Mons. Spengler describió el trabajo del CELAM como fundamental para coordinar y promover la comunión entre las diversas conferencias episcopales de América Latina y el Caribe, con el objetivo de ayudar a las iglesias locales a través de asesoría en formación, investigación y comunicación.
El CELAM, con sede en Bogotá, actúa como un puente entre las iglesias locales y la Iglesia universal, ofreciendo apoyo en áreas clave: Comunicación, Gestión del conocimiento, Formación y Redes de Acción.
El Centro de Programas y Redes de Acción Pastoral se encarga de los servicios relacionados con ministerialidad, discipulado misionero y otras pastorales específicas, que se integran al área de Iglesia sinodal en salida.
Mientras que el Centro para la Formación Cebitepal, capacita a clérigos, religiosos y laicos, y centros dedicados a la investigación y la comunicación, que buscan articular los desafíos sociales, económicos y pastorales que enfrenta el continente.
El papel del CELAM en la sinodalidad
En un momento clave para la Iglesia mundial, marcada por el proceso sinodal impulsado por el Papa Francisco, Mons. Spengler profundizó en los tres niveles de este proceso, que considera esenciales para la Iglesia latinoamericana:
1. El Pueblo de Dios
«La sinodalidad parte de una premisa esencial: escuchar a todos», explicó Mons. Spengler. El proceso sinodal comienza con la escucha activa de las comunidades, de todos los bautizados, de aquellos que, en su vida cotidiana, buscan vivir la fe y construir comunidades más sólidas.
Para el CELAM, este primer paso es crucial, pues las voces de los fieles representan una riqueza de experiencias que reflejan los desafíos, las alegrías y las esperanzas de la Iglesia en América Latina. El CELAM facilita esta escucha mediante sus centros de estudio, que permiten recoger las realidades pastorales y sociales del continente.
2. Los Obispos
El siguiente nivel del proceso sinodal es el trabajo de discernimiento por parte de los obispos. «Después de escuchar a todos, corresponde a algunos discernir y articular lo que el Espíritu Santo está diciendo a la Iglesia», señaló Mons. Spengler.
El CELAM juega un papel esencial en coordinar a las conferencias episcopales, ayudándolas a interpretar y responder a los desafíos que enfrentan sus respectivas regiones. Mons. Spengler subrayó la importancia de la comunión episcopal, donde los obispos, en colegialidad, no solo escuchan a sus comunidades, sino que también se apoyan mutuamente en la búsqueda de soluciones pastorales.
3. El Papa
Finalmente, «este proceso llega a Pedro», destacó Mons. Spengler. El Santo Padre, como cabeza de la Iglesia universal, es quien tiene la misión única de guiar a toda la Iglesia hacia la verdad y la unidad. Mons. Spengler explicó que el CELAM, al facilitar este proceso sinodal en América Latina, ayuda a que las voces del continente lleguen a Roma de manera articulada y coherente.
«El Papa nos indica el camino según el Evangelio, y nosotros como pastores debemos acompañar a nuestras comunidades en este proceso de discernimiento», agregó.
Los retos actuales del CELAM
Mons. Spengler también abordó los desafíos a los que se enfrenta el CELAM en los próximos años. Uno de los mayores retos es consolidar la reciente reestructuración interna del organismo, realizada a pedido del Papa Francisco, con el objetivo de hacerlo más eficiente y cercano a las realidades locales. “El CELAM ha pasado por una gran reestructuración, y nuestra misión es asegurar que este cambio fortalezca la comunión y el servicio entre las iglesias del continente”, explicó.
Crisis política y social en el continente
Mons. Spengler también se refirió a los desafíos externos que enfrenta la Iglesia en América Latina, especialmente las crisis políticas, económicas y sociales. “Hoy, en América Latina, como en muchas partes del mundo, vivimos una crisis de las democracias. La polarización política y la desigualdad económica afectan profundamente la vida de nuestras comunidades», señaló.
Para Mons. Spengler, la sinodalidad y la comunión dentro de la Iglesia son un modelo que puede inspirar soluciones en un continente que necesita urgentemente reconciliación y fraternidad.
La formación y la evangelización
Otro reto importante es el fortalecimiento de la formación y la evangelización en un contexto cultural cambiante. El Cebitepal, como centro de formación, busca no solo educar a clérigos y laicos en la doctrina, sino también capacitarles para ser testigos efectivos en sus comunidades.
«Queremos formar pastores que puedan enfrentar los desafíos de un mundo globalizado y fragmentado», enfatizó Mons. Spengler. Además, se refirió a la necesidad de una evangelización más profunda y creativa, que responda a los problemas contemporáneos desde la fe, pero también desde una comprensión profunda de la realidad social.
Fortalecer el testimonio de comunión
Por último, Mons. Spengler expresó su deseo de que la comunión dentro de la Iglesia sea un testimonio que trascienda los muros eclesiales y alcance a toda la sociedad.
«El testimonio de la comunión entre nosotros puede ser un faro de esperanza para un mundo que sufre divisiones», afirmó. Para él, la sinodalidad no es solo un ejercicio interno de la Iglesia, sino también una herramienta para promover la paz y la fraternidad en un continente que enfrenta crisis profundas.