¿Qué es el sudario de Turín, denominado asimismo santo sudario, síndone o sábana santa? Significado tradicional y muestras de piedad.
Se trata de una tela de lino que muestra la imagen de un hombre que presenta marcas y traumas corporales como los que pueda haber en una crucifixión. Mide 436 cm de largo, y 113 cm de ancho.
Se custodia en Turín, en una capilla propia construida en el siglo XVII, dentro del complejo compuesto por la catedral, el palacio real y el denominado palazzo Chiablese.
Desde siempre ha habido un extenso debate acerca de sus orígenes, y de la figura que contiene el sudario. Entre científicos, teólogos, e investigadores en general. Muchos sostienen que se trata de la ropa que cubrió el cuerpo de Jesucristo al ser enterrado, y que la figura que quedó grabada en esa tela es la suya.
Resulta sobrecogedor el relato del fotógrafo Secondo Pía, quien, en 1898, al revelar las fotografías que hizo a la tela vio “aparecer el santo rostro, tan claro que retrocedió”. No sospechaba que su descubrimiento iba a impactar en la comunidad científica del modo como lo hizo. Desde entonces esa sábana sido objeto de examen sistemático, dando origen a la disciplina científica conocida como “sindonología”; en griego sábana se dice “sidon”.
Según relatan los Evangelios, antes de depositar el cuerpo de Jesús en el sepulcro fue envuelto en una sábana. Al modo como se hacía entonces, pondrían un gorro sobre su cabeza, atado a sus mejillas. Luego sería envuelto a lo largo con una sábana –“sindon”– y atado horizontalmente con dos vendas. Por último, un velo –“sudarion”– cubriría su rostro.
La ley judía sostenía que un cadáver es impuro, de modo que todo lo que lo tocase se volvía impuro. Ello cambió con la resurrección de Jesús, de ahí que sus discípulos se afanaran por conservar los objetos que habían estado en contacto con su cadáver.
Eusebio de Cesarea, siglo III, es el primero en referirse a la existencia de un lienzo con la huella de Jesús. Desde entonces hay rastro de sus diferentes destinos, custodias y vicisitudes.
A finales del siglo XVI la sábana santa se custodiará en Turín. El llamado hasta entonces Mandylion de Edesa pasará a conocerse como el sudario de Turín. Solo a principios del siglo XVIII a causa del asedio francés a la ciudad, y durante la Segunda Guerra Mundial, será traslado a un lugar distinto por motivos de seguridad.
Al morir el último de los monarcas de la casa de Saboya en 1983, la sábana santa pasaría a quedar a cargo de la Santa Sede.
Diversos estudios científicos, entre otras conclusiones, han llegado a las siguientes:
- La imagen reflejada en la síndone es de un hombre que sufrió una extrema agonía;
- la hebra con la que se tejió el lienzo procede de Oriente medio; los tejidos de este tipo ya se utilizaban en los primeros años del Cristianismo, y probablemente proceda de telares judíos;
- la síndone coincide con lienzos sepulcrales del siglo I;
- la imagen no fue pintada al no verse trazos de pigmentos, así como por el hecho de que no habría podido pintarla ningún artista del medioevo al no conocerse entonces la técnica de la perspectiva que refleja;
- un alto porcentaje de las semillas halladas en la reliquia proceden de Judea;
- el polen de una de las plantas encontrado en la síndone se refiere a la que se usó para extraer las espinas que configurarían la corona con la cual fue coronado Jesucristo;
- de la imagen se extrae que unos clavos atravesarían las muñecas de las manos, y no las palmas como se representa al crucificado en imágenes y pinturas; ello confirmaría que la imagen de la sábana no es una falsificación pictórica medieval;
- tras los estudios acerca de la técnica de producción de imagen se concluye que estamos ante una imagen no hecha por mano;
- a los pies de la tela se descubrieron restos de minerales que se usaban en las construcciones de la antigua Jerusalén, lo que confirmaría que quien fuera envuelto en ella habría transitado por esa ciudad;
- se descubrieron en las cuencas de los ojos los dibujos de unas moneditas que se habrían colocado al cuerpo que refleja la tela, y esas monedas son de la época de Tiberio; o sea de los primeros años del siglo I, cuando murió Jesucristo.
Cabe subrayar que la Iglesia Católica no se ha manifestado acerca de la autenticidad del santo sudario. Sobre todo porque constan comprobaciones científicas que datan la tela en años posteriores al siglo I, como la prueba realizada en 1988 mediante radiocarbono –carbono 14–, que la sitúa en el siglo XIV.
San Juan Pablo II se pronunció en 1998, manifestando que al no tratarse de una cuestión de fe, la Iglesia no tiene competencia específica para pronunciarse sobre esas cuestiones. Serán los científicos quienes deban seguir investigando.
En 1958 el papa Pío XII autorizó oficialmente la devoción a la denominada “santa Faz de Jesús”, la cara que consta grabada en el sudario de Turín.
Distintos acontecimientos en relación con el sudario de Turín
A principios del siglo XVI hubo un incendio en la capilla que custodiaba la sábana santa; ésta fue dañada y, para su restauración, se usaron una serie de parches o remiendos.
En 1997 un nuevo incendio dañó la síndone. Pero fue restaurada en 2002, siendo retiradas la cubierta de la sábana y una serie de parches. Gracias a esa restauración pudo ser estudiado con precisión el reverso de la tela, que hasta entonces quedaba oculto.
La exposición al público de la sábana santa es muy reservada, por razón del cuidado que debe procurársele. Las últimas exposiciones tuvieron lugar en el año 2000 con motivo del Jubileo, en 2010 con expreso deseo del hoy Papa emérito Benedicto XVI, y en 2015 debido al bicentenario del nacimiento de Don Bosco.
Características de la imagen grabada en el sudario
Aunque hay muchas opiniones acerca de las características de la imagen del hombre grabada en la sábana santa, parece que reina acuerdo sobre algunas de ellas.
Cabe destacar que presenta los colores invertidos respecto de una imagen óptica habitual. De ahí que haya sido comparada con un negativo. Los contornos de la imagen, que solo puede observarse a cierta distancia, son imprecisos.
Hay naturalmente creyentes que consideran la imagen como un rastro de la resurrección de Jesús, y cuentan con efectos sobrenaturales –o al menos seminaturales– que debieron colaborar en el proceso de estampado de la imagen en la síndone. Es decir, creen en el milagro de tal estampación, y creen en que quien fue estampado fue el mismo Jesucristo, por el tipo de heridas y otros detalles que concuerdan con su persona.
El sudario de Oviedo: ¿qué es y por qué se relaciona con el sudario de Turín?
Además de la sábana santa hay otras reliquias cristianas relacionadas con la ropa que pudiera vestir Jesucristo tras su descendimiento de la Cruz y enterramiento.
Una de ellas es el sudario –o “pañolón”– de Oviedo. En esta ciudad española se conserva un pequeño paño de lino manchado de sangre. Se venera como la prenda funeraria que, según los Evangelios –cfr. Juan 19:40 y 20:5-8– constituyó el sudario que cubría la cabeza. Los cuatro evangelistas se refieren a diversos paños que vistió Nuestro Señor con motivo de su enterramiento: la síndone o sábana, el sudario o paño de la cabeza, y las vendas. Refieren que al llegar al sepulcro la mañana