En el Ángelus de este III Domingo de Cuaresma, rezado en un día ventoso desde la ventana del Palacio Apostólico en la plaza de San Pedro, el Santo Padre ha comenzado señalando que “el Evangelio nos muestra hoy una escena dura. Jesús expulsa a los mercaderes del templo (cfr. Jn 2,13-25). Echa a los vendedores, derriba las mesas de los cambistas y amonesta a todos diciendo: ‘No hagan de la casa de mi Padre un mercado’”.
En el templo entendido como mercado, ha explicado el Pontífice, “para estar bien con Dios bastaba comprar un cordero, pagarlo y consumirlo en las brasas del altar. Comprar, pagar, consumir, y después cada uno a su casa”.
“En el templo entendido como casa, sucede lo contrario: se va para visitar al Señor, para estar unidos a Él y a los hermanos, para compartir alegrías y dolores. Todavía más, en el mercado se juega con el precio, en casa no se calcula; en el mercado se busca el propio interés, en casa se da gratuitamente”.
Rezar mucho como hijos, más casa y menos mercado
“Jesús es hoy duro porque no acepta que el templo-mercado reemplace al templo-casa, no acepta que la relación con Dios sea distante y comercial en vez de cercana y llena de confianza, que los puestos de venta sustituyan a la mesa familiar, los precios a los abrazos y las monedas a las caricias. Porque de ese modo se crea una barrera entre Dios y el hombre, y entre hermano y hermano, mientras que Cristo vino a traer comunión, misericordia y cercanía”.
La invitación del Papa Francisco es “para nuestro camino de Cuaresma: hacer en nosotros y a nuestro alrededor más casa y menos mercado. En primer lugar, con respecto a Dios. ¿Cómo? Rezando mucho, como hijos que, sin cansarse, llaman confiados a la puerta del Padre, no como mercaderes avaros y desconfiados”.
Difundir fraternidad, demos el primer paso
Y, después, ha continuado, “difundiendo fraternidad. Hace mucha falta. Pensemos en el silencio incómodo, aislador, a veces incluso hostil, que se encuentra en muchos lugares. Por ejemplo, en los medios de transporte: todos encerrados en sus propios pensamientos, solos con sus problemas, con los oídos tapados por los auriculares y los ojos hundidos en los teléfonos móviles. Un mundo en el que no se da gratis ni siquiera una sonrisa o un comentario”, ha denunciado
“Demos nosotros el primer paso”, ha alentado el Papa. “Saludemos, cedamos el asiento, digamos algo amable a quien está a nuestro lado: aunque no nos contesten o alguien nos mire mal, habremos hecho casa. Y esto puede valer para muchas otras circunstancias de la vida cotidiana.
Al concluir, ha animado a preguntarse, como suele hacer habitualmente. “¿cómo es mi oración? ¿Es un precio que hay que pagar o es el momento del abandono confiado durante el que no miro el reloj? ¿Y cómo son mis relaciones con los demás? ¿Sé dar sin esperar nada a cambio? (…). Que María nos ayude a “hacer casa” con Dios, entre nosotros y a nuestro alrededor”.
Urgente llamamiento a la paz en Tierra Santa y Ucrania
Tras el rezo de la oración mariana del Ángelus, Francisco ha abierto su corazón para revelar que “llevo cotidianamente en el corazón y con dolor la situación cotidiana de Palestina e Israel, con miles de muertos, personas desoladas, la inmensa destrucción causada”, pienso en los indefensos que ven comprometido su futuro. “¿Verdaderamente se piensa construir un mundo mejor de este modo? ¿Verdaderamente se piensa en alcanzar la paz? Basta por favor, basta”, ha repetido, ante los aplausos de los fieles en San Pedro.
“Deténganse” ha clamado, tengan el coraje de continuar las negociaciones en toda la región, “para que sean liberados todos los rehenes” y lleguen a sus familias, y “para que la población pueda tener acceso seguro a todos los bienes humanitarios”.
“Y por favor, no nos olvidemos de la martirizada Ucrania, hay tanto dolor allí”.
El desarme es un deber moral
A continuación, el Papa ha recordado que el 5 de marzo se celebrará la II Jornada de concienciación sobre el desarme. ¡Cuántos recursos económicos se derrochan y siguen aumentando! “Deseo que la comunidad internacional comprenda que el desarme es un deber moral, y esto requiere el valor de todos los miembros de la gran familia de las naciones”, pasar del equilibrio del miedo al desarme.
Finalmente. el Pontífice ha saludado a algunos grupos de peregrinos presentes, estudiantes de Portugal, grupos de Badajoz, de Polonia, chicos que recibirán la Confirmación en diócesis italianas, fieles procedentes de Padua, y jóvenes ucranianos de la comunidad de Sant’Egidio reunidos bajo el tema “Hacer el mal con el bien”, gracias por lo que hacen a favor de los que más sufren por la guerra, ha señalado. Y ha concluido pidiendo “no se olviden de rezar por mí”, como hace siempre.