Las cenizas de los restos mortales no pueden ser transformadas en alhajas, ni ser esparcidas en el aire, mar o tierra. Tampoco son aceptables los procesos de hidrólisis alcalina y compostaje humano como técnicas alternativas al entierro o la incineración.
Estos asuntos forman parte de los puntos tratados por los obispos norteamericanos en el documento titulado «Sobre la adecuada disposición de los restos mortales», publicado en marzo del 2023.
El texto fue elaborado por los obispos que integran el Comité de Doctrina de la Conferencia Episcopal Norteamericana, presidido por Mons. Daniel Flores, obispo de Brownsville, Texas.
Usar a los difuntos como compost
En los últimos años, especialmente Estados Unidos, han surgido diversas empresas que ofrecen convertir los restos mortales de una persona en diamantes u otros objetos. A estas prácticas se han añadido otras técnicas que son contrarias a la fe: la técnica de hidrólisis alcalina y el compostaje humano.
La primera consiste en un proceso por el que el cuerpo humano se coloca en un recipiente de metal el cual contiene una mezcla química de agua y álcali para ser sometido a altas temperaturas y presión y así acelerar su descomposición.
En cuestión de horas, el cuerpo se disuelve, quedando solo algunos restos óseos; estos, una vez reducidos a polvo, se pueden entregar a los familiares para usarse como fertilizante. Sin embargo, el líquido restante se trata como aguas residuales y se vierte en el desagüe.
Bajo la técnica de compostaje humano, el cuerpo se coloca en una caja de metal junto con diferentes vegetales los cuales fomentan al crecimiento de microbios y bacterias. Para acelerar el proceso de descomposición, todo se somete a un proceso de calentamiento. Tras un periodo de aproximadamente un mes, solo queda un compuesto que se puede usar para abonar el césped u otros vegetales.
Ante estas técnicas contrarias a la fe católica, los obispos advierten que tanto la hidrólisis alcalina como el compostaje humano no respetan el cuerpo humano pues al quedar el cuerpo humano totalmente desintegrado, no queda nada distintivo de la persona humana para ser colocado en un ataúd o en una urna que pueda colocarse en un lugar sagrado para que los fieles acudan a orar en recuerdo del finado.
La hidrólisis alcalina, el compostaje humano, el esparcimiento de cenizas en el aire o el mar o la tierra, su transformación en diamantes o incluso tener las cenizas repartidas de un difunto en una o varias casas, son acciones contrarias al respeto de los restos mortales que exige la fe católica, dicen los obispos norteamericanos.
Cementerios o columbarios para las cenizas
Citando al Catecismo de la Iglesia Católica, los obispos americanos recuerdan que la Iglesia considera que el entierro es la forma más apropiada para disponer del cuerpo del difunto. «La Iglesia aconseja vivamente que se conserve la piadosa costumbre de sepultar el cadáver de los difuntos. Sin embargo, no prohíbe la cremación» (CIC, 1176 § 3). En este último caso, el documento de los obispos norteamericanos expresa que los requerimientos básicos para disponer respetuosa y adecuadamente de las cenizas es que sean colocadas en un lugar sagrado, tales como cementerios, columbarios, o criptas y mausoleos de las iglesias. De este modo, se expresa el respeto a los restos del difunto y se manifiesta nuestra esperanza cristiana en la resurrección de los muertos. «Nuestra humanidad completa incluye nuestra corporeidad. Por lo tanto, estamos obligados a respetar nuestro cuerpo a lo largo de nuestras vidas y respetar el cuerpo de los difuntos una vez que su existencia terrena ha llegado a su fin. La manera en que tratamos los cuerpos de nuestros amados difuntos debe dar testimonio de nuestra fe y esperanza en lo que Dios nos ha prometido».