El Papa desea que las conclusiones del Documento Final del Sínodo de la Sinodalidad sean tenidas en cuenta como Magisterio ordinario del Papa. El Documento Final de la XVI Asamblea General del Sínodo de los Obispos, aprobado el 26 de octubre de 2024, es fruto de un proceso sinodal iniciado en octubre de 2021. Este camino ha sido un ejercicio de escucha profunda al Pueblo de Dios y discernimiento de los pastores, con el objetivo de identificar pasos concretos para fortalecer la comunión, promover la participación y renovar la misión encomendada por Jesucristo. Las orientaciones del Documento son el resultado de un recorrido que comenzó en las Iglesias locales y se extendió a niveles nacionales, continentales y mundiales, culminando en dos sesiones de la Asamblea del Sínodo en 2023 y 2024.
El Documento, que representa una expresión del magisterio ordinario del Papa, contiene directrices para guiar a la Iglesia hacia una praxis sinodal más profunda y coherente con los desafíos actuales. Aunque no tiene un carácter estrictamente normativo, invita a las Iglesias locales y agrupaciones a aplicar sus indicaciones mediante procesos de discernimiento y toma de decisiones, adaptándose a los diferentes contextos culturales y pastorales. En muchos casos, esto implica implementar normas ya existentes en el derecho eclesial vigente, tanto en su versión latina como oriental. En otros, abre la puerta a formas creativas de ministerialidad y acción misionera, fomentando experiencias que deberán ser evaluadas.
Los obispos informarán a Roma
La fase de implementación será acompañada por la Secretaría General del Sínodo y diversos dicasterios de la Curia Romana. Los obispos, por su parte, tendrán la tarea de informar sobre los avances en sus visitas «ad limina», documentando las decisiones tomadas, los frutos alcanzados y las dificultades enfrentadas. Este seguimiento busca asegurar que las orientaciones del Documento sean aplicadas de manera efectiva, promoviendo una Iglesia más sinodal y misionera.
Uno de los aspectos destacados es la llamada a inculturar las soluciones pastorales, respetando las tradiciones y desafíos locales. Esto refleja un enfoque flexible y dinámico que reconoce la diversidad dentro de la unidad de la Iglesia. A la vez, subraya la importancia de buscar nuevas formas de acompañamiento pastoral y estructuras ministeriales que respondan a las necesidades de las comunidades concretas.
El camino sinodal, lejos de concluir con la publicación del Documento, se entiende como un proceso en curso. Inspirado por el Espíritu Santo, su objetivo último es rejuvenecer la Iglesia, renovar su compromiso con el Evangelio y avanzar hacia la unidad plena y visible de los cristianos. El Papa considera que la sinodalidad no solo interpreta el ministerio jerárquico, sino que lo enriquece, marcando un estilo de caminar juntos en comunión y diversidad.
Doctrina y práctica pastoral
El Documento también pone en perspectiva la relación entre la doctrina y la práctica pastoral. Reconociendo la necesidad de unidad doctrinal, abre espacio para diferentes interpretaciones y aplicaciones en temas específicos, siempre en fidelidad al Evangelio y bajo la guía del Espíritu. Este enfoque permite que la Iglesia responda mejor a los desafíos contemporáneos, actuando como testimonio vivo de la fe en medio de las complejidades del mundo actual.
Finalmente, el Sínodo se presenta como un instrumento para aprender y desarrollar cada vez mejor el estilo sinodal, entendiendo que este proceso involucra tanto dimensiones geográficas como interiores. Esto requiere una apertura continua al Espíritu, quien guía a la Iglesia hacia una mayor armonía y comunión con Cristo, su Esposo. El Papa concluye reiterando la necesidad de hechos concretos que acompañen las palabras compartidas, confiando en que el Espíritu Santo sostendrá este camino de renovación y misión.