conformarnos con la ambición personal de llegar al Cielo solos: si de veras estamos unidos a Dios y confiamos en Dios, nos ocuparemos de que todas las almas conozcan al Señor y le sigan, amando sus mandatos.3

Para esto nos habla una vez más María través de Jimena y la JMJ. Ella nos manda ocuparnos en pleno siglo XXI de que todas las almas conozcan al Señor y le sigan, amando sus mandatos.

1 Es la advocación de la Virgen que se venera en la Basílica de Santa Maria Maggiore en Roma. Es el templo dedicado a la Virgen más antiguo de occidente. Data de la segunda mitad del siglo IV. La Virgen se apareció a un matrimonio romano y simultáneamente al Papa Liberio. La Virgen les pidió que le construyeran allí un templo para honrarla. El lugar para construirla sería sobre una de las colinas de Roma donde habría nevado. Así, en un caluroso 5 de agosto nevó sobre la colina Esquilina donde se sitúa desde entonces la Basílica de Santa Maria Maggiore. Allí se encuentra el famoso icono de la Virgen Salus Populi Romani. En Roma se le tiene mucha devoción. Ésta es la imagen a la que el Papa Francisco siempre visita antes y después de cada viaje que hace fuera de Roma.

2 JAVIER ECHEVARRÍA, Memoria del Beato Josemaría Escrivá (Entrevista con Salvador Bernal) Rialp, 2ª ed., Madrid 2000, pp. 175-176.

3 JAVIER ECHEVARRÍA, Memoria del Beato Josemaría Escrivá (Entrevista con Salvador Bernal) Rialp, 2ª ed. Madrid 2000, p. 268

El autorSergio Gascón Valverde

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