Vaticano

«Del conflicto a la comunión»: la visión ecuménica del Papa Francisco

El Papa Francisco ha hecho un particular hincapié en los últimos días sobre el camino ecuménico subrayando una palabra por encima del resto: "comunión".

Giovanni Tridente·6 de julio de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
papa y ecumenismo

Foto: ©2021 Catholic News Service / U.S. Conference of Catholic Bishops.

La palabra «comunión» se escuchó al menos una docena de veces en dos encuentros distintos a nivel ecuménico que el Papa Francisco ha mantenido en las últimas semanas con miembros de otras Iglesias cristianas.

En la primera ocasión recibió en audiencia a los representantes de la Federación Luterana Mundial, acompañados por el Presidente Musa y el Secretario Junge, que vinieron a Roma el día de la conmemoración de la Confessio Augustana -el texto básico de las Iglesias protestantes de todo el mundo- cuyo 500 aniversario se cumple el 25 de junio de 2030.

El propósito de la visita, como recordó el Papa Francisco en su discurso, era fundamentalmente el intento de hacer crecer «la unidad entre nosotros». Y aquí el Pontífice ofreció como alimento para la reflexión la adhesión común a un camino que «del conflicto» pasa «a la comunión». Un viaje que sólo es posible si se está efectivamente «en crisis»: «la crisis que nos ayuda a madurar lo que buscamos».

De hecho, ya en 1980, luteranos y católicos tenían un documento conjunto – «Todos bajo un mismo Cristo»- en el que informaban textualmente: «Lo que hemos reconocido en la Confessio Augustana como fe común puede ayudarnos a confesar esta fe juntos de una manera nueva también en nuestro tiempo».

Han pasado treinta años, y ciertamente se han dado pasos adelante. Como los realizados por el Concilio de Nicea, cuyo 1700 aniversario se cumplirá en 2025, cuyo «Credo» es un texto de fe vinculante no sólo para católicos y luteranos, sino también para ortodoxos y otras muchas comunidades cristianas. La esperanza del Papa Francisco es que esto pueda ser una nueva ocasión para un «nuevo impulso al camino ecuménico.» Al fin y al cabo -explicó el Papa en su discurso- no se trata de hacer un simple «ejercicio de diplomacia eclesial, sino un camino de gracia», «que purifica la memoria y el corazón, supera las rigideces y orienta hacia una comunión renovada». El objetivo es alcanzar, en definitiva, una «unidad reconciliada en las diferencias».

Entre las próximas etapas del camino ecuménico con los luteranos, recordó el Pontífice, estará «la comprensión de los estrechos lazos entre la Iglesia, el ministerio y la Eucaristía», otra prueba -y de confianza- a vivir con humildad espiritual y teológica, para tratar de releer «los tristes acontecimientos del pasado» «dentro de una historia reconciliada».

La segunda ocasión del encuentro tuvo lugar en la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, con la Delegación del Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, que tradicionalmente viaja a Roma para esta ocasión. En este punto, el Papa Francisco se ha inspirado en la crisis sanitaria que sigue viviendo el mundo; ha recordado su preocupación por ver «desperdiciada» esta nueva oportunidad crítica «sin aprender la lección que nos da»; y se ha preguntado qué pide «todo esto» a cada cristiano.

También aquí la respuesta es la de «asumir el reto», «operar un discernimiento», «detenerse a examinar qué, de todo lo que hacemos, permanece y qué pasa». Y en el caso de los cristianos, esto significa empujar con fuerza en el «camino hacia la plena comunión», superando el repliegue sobre uno mismo, las seguridades y las oportunidades, los prejuicios y las rivalidades.

«Sin ignorar las diferencias que deben ser superadas a través del diálogo, en la caridad y en la verdad», el Papa Francisco reiteró, por tanto, la necesidad de «inaugurar una nueva fase de relaciones entre nuestras Iglesias» sintiéndose corresponsables las unas de las otras.

Todo ello, además, porque «el testimonio de la creciente comunión entre nosotros los cristianos», aportará esperanza y ánimo a muchos, además de «promover una fraternidad y una reconciliación más universales, capaces de corregir los errores del pasado».

El objetivo común, en definitiva, debe ser el de un futuro de paz para todos.

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