América Latina

El doctor Cofiño, más cerca de la beatificación

El Papa Francisco ha declarado venerable al médico guatemalteco Ernesto Cofiño, que falleció con fama de santidad en 1991.

José Carlos Martín de la Hoz·19 de diciembre de 2023·Tiempo de lectura: 2 minutos

En la mañana del 14 de diciembre de 2023 la prensa se hacía eco de la noticia, largamente esperada por los devotos del mundo entero, de que el Santo Padre Francisco había autorizado al Dicasterio de las Causas de los Santos a publicar el Decreto de virtudes heroicas por el que se nombraba a Ernesto Cofiño Ubeco “Venerable Siervo de Dios”.

En la práctica, este hecho significa que la Iglesia, después de escuchar la voz del pueblo de Dios a través de documentos, testimonios, cartas, favores y gracias, ha determinado que Ernesto ha vivido todas las virtudes cristianas en grado heroico. Termina de este modo la segunda fase del proceso de canonización que comenzó en el año 2002, cuando el dicasterio concedió el decreto de validez del proceso diocesano del médico guatemalteco Ernesto Cofiño (1889-1991), que había fallecido con fama de santidad.

Durante estos más de veinte años de fase romana, la Iglesia, a través del Postulador de la Causa y el relator del Dicasterio, han estudiado seriamente la vida heroica del doctor Cofiño y los abundantes favores y gracias atribuidos a su intercesión que han ido llegando a la postulación desde los cuatro puntos cardinales y, finalmente, los consultores teólogos, históricos, obispos y cardenales han confirmado el decreto de Venerable.

Con este paso jurídico y teológico, comienza la tercera fase del proceso: la escucha atenta de la voz de Dios, la prueba de un milagro concedido por Dios a través de la intercesión de este Venerable. Con un primer milagro, es decir, constatado un hecho sobrenatural por intercesión del santo y probado su origen inexplicable científicamente, se daría pie a la beatificación y con ella al comienzo del culto público restringido a una parte del pueblo de Dios.

La demostración de un ulterior milagro, con el correspondiente aparato científico, teológico y jurídico, abriría el camino a la canonización y con ella al comienzo del culto público universal.

Así se entienden mejor las declaraciones del postulador romano, Santiago Callejo, quien ha animado a los fieles cristianos a pedir a Dios gracias materiales y espirituales a través del doctor Cofiño y a poner por escrito los favores obtenidos, pues es de justicia dejar constancia de esos hechos.

Como biógrafo del doctor Cofiño (José Carlos Martín de la Hoz, “Complicidades divinas y humanas. Una emblanza del Dr. Cofiño”, Palabra) desearía resaltar que Ernesto es a la letra un “santo de la puerta de al lado” y “un santo de nuestro tiempo”, pues luchó denodadamente por la defensa de todas las vidas humanas, de los no nacidos, y, como pediatra, de todos los nacidos.

En la sombra queda la inolvidable figura de Clemencia Somoyoa, la esposa, quien compartió con Ernesto ese hogar luminoso y alegre y en cuyo amor conyugal alcanzaron ambos la gracia del cielo. Aunque a ella no se le haya abierto por el momento un proceso de beatificación, ya hay muchas voces que lo reclaman.

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