“Entramos en la fase final de este corrido de catequesis sobre el discernimiento”, ha anunciado Francisco. “Considero necesario incluir en este punto la referencia a una actitud esencial para que no se pierda todo el trabajo realizado para discernir lo mejor y tomar la decisión correcta. Esta es la actitud de la vigilancia”.
Si no tenemos esta disposición “el riesgo está en que el Maligno puede arruinarlo todo, haciéndonos volver al punto de partida”, avisa el Papa. “Jesús en su predicación insiste mucho en el hecho de que el buen discípulo está vigilante”.
La vigilancia consiste en “la disposición del alma de los cristianos que esperan la venida final del Señor. Pero se puede entender también como la actitud rutinaria para tener la conducta debida, de forma que nuestras buenas elecciones, realizadas a veces después de un arduo discernimiento, puedan proseguir de forma perseverante, coherente y dar frutos”.
El Maligno aprovecha “el momento en el que estamos más seguros de nosotros mismos” para fomentar la insidia. “Cuando confiamos demasiado en nosotros mismos y no en la gracia de Dios, el Maligno encuentra la puerta abierta”.
“El demonio entra con la nuestra, pero se sale con la suya. La mundanidad espiritual va por este camino”. Y es que, afirma el Papa, “muchas veces somos vencidos en nuestras batallas por esta falta de vigilancia”.
“El demonio sabe vestirse como un ángel. Es necesario vigilar el corazón”, debemos preguntarnos qué está ocurriendo en nuestro corazón.
“La vigilancia es signo de sabiduría y de humildad”, ha concluido Francisco, “y la humildad es el camino maestro de la vida cristiana”.