Cultura

Timothy Schmalz. Cuando la fe se esculpe en bronce

Obras como Angels Unawares (Ángeles sin saberlo) o los Homeless Jesus (Jesús sin techo) forman parte del catálogo del artista canadiense Timothy Schmalz que, a través de su prolífica obra escultórica de carácter religioso, acerca al espectador a realidades “visibles e invisibles”. Especializado en la escultura en bronce, Schmalz concibe su trabajo como una evangelización materializada: la realización obras de arte que glorifiquen a Cristo. 

Maria José Atienza·4 de noviembre de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

Imagen: escultura de Timothy Schmalz. ©CNS/ Paul Haring

Desde el 29 de mayo de 2022, la iglesia romana de San Marcello al Corso muestra en su interior una curiosa imagen: una moderna Virgen con un Niño no nacido en su interior, visible, obra del artista canadiense Timothy Schmalz, que pretende celebrar la vida a través de la belleza. 

Esta imagen, bautizada como el Monumento a la Vida, fue bendecida por Mons. Vicenzo Paglia, presidente de la Pontificia Academia para la Vida del Vaticano. No será la única imagen de estas características que se podrá ver en todo el mundo. Junto a la escultura de Roma, Washington albergará una réplica de este Monumento a la vida

El propio Schmalz ha señalado que la fuente de inspiración para el Monumento a la Vida la encontró en el Mensaje del Papa Francisco para la Jornada Mundial de la Paz de 2015. 

Al artista, que ha sido recibido varias veces por el Santo Padre, le llamó la atención lo que el Papa llamaba en este mensaje la “globalización de la indiferencia”. Basándose en esta idea, Schmalz pensó que una escultura podría ayudar a concienciar sobre esas otras vidas vulnerables en el vientre de sus madres. En otras palabras, hacer visible lo invisible. 

En este sentido, como destaca para Omnes Tim Schmalz, no es que la sociedad tenga dificultades para acceder a la trascendencia sino que “la naturaleza humana es creer en lo que se ve. Si el feto se pudiera ver siempre, creo que habría una sociedad que lo consideraría más sagrado”. 

El desarrollo de esta escultura fue, como señala el autor “muy rápido y hermoso. Hice un boceto inicial y, en el momento en que vi el dibujo, supe que era excelente”.

Toda la imagen dirige la mirada del espectador hasta el centro: el Niño no nacido. Al mismo tiempo, “recoge” también al espectador, que se refleja en el círculo de acero plateado el vientre de la Virgen, que actúa como un espejo. “Los espectadores de la escultura se ven literalmente en el centro de la obra, simbolizando su conexión con esta fuente creativa” afirma Schmalz.

El Monumento a la Vida es una donación del Movimento Per la Vita Italiano . En este sentido, como señaló Mons. Vicenzo Paglia en la bendición de la imagen, “se trata del compromiso para que la mujer (y la pareja) reciba todo el apoyo posible para prevenir el aborto, superando las dificultades, incluidas las económicas, que llevan a la interrupción del embarazo”. 

Su lugar romano, en la iglesia de San Marcello, que alberga el “Crocifisso miracoloso”, que el Papa Francisco llevó al Vaticano durante la pandemia, es una manera de hacer que muchas personas, de todos los lugares, se encuentren con este canto a la vida no nacida. 

La colocación y bendición de esta imagen se ha producido en un momento en el que el debate sobre la vida ha vuelto a primera plana en países como Estados Unidos. Con el Monumento a la Vida el escultor quiere, de hecho, “celebrar la vida”. Es cierto que, tanto el desarrollo como la inauguración de este monumento no ha sido propiciado por el debate, sino que ha resultado ser una coincidencia. 

Casualidad o no, para Tim Schmalz “debemos defender toda la vida, como dijo el Papa Francisco, aunque no sea conveniente”. Por este motivo, el artista quiere que esta escultura esté ubicada donde pueda servir como testimonio. De ahí que el Monumento a la Vida de Estados Unidos, tras cortas estancias en diferentes ciudades, vaya a ser instalado de forma permanente en la capital del país.

La barca de migrantes en San Pedro

No es la primera obra de Tim Schmalz ubicada en el corazón de la cristiandad; el canadiense es el autor de Angels Unawares, un impactante grupo escultórico que, desde septiembre de 2019, ocupa un lateral de la Plaza de San Pedro. La ingente obra representa una balsa en la que se acurruca, expectante, un grupo de migrantes y refugiados de diferentes orígenes culturales y raciales, y de diversos períodos históricos. De entre ellos, sobresalen unas alas de ángeles remitiendo al texto de la carta a los Hebreos: “No olvidéis la hospitalidad: por ella algunos, sin saberlo, hospedaron a ángeles”. Una escultura que supuso todo un reto para el escultor. 

Angels Unawares fue iniciativa de la Sección de Migrantes y Refugiados del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral para conmemorar la 105ª Jornada Mundial del Migrante y el Refugiado. El propio Papa Francisco presidió la Santa Misa tras la que se bendijo la escultura. 

Cuando recibió el encargo desde la Santa Sede, Schmalz reconoce que sintió, más que felicidad, “una responsabilidad muy grande de dar la mejor cara de nuestra fe a través del arte. No había tiempo para descansar”. Además de la que se puede ver en San Pedro, Angels Unawares puede verse en el campus de la Catholic University of America.

Un especial “sin techo” 

Entre las obras de inspiración religiosa más conocidas de Timothy Schmalz destacan sus Homeless Jesus. Estas esculturas muestran un indigente sin techo, acostado en un banco de la calle y cubierto por una manta raída. Al observar detenidamente, en las marcas de sus pies, descubrimos a un Cristo cuyo rostro se oculta en la figura de la pobreza más extrema. 

Son numerosos los lugares, generalmente exteriores y de tránsito continuado, en los que se pueden ver estas impactantes obras: los alrededores de la catedral metropolitana de Buenos Aires, el Seosomun Historical Park de Seúl, las orillas del mar de Galilea o el exterior de la sede romana del movimiento de Sant’Egidio, son algunos de estos lugares. 

Una de las características de muchas de estas obras de Schmalz que representan realidades especialmente dolorosas como pueden ser la emigración, el desamparo o la exclusión es la serenidad con la que transmite estas duras escenas. Tim Schmalz señala para Omnes que, al enfrentarse a este tipo de realidades, “me centro en el tema y trato de hacerlo lo más auténtico posible. Creo que una obra de arte es bella si muestra la verdad de algo”. 

“La fe es la razón de mi escultura”

El escultor canadiense afirma sin ambages que “mi fe es la única razón por la que esculpo, sería imposible poner tanto tiempo en mi arte si no tuviera una misión de Dios”. Para Schmalz el artista es un evangelizador y ha de ser consciente de ello. Hacer de su obra una vía de comprensión, de acercamiento al otro y a Dios. “Si la escultura fuera lo suficientemente buena cambiaría los corazones y las mentes de la gente” apunta Tim Schmalz, “si no lo consigue no es la religión la que falla, somos nosotros, el artista, el sacerdote, todos los que evangelizamos los que no presentamos la verdad de una manera que la gente pueda ver”.

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