Isaías Hernando (Quintanar de la Sierra, Burgos, 1960), es miembro de la comunidad global de The Economy of Francesco/EoF, y una de sus voces autorizadas. Entre otras razones, porque ha sucedido en la Economía de Comunión, realidad surgida en el movimiento de los Focolares/Obra de María, al profesor Luigino Bruni, que entonces era coordinador de la Economía de Comunión, y ahora es director científico de EoF.
El profesor Bruni es asesor del Papa en su liderazgo por impulsar una nueva economía, “una economía con alma”, como señala Isaías Hernando, al que pescamos para esta entrevista con un pie en el estribo hacia Asís (Italia), y con muchas tareas entre manos.
¿Qué tereas implica la coordinación global de Economía de Comunión?
—Conviene precisar. La Economía de Comunión (EdC) y la Economía de Francisco (EoF) son realidades distintas. Tienen una cierta relación, en el sentido de que la Economía de Comunión forma parte del comité organizador de la Economía de Francisco, pero son cosas distintas que tienen una historia distinta.
A lo largo de los años de historia de la Economía de Comunión, que son 31, se han desarrollado muchas expresiones distintas en el campo empresarial, académico, en la cultura, y también en el campo de los proyectos de desarrollo humano integral, además en muchos lugares diferentes.
Coordinar supone buscar los mecanismos para que todas estas expresiones tan diferentes tengan una unidad. Para que la comunión entre todas las personas que forman parte de este movimiento sea efectiva, y se dé a todos los niveles. Y también para entender juntos cuáles son las respuestas que la Economía de Comunión debe dar hoy en la situación del mundo actual, que es distinta de la de 1991, cuando Chiara Lubich (fundadora del movimiento de los Focolares/Obra de María) lanzó esta propuesta, y sin perder las raíces carismáticas.
Por eso, la coordinación no recae sobre una persona, sino sobre una comisión internacional que está formada por nueve personas.
¿Cómo surgió la Economía de Francisco, y cuáles son sus conceptos más básicos?
—Surgió a raíz de una intuición del Papa Francisco, en el sentido de hacer protagonistas a los jóvenes, con todo el entusiasmo y la creatividad que les caracteriza, del cambio que la economía mundial necesita.
Esta intuición fue tomando forma a raíz de algunas conversaciones con el profesor Luigino Bruni, que entonces era coordinador de la Economía de Comunión, a las que después se añadieron otras personas, como el obispo de Asís, y otras.
El Papa decía entonces, el 1 de mayo de 2019, que había que lanzar una invitación a jóvenes economistas, emprendedores y activistas de todo el mundo, para reunirse con ellos en Asís, y establecer un pacto cambiar la economía de hoy, y dar un alma a la economía de mañana.
The Economy of Francisco es una comunidad global, ¿correcto?
—Ya hemos dicho que muchos de los jóvenes que forman parte de este proceso ya se conocen, y han realizado un camino juntos durante algún tiempo.
Podemos decir que se ha convertido en una red global, o mejor aún, en una comunidad global que quiere inspirar sus propuestas y su acción en dos Franciscos: Francisco de Asís, que con su elección radical de la pobreza mostró cuales son los bienes mejores, y puso a los pobres en el centro de la economía; y el Papa Francisco, que sobre todo a través de sus dos encíclicas, Laudato sí’, y Fratelli tutti, que se complementan una a otra, plantea que el cuidado del planeta no puede separarse del cuidado de las relaciones humanas, que todo está conectado. De alguna forma, estos dos “faros”, son los que marcan el camino de la economía de Francisco.
¿Para quién es la invitación del Papa?
—En su convocatoria, en la carta de invitación, el Papa se dirige específicamente a los jóvenes, pero no para excluir a los que ya no somos jóvenes de una transformación que la economía mundial necesita, sino para que estos jóvenes tengan un ámbito específico en el que puedan desarrollar sus propuestas y proyectos con creatividad, innovación, con capacidad de profecía, a la que alude el Papa, y con una cierta libertad, es decir, sin verse obligados a pasar por estructuras qua ya existen y ya han sido creadas y de alguna forma están controladas por los adultos.
En todo caso, son propuestas y proyectos que están abiertos al diálogo con todos. Tampoco se trata de crear una burbuja para aislar a los jóvenes sin tener esta dimensión dialógica y de relación con los demás, y de discusión de las propuestas. Para hacer realidad este diálogo, han nacido, por ejemplo, muchos grupos locales de la comunidad de Francisco, donde personas de todas las edades y de todas las condiciones, y de todo nivel cultural, pueden dialogar y seguir este proceso, sin que haya más requisitos que compartir los objetivos. Algunos han nacido ya. Hay países con más vitalidad y otros con menos. En España hay todavía pocos, pero seguro que en el futuro nacerán más.
¿En qué consiste la Economía de Francisco?
—La Economía de Francisco no es en sí misma una nueva economía. Podríamos decir que es, como ya he dicho, una comunidad global de personas de todo el mundo, con un especial protagonismo de los jóvenes. Ciertamente promueve una economía más justa, equitativa y fraterna, acorde con los principios económicos de la Doctrina Social de la Iglesia, con los acentos que ha añadido el Papa Francisco, que son fundamentalmente el cuidado a la vez de la casa común y de todas las personas. Pero no se puede perder de vista que es una realidad que todavía está en pañales y que necesita tiempo para producir formulaciones más concretas y más maduras.
Se habla también de un crecimiento inclusivo para erradicar la pobreza. ¿Ve posible que cada vez más se ponga a la persona en el centro de la economía?
—Es algo que difícilmente alguien puede estar en contra. Los tiempos en los que se pensaba que el puro crecimiento económico erradicaría indirectamente la pobreza, han pasado. Hoy sabemos que no es así. Para muchas cosas, o para las cosas más importantes, no funciona.
Porque el crecimiento económico tiene límites. Por un lado, un límite es la sostenibilidad del planeta. No es materialmente posible explotar todos los recursos de forma ilimitada. Y por otro lado, están las desigualdades, que son otro limite al crecimiento. Es decir, la acumulación de la riqueza en pocas manos crea pobres y crea problemas sociales. Nosotros pensamos que habría que cambiar el concepto de crecimiento, e incluir otros aspectos que tienen que ver, no solamente con el Producto Interior Bruto (PIB). sino con el bienestar, con el desarrollo humano integral.
En este sentido, está claro que habría que cambiar también los instrumentos de medida. ¿Cuál es la medida ideal para incluir estos otros aspectos? El PIB, no es la medida ideal para integrar estos otros aspectos. El éxito de una economía no debería medirse, en mi opinión, por el tamaño del PIB, sino por su capacidad de integrar a todos, de redistribuir la riqueza, y de dejar a las generaciones futuras, a nuestros hijos, un planeta al menos tan hermoso y fecundo como lo hemos encontrado nosotros. Y dejarles un futuro abierto y con posibilidades, y con oportunidades.