Vaticano

Domingo de Ramos. El Papa pide que abramos nuestro corazón a Jesús

El Pontífice ha sustituido la homilía en la Misa de este Domingo de Ramos por el silencio y la oración. Antes, ha bendecido las tradicionales palmas y ramos de olivo para la procesión en la Plaza de San Pedro. El Santo Padre ha manifestado que Jesús entró en Jerusalén como Rey humilde y pacífico. “Sólo Él nos puede liberar de la enemistad, del odio, de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados”. 

Francisco Otamendi·24 de marzo de 2024·Tiempo de lectura: 3 minutos

Esta mañana del Domingo de Ramos, el Papa Francisco ha presidido en la Plaza de San Pedro la celebración Eucarística que conmemora la entrada del Señor en Jerusalén, y que da inicio a las tradicionales celebraciones del misterio pascual de la pasión, muerte y resurrección de Jesús en esta Semana Santa, con el Jueves Santo, Viernes Santo, y el domingo de Pascua de Resurrección. Decenas de miles de fieles y peregrinos han asistido a la Eucaristía.

La novedad ha sido la ausencia de homilía, que el Santo Padre ha sustituido por una largo rato de silencio de oración, antes de rezar el Credo. El concelebrante principal ha sido el Prefecto del Dicasterio para las Iglesias Orientales, cardenal Claudio Gugerotti, junto a los cardenales Giovanni Battista Re y Leonardo Sandri.

Antes de la Misa ha tenido lugar en la Plaza de San Pedro, junto al obelisco, la procesión de las decenas de cardenales concelebrantes y obispos con los «parmureli», las ramas de palmas tejidas según un sistema antiguo y complejo que se utilizaba para aclamar la entrada de Jesús en Jerusalén. Es una antigua y no tan conocida tradición que se renueva cada año desde tiempos del Papa Sixto V. Este año los“parmureli” provienen de la ciudad italiana de San Remo, y su elaboración y transporte ha sido confiada a la Asociación Famijia Sanremasca.

Posteriormente, varios centenares de laicos con sus familias procesionaron con ramos de olivo, recordando la entrada triunfal del Señor en un borrico en Jerusalén, aclamado por la multitud.

La Pasión del Señor leída en la Misa ha correspondido al Evangelio de san Marcos; la primera lectura, del profeta Isaías; el salmo, “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”, y en la Epístola, los diáconos han leído el fragmento de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses que se refiere a la humildad y el anonadamiento de Jesús que, siendo Dios, tomó la condición de esclavo y se sometió a la muerte y muerte de cruz.

Oración por las víctimas de Moscú, por Ucrania, por Gaza…

Al final de la celebración eucarística, el Pontífice ha rezado el Ángelus a la Virgen Maria, y ha condenado el “cobarde atentado terrorista” que ha tenido lugar en Moscú, ha rezado por las víctimas y sus familias, y ha rogado para que Dios convierte el corazón de quienes cometen estas “acciones inhumanas que ofenden a Dios, que nos ha ordenado: No matarás”.

Asimismo, el Santo Padre ha manifestado que Jesús entró en Jerusalén como Rey humilde y pacífico. “Abramos nuestros corazones, sólo Él nos puede liberar de la enemistad, del odio, de la violencia, porque Él es la misericordia y el perdón de los pecados”. “Oremos por todos los hermanos y hermanas que sufren a causa de la guerra, de manera especial pienso en la martirizada Ucrania”, donde tantas personas se encuentran en gran necesidad. Y pensemos también en Gaza, que sufre tanto, y en tantos lugares de guerra, ha subrayado.

En el texto embargado de la homilía, que finalmente el Papa no ha pronunciado, el Santo Padre señalaba el huerto de los olivos, Getsemaní, como “compendio” de toda la Pasión, y se refería a la “soledad extrema” de Jesús, y a la necesidad de la oración, como hizo Jesús.

La próxima cita del Santo Padre en Semana Santa será el 28 de marzo, Jueves Santo, en la Basílica Vaticana, donde tendrá lugar la Misa Crismal a las 9.30 horas, fecha en la que los sacerdotes renuevan sus promesas sacerdotales. La tarde de ese día, en el que se conmemora la institución de la Eucaristía y el Día del Amor Fraterno, el Pontífice celebrará la Misa In Coena Domini en la cárcel de mujeres de Rebibbia, en Roma. 

El autorFrancisco Otamendi

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