(La primera parte del artículo se puede leer haciendo click aquí).
Durante el levantamiento de Varsovia la Madre Isabel decidió organizar un hospital de campaña dentro de su complejo. Allí también se refugió el sacerdote Wyszyński continuamente perseguido por la Gestapo. Stefan Wyszyński permaneció en Laski por dos años sirviendo como capellán de las Hermanas y sacerdote de la AK. Es entonces cuando conoció y trató a la Madre Isabel Rosa y más tarde recordaría: «Miraba a la Madre y me preguntaba: ¿de dónde saca esta mujer tanta fuerza y audacia para hacer esta labor enfrentándose a un continuo peligro con su cooperación al Levantamiento? No era solamente el hospital, sino que había también un centro de aprovisionamiento y de enlace, un continuo ir y venir de personas. La Madre pensaba que había que llenarse de fortaleza, pues es lo que necesitaba el mundo en ese momento. Me hizo descubrir entonces la figura de una mujer totalmente nueva, dedicada antes a la oración y a la atención de los invidentes y ahora, en un continuo peligro mortal, seguía realizando todos los actos de piedad pero ayudando activamente a todos. Era para nosotros en Laski una Madre, fuente de paz, de serenidad y de prontitud en el servicio».
La Madre Isabel Rosa siempre, pero especialmente en esos momentos animaba a unirse a la Cruz de Cristo: «A los pies del Crucificado no podemos estar inactivas. Jesucristo no quiere solamente que meditemos su pasión, que nos compadezcamos ante su imagen, sino que le ayudemos a salvar almas. Quiere Jesús que usemos Su sangre redentora para limpiar los pecados nuestros y de los que están a nuestro lado, los pecados de nuestros enemigos y los de todo el mundo. Hay que dejarse empapar por esta Divinidad. Hay que dejarse empapar por esta Sangre, y ofrecerla a Dios para nuestra salvación y la del mundo entero».
Paz y alegría en la Cruz
El lema de la Madre Isabel está en el escudo de la Congregación: Pax et gaudium in cruce. Para la nueva beata, esas palabras estaban enraizadas en la confianza en Dios y en unirse cada vez con más intensidad a la pasión de Cristo. «El sufrimiento es inevitable. No se puede alcanzar la santidad sin el sufrimiento. El hombre que quiere vivir con Dios necesita llevar su cruz, la cruz que Dios le envía. Por eso permanecer junto a la cruz de Jesús es nuestro camino y nuestra vocación. Y me refiero a la cruz que viene de las manos de Dios: la perdida de la salud, de la libertad. Es una cruz dura, pero es buena, es una cruz salvadora, que necesitamos abrazar».
Tenemos en estos dos nuevos beatos, tan unidos a la ciudad de Varsovia, caracteres parecidos. Stefan Wyszyński siempre empezaba sus homilías con el saludo ¨Queridos hijos de Dios¨ y su figura llena de fortaleza y dignidad, sobre ante el sistema comunista impuesto en Polonia después de la segunda guerra mundial en Yalta, sobresale con un rasgo: la paternidad. Fue un Padre. La Madre Isabel Rosa, también llena de fortaleza ante los nazis y defensora de la dignidad de los discapacitados se muestra para muchos con un referencia continua: fue para todos una madre llena de fortaleza, la Madre.
El cardenal Stefan Wyszynski ofició en 1961 la misa de sufragio con ocasión de la muerte de la Madre Isabel. En su homilía dijo entre otras cosas las siguientes palabras: ¨Mirabilis Deus in sanctis suis! – Dios es admirable en sus santos. La vida de la Madre Isabel, para muchos de nosotros tenía solamente este título: Madre, nos habla de las maravillas que hace Dios en sus santos. Existe siempre en la vida de cada hombre el misterio de Dios escondido. Él mismo es el Deus absconditus. Él actúa en silencio en el fondo del alma. Nunca está inactivo, continuamente trabaja. Él forma, elige y ayuda a las personas. Él las envía y hace que estén rodeadas de otros a los que servir. Dios elige los instrumentos para que cooperen. Ningún hombre de Dios está solo, pues Dios mismo hace que se encuentren muchos junto a él, como las abejas alrededor de la madre reina de un panel¨.
Wyszyński, un hombre salido del pueblo polaco, Czacka una mujer de la aristocracia. Uno y otro intelectuales, cristianos de fe profunda y oración constante, llenos de una admirable fortaleza para la defensa de los derechos de Dios y de la persona. Acabo con unas palabras del nuevo beato hablando del laico cristiano que actúa en el mundo: ¨No se trata ser un hombre dominado por una actividad febril, cansado y que sin piedad cansa a los demás, absorbido por ocupación continua. El moderno hombre de actuación cristiana debe tener en sí más que la paz y medida de un diplomático, debe tener la seguridad que viene de la conciencia, que ayuda a Dios a salvar al mundo en la misma medida en que permite que Dios actúe en su propia vida¨.
