El evangelio de San Juan (15, 9-17), en el que Jesús predica el mandamiento de amarnos unos a otros, “como yo os he amado”, ha sido el motivo de la reflexión del Papa Francisco en el Regina coeli de este VI domingo de Pascua.
“Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos […], a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer”. Así se puede leer en un fragmento de este evangelio, y el Papa se ha referido a ello.
“Hoy el Evangelio nos cuenta que Jesús dijo a los Apóstoles: ‘Ya no os llamo siervos, sino amigos’”, ha comenzado el Papa. “¿Qué significa esto? En la Biblia, los ‘siervos’ de Dios son personas especiales, a las que Dios confía misiones importantes, como Moisés, el rey David, el profeta Elías, hasta la Virgen María (cf. Lc 1,38). Son personas en cuyas manos Dios pone sus tesoros”.
Nuestros amigos, la amistad
“Pero todo esto no basta, según Jesús, para decir quiénes somos para Él: se necesita algo más, algo más grande, que va más allá de los bienes y de los planes mismos: se necesita la amistad”, ha proseguido. “Pensemos por un momento en nuestros amigos, ¡y demos gracias al Señor! La amistad no es fruto del cálculo, ni de constricción: nace espontáneamente cuando reconocemos algo de nosotros mismos en la otra persona. Y, si es verdadera, es tan fuerte que no decae ni siquiera ante la traición”.
“El amigo ama en toda ocasión –dice el Libro de los Proverbios-, como nos muestra Jesús cuando a Judas, que lo traiciona con un beso, le dice: ‘¡Amigo, para eso estás aquí!’. “Un verdadero amigo no te abandona, ni siquiera cuando cometes un error: te corrige, puede reprenderte, pero te perdona y no te abandona”.
“Somos amigos de Jesús”
“Y hoy Jesús, en el Evangelio, nos dice que para Él somos precisamente eso, amigos: personas queridas más allá de todo mérito y expectativa, a las que Él tiende la mano y ofrece su amor, su Gracia, su Palabra; con las que comparte lo que le es más querido, todo lo que ha escuchado del Padre (cf. Jn 15,15). Hasta el punto de hacerse frágil para nosotros, hasta ponerse en nuestras manos sin defensa ni pretensiones, porque nos ama, quiere nuestro bien y quiere que participemos del suyo”.
“Para Él somos sus amigos, y nos ama como amigos. Que Maria nos ayude a crecer en la amistad con su Hijo, y a difundirla a nuestro alrededor”, ha concluido el Pontífice.
Pascua de los ortodoxos y diálogo por la paz
Tras el rezo del Regina coeli desde la ventana del Palacio Apostólico, y ante miles de romanos y peregrinos que se han congregado en la Plaza de Pedro, el Papa se ha unido a la alegría de la celebración de la Pascua de nuestros hermanos ortodoxos y de las iglesias católicas orientales.
También ha rezado por los fallecidos en las inundaciones en Rio Grande do Sul (Brasil), y por sus familiares, en unión con toda la Iglesia en Brasil. Y ha rogado “para que haya paz” en las guerras de “la martirizada Ucrania”, y en Tierra Santa, Israel y Palestina. “No a la guerra, sí al diálogo”, ha repetido al menos en dos ocasiones.
Frascisco ha saludado asimismo a parroquias italianas en las que los jóvenes reciben el sacramento de la Confirmación, y ha mencionado también un saludo a Human Life International, y a la Asociación Meter, comprometida en la lucha contra cualquier forma de abuso contra menores.