Aumentan estas semanas la reflexión y los congresos en el tramo final del Año Familia ‘Amoris Laetitia’, que está previsto concluya con el Encuentro Mundial de las Familias el próximo 26 de junio, en Roma y en las diócesis, impulsado por el Dicasterio vaticano para los Laicos, la Familia y la Vida, cuyo prefecto es el cardenal Kevin Joseph Farrell.
Además de la Conferencia de la Universidad Gregoriana, que ha contado con un comité científico de expertos de doce universidades internacionales, este mismo fin de semana, por ejemplo, tiene lugar en Barcelona el I Workshop Internacional sobre Acompañamiento Familiar, organizado por la Universitat Internacional de Catalunya (UIC), y los próximos 4 y 5 junio se celebrará el Love Talks, congreso digital de la International Federation for Family Development (IFFD), en el que más de 40 expertos de diferentes países y especialidades hablarán sobre afectividad y sexualidad, las relaciones de pareja o la pornografía.
“La barca de la familia”
En Roma, el Papa Francisco ha subrayado algunas ideas expuestas en la Exhortación Apostólica ‘Amoris Laetitia’, al recibir en audiencia a los organizadores y ponentes de la Conferencia Internacional sobre Teología Moral, promovida por el Instituto Juan Pablo II para las Ciencias del Matrimonio y la Familia, y la Pontificia Universidad Gregoriana. El tema del Congreso ha sido “Prácticas pastorales, experiencia de vida y teología moral: ‘Amoris Laetitia’ entre nuevas oportunidades y caminos”.
En su bienvenida, el Santo Padre agradeció las palabras del P. Da Silva Gonçalves, y saludó al cardenal Farrell, monseñor Paglia y monseñor Bordeyne, junto con todos los que han colaborado y participado en la Conferencia procedentes de todo el mundo.
El Papa recordó en su Discurso que “la iniciativa tiene lugar en el contexto del Año de la ‘Familia Amoris Laetitia’, convocado para estimular la comprensión de la Exhortación Apostólica y ayudar a orientar las prácticas pastorales de la Iglesia, que quiere ser más y mejor sinodal y misionera”, y que “recoge los frutos de las dos Asambleas Sinodales sobre la familia: la extraordinaria en 2014 y la ordinaria en 2015. Los frutos maduraron al escuchar al Pueblo de Dios, que se compone en gran parte de familias, que son el primer lugar en el que se vive la fe en Jesucristo y el amor mutuo”, señaló Francisco.
“Es bueno que la teología moral se nutra de la rica espiritualidad que germina en la familia”, añadió el Santo Padre. “La familia es la Iglesia doméstica (Lumen gentium, 11; Amoris Laetitia, 67, en adelante AL); en ella los cónyuges y los hijos están llamados a cooperar en la vivencia del misterio de Cristo, mediante la oración y el amor implementado en la concreción de la vida y las situaciones cotidianas, en el cuidado mutuo capaz de acompañar para que nadie quede excluido y abandonado. No olvidemos que, a través del sacramento del Matrimonio, Jesús está presente en esta barca’, la barca de la familia”.
La familia, “más probada que nunca”
“Sin embargo, la vida familiar está hoy más probada que nunca”, subrayó el Papa. “En primer lugar, durante algún tiempo ‘la familia ha estado pasando por una profunda crisis cultural, como todas las comunidades y vínculos sociales’ (Evangelii gaudium, 66). Además, muchas familias sufren la falta de trabajo, de una vivienda digna o de un terreno en el que vivir en paz, en una época de grandes y rápidos cambios. Estas dificultades afectan a la vida familiar, generan problemas relacionales. Hay muchas ‘situaciones difíciles y familias heridas’” (AL 79).
“La posibilidad misma de formar una familia hoy en día es a menudo difícil y los jóvenes encuentran muchas dificultades para casarse y tener hijos”, prosiguió el Santo Padre. “De hecho, los cambios de época que estamos viviendo están provocando que la teología moral asuma los retos de nuestro tiempo y hable un lenguaje que sea comprensible para los interlocutores – no sólo para los ‘iniciados’ – y así ayudar a ‘superar las adversidades y los contrastes’ y fomentar ‘una nueva creatividad para expresar en el actual desafío los valores que nos constituyen como pueblo en nuestras sociedades y en la Iglesia, el Pueblo de Dios’”.
“Descubrir el significado del amor”
Francisco destacó en su discurso que “la diferencia de culturas es una oportunidad preciosa que nos ayuda a comprender aún más cuánto puede el Evangelio enriquecer y purificar la experiencia moral de la humanidad, en su pluralidad cultural”.
“Así ayudaremos a las familias a redescubrir el significado del amor, una palabra que hoy ‘muchas veces aparece desfigurada’ (AL 89)”, afirmó, “porque el amor ‘no es sólo un sentimiento’, sino la elección en la que cada persona decide ‘hacer el bien’ […] de forma sobreabundante, sin medir, sin exigir recompensas, por el solo hecho de dar y servir» (AL 94).
Y de este modo elogió la lucha diaria en las familias: “La experiencia concreta de las familias es una extraordinaria escuela de la buena vida. Por lo tanto, os invito, teólogos de la moral, a continuar su trabajo, riguroso y valioso, con fidelidad creativa al Evangelio y a la experiencia de los hombres y mujeres de nuestro tiempo, en particular la experiencia viva de los creyentes”.
“El ‘sensus fidei fidelium’, en la pluralidad de culturas, enriquece a la Iglesia, para que sea hoy el signo de misericordia de Dios, que no se cansa de nosotros”, señaló el Santo Padre en este punto. “Desde este punto de vista, sus reflexiones encajan muy bien en el actual proceso sinodal: esta Conferencia Internacional se inscribe plenamente en él y puede hacer hacer su propia y original contribución a la misma”.
El Papa salió también al paso de visiones desalentadoras: “¿Cuántas veces el matrimonio se presenta ‘como una carga que hay que soportar toda la vida’ en lugar de ‘como un camino dinámico de crecimiento y realización?’ (AL 37). Esto no quiere decir que la moral evangélica renuncie a proclamar el don de Dios. La teología tiene una función crítica, de comprensión de la fe, pero su reflexión parte de la experiencia viva y del ‘sensus fidei fidelium’. Sólo así la inteligencia teológica de la fe presta su necesario servicio a la Iglesia”.
Crítica a la “vuelta atrás” con la casuística
El Papa Francisco introdujo al final de su discurso una idea que no estaba escrita en el texto inicial. Fue la crítica a “tantas figuras eclesiásticas”, dijo textualmente, por lo que denominó “vuelta atrás”. Sus palabras fueron las siguientes:
“Me gustaría añadir una cosa, que tanto daño está haciendo a la Iglesia en estos momentos: es como un ‘ir hacia atrás’, ya sea por miedo, por falta de ingenio o por falta de valor”.
“Es cierto que los teólogos, incluso los cristianos, debemos volver a las raíces, es cierto. Sin las raíces no podemos no podemos dar un paso adelante. En las raíces nos inspiramos, pero para avanzar. Esto es diferente de volver atrás. Retroceder no es cristiano. Por el contrario, creo que es el autor de la Carta a los Hebreos quien dice: ‘No somos gente que va hacia atrás’. El cristiano no puede volver atrás. Volver a las raíces sí, para inspirarse, para continuar. Pero volver atrás es volver para tener una defensa, una seguridad para evitar el riesgo de avanzar, el riesgo cristiano de llevar la fe, el riesgo cristiano de hacer el camino con Jesucristo. Y esto es un riesgo”.
“Hoy, este volver atrás se ve en muchas figuras eclesiásticas -no eclesiales, eclesiásticas- que brotan como hongos, aquí, allá, y se presentan como propuestas de vida cristiana. En la teología moral también hay una vuelta atrás con propuestas casuísticas, y la casuística que creía enterrada bajo siete metros, resurge como una propuesta ̶ algo disfrazada ̶ de ‘hasta aquí se puede, hasta aquí no, desde aquí sí, desde aquí no’”.
“El verdadero tomismo”
“Y reducir la teología moral a la casuística es el pecado de volver atrás. La casuística ha sido superada. La casuística ha sido el alimento para mí y mi generación en el estudio de la teología moral. Pero es propio del tomismo decadente.
El verdadero tomismo es el de ‘Amoris Laetitia’, el que tiene lugar allí, bien explicado en el Sínodo y aceptado por todos.
Es la doctrina de Santo Tomás viva, que nos hace avanzar arriesgando, pero en obediencia. Y esto no es fácil. Por favor, estén atentos a esta vuelta atrás que es una tentación actual, incluso para ustedes, teólogos de la teología moral”.
Así se expresó el Papa Francisco, que pronunció entonces el párrafo final: “Que la alegría del amor, que encuentra un testimonio ejemplar en la familia, se convierta en el signo eficaz de la alegría de Dios, que es misericordia, y de la alegría de los que reciben esta misericordia como don. Alegría. Gracias y, por favor, no se olviden de rezar por mí, porque lo necesito. Gracias”.