“Hoy se celebra la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, sobre el tema Libres de elegir, si migrar o quedarse, para recordar que emigrar debería ser una elección libre, y nunca la única posible”, ha comenzado diciendo el Santo Padre en el Ángelus.
“El derecho de emigrar se ha transformado hoy, de hecho, en una obligación, mientras debería existir un derecho a no emigrar, para quedarse en la propia tierra. Es necesario que a cada hombre, a cada mujer, se le garantice la posibilidad de vivir una vida digna en la sociedad en la que se encuentra”, ha señalado el Papa.
“Lamentablemente, miserias, guerras, crisis climáticas, obligan a tantas personas a huir. Por eso estamos todos llamados a crear comunidades listas para acoger y promover, acompañar e integrar a los que llaman a nuestras puertas”, alienta Francisco.
“Este desafío ha sido el centro de los Encuentros Mediterráneos los últimos días en Marsella, en cuya sesión conclusiva participé ayer, dirigiéndome a esa ciudad, encrucijada de pueblos y culturas”.
Entre otros mensajes, el Papa Francisco animó en la ciudad francesa a participantes y autoridades a contribuir a hacer de la región mediterránea “el principio y el fundamento de la paz entre todas las naciones del mundo”.
Fraternidad y acogida en Europa
El Mediterráneo es un “espejo del mundo” y “lleva en sí mismo una vocación global de fraternidad, único camino para prevenir y superar los conflictos”, añadió el Santo Padre. “Y luego, hay un grito de dolor que es el que más retumba de todos, y que está convirtiendo el mare nostrum en mare mortuum, el Mediterráneo de cuna de la civilización en tumba de la dignidad”.
En la sesión conclusiva, el Papa se refirió a la “terrible lacra de la explotación de los seres humanos”, e indicó que “la solución no es rechazar, sino garantizar, en la medida de las posibilidades de cada uno, un amplio número de entradas legales y regulares, sostenibles gracias a una acogida justa por parte del continente europeo, en el marco de la cooperación con los países de origen”.
Parábola de los jornaleros, “Dios nos llama”
Antes del rezo del Ángelus, el Santo Padre ha comentado este domingo la parábola de los jornaleros que son llamados a distintas horas del día a trabajar en la viña, y el propietario les paga la misma retribución.
Francisco ha afirmado que “la parábola es sorprendente”, y que podría parecer una injusticia, pero ha subrayado que el Señor nos quiere mostrar los criterios de Dios, que “no hace el cálculo de nuestros méritos, sino que nos ama como hijos”.
“Él paga a todos la misma moneda. Su amor”. “Dios sale a todas horas para llamarnos, salió desde el alba. Nos busca y nos espera siempre. Dios nos ama y basta”, ha señalado Francisco.
“Así es Dios. No espera nuestros esfuerzos para venir a nosotros. Él toma la iniciativa, sale hacia nosotros para manifestarnos su amor a todas las horas del día que, como afirma san Gregorio Magno, representa todas las fases y estaciones de nuestra vida hasta la vejez”.
“Para su corazón, nunca es demasiado tarde. No lo olvidemos. Siempre nos busca. La justicia humana es dar a cada uno lo suyo, mientras la Justicia de Dios no mide el amor en la balanza de nuestros rendimientos y de nuestros fallos. Dios nos ama y basta. Lo hace porque somos hijos y con un amor incondicional, un amor gratuito”, ha resaltado el Romano Pontífice.
“A veces corremos el riesgo de tener una relación mercantil con Dios, centrándonos más en nuestras propias bondades que en la generosidad de su gracia. También como Iglesia hemos de salir a todas las horas del día y tender los brazos a todos. Podemos sentirnos los primeros de la clase, sin pensar que Dios ama también a los más lejanos, con el mismo amor que tiene para nosotros”.
“Por último ha preguntado, como hace habitualmente, si sabemos “salir hacia los demás” y si somos “generosos para dar comprensión y perdón como nos enseña Jesus y hace todos los días conmigo”. “Que la Virgen nos ayude a convertirnos a la medida de Dios, la de un amor sin medida”.
Vigilia Ecuménica de Oración el sábado
Al finalizar, el Papa ha agradecido su tarea a los obispos de la Conferencia Episcopal italiana, “que hacen de todo para ayudar a nuestros hermanos y hermanas emigrantes”, y ha saludado a los romanos y peregrinos de tantos países, en particular al seminario diocesano internacional Redemptoris Mater de Colonia, en Alemania, y al grupo de personas afectadas por la enfermedad rara llamada Ataxia, con sus familiares”.
Francisco ha invitado a participar en la Vigilia Ecuménica de Oración el sábado día 30 en la Plaza de San Pedro, en preparación de la Asamblea Sinodal que se iniciará el 4 de octubre, y ha recordado “a la martirizada Ucrania. Recemos por este pueblo que sufre tanto”, ha rogado el Papa.