Stefan Wyszyński se ordenó solo pues no pudo hacerlo el día previsto para la ordenación, no se sabe con certeza si a causa de una recaída en su enfermedad de tuberculosis o por faltarle algunos días para cumplir los 23 años. La edad mínima canónica eran los 24 años pero el obispo podía dar un dispensa de un año, no más. Por eso Stefan se ordenó el mismo día que cumplió los 23 años el 3 de agosto de 1924. Sin embargo realizó con todos sus compañeros, muchos de ellos futuros mártires de la guerra mundial y algunos de ellos están beatificados, los ejercicios espirituales obligatorios para antes de la ordenación. De esos ejercicios escribió en sus notas diez propósitos. Esa cuartilla siempre la tuvo presente en su breviario y cada día se examinaba de esas diez máximas o propósitos:
1. Habla poco – vive sin ruido – el silencio.
2. Haz mucho, pero sin apresuramientos, con paz.
3. Trabaja sistemáticamente.
4. Evita los sueños – no pienses en el futuro, está en la manos de Dios.
5. No pierdas el tiempo, pues no te pertenece; la vida tiene una finalidad y por eso cada instante también lo tiene.
6. En todas las cosas descubre una buena intención.
7. Reza frecuentemente cuando te encuentres en el trabajo – sine me nihil potestis facere (sin mi no podéis hacer nada).
8. Respeta a cada persona, pues eres peor que cada una de ellas: Dios resiste a los soberbios.
9. Omni custodia custodi cor tuum quia ex ipso vita procedit (Custodia con todo cuidado tu corazón pues de él viene la vida).
10. Misericordias Dei in aeternum cantabo (Cantaré eternamente las misericordias del Señor).
Su devoción a la Virgen
Una anécdota interesante sobre el Cardenal Wyszyński, es la siguiente:
Hay una foto en la que se ve sonriente al Cardenal Wyszyński y a su lado los dos futuros prelados obispos del Opus Dei, el beato Álvaro del Portillo y Javier Echevarría. Fue en septiembre de 1979. Viajaron en coche y les acompañaba también el sacerdote Joaquín Alonso y Javier Cotelo como conductor. Este último cuenta sus recuerdos en una entrevista grabación familiar. Pasamos la transcripción:
«Esa es la foto de cardenal Wyszyński con don Álvaro y con don Javier. -¿Se acuerda algo de ese encuentro? – Sí, de muchas cosas. Ese encuentro tuvo lugar el día antes de marcharnos el día 7 de septiembre. Querían ver al cardenal sencillamente para decirle que habíamos pasado por allí y que el presidente general del Opus Dei quería saludarle. Llegamos al palacio episcopal y nos recibió el secretario que hablaba español. Nos dijo: el cardenal está a punto de marcharse en auto, está ya para salir porque tiene una reunión con obispos en otra diócesis y claro, no puede recibirles y si les recibe, será un minuto.
Y efectivamente salió y nos metió en el salón de la foto. Detrás de nosotros había otra foto, sino recuerdo mal de Częstochowa en la que se ve una sede, una butaca vacía en medio y un montón de gente, muchísima gente delante de aquel trono. Era su trono, la sede del Cardenal, pero estaba vacío pues se encontraba en la cárcel. Mientras observábamos estas y otras fotos enseguida llegó el cardenal. Nos recibió un poco seco, diciendo: ¨¿Qué hacen aquí estos sacerdotes italianos que vienen a Varsovia? Les agradezco mucho que vengan vestidos de sotana, porque generalmente los sacerdotes que vienen de Italia vienen vestidos de cualquier manera¨. Le gustó que fueran de sotana, pero le gustó mucho más la respuesta de don Álvaro: ¨No quiero quitarle ni un minuto. Hemos venido a rezar a la Virgen de Częstochowa para pedir por Polonia y para pedir sobre todo por el Papa Juan Pablo II, y llevar a los pies de la Virgen el Opus Dei renovando la consagración de la Obra a su Dulcísimo corazón¨.
Entonces el cardenal se emocionó al oír hablar de la oración y de la Virgen y puso sus manos sobre los hombros de don Álvaro y de don Javier simultáneamente. Y se transformó, cambió totalmente de aspecto. Antes estaba así como un poco seco, como cansado de recibir sacerdotes turistas. Y al oír hablar de oración, de la Virgen, se emocionó y les dijo que le había gustado mucho oír hablar de la Virgen y que habían venido a rezar, que se alegraba de conocer a personas del Opus Dei y a su presidente general y acompañantes, y que se disculpaba de no poder estar más con ellos porque estaba a punto de tomar el auto y marcharse a otra provincia, a otra ciudad donde tenía una reunión.
Nos regaló un rosario a cada uno y luego se despidió dando un abrazo y un beso a los sacerdotes. A mí me dio un abrazo solamente. Entonces don Joaquín le dijo: -¿Y podríamos hacerle una foto? -Pues sí. Pónganse enseguida. Y se puso como veis entre don Álvaro y don Javier. Yo le hice dos fotos pues don Álvaro me dijo: Haz otra foto por si acaso no ha salido bien la primera.Salimos de allí encantadísimos y gozando como si hubiésemos estado realmente con un santo porque nos recordaba por su sonrisa y por su mirada a nuestro Padre. Estando con el cardenal Wyszyński tuvimos la impresión de que era como con nuestro Padre: se notaba materialmente que estábamos con un santo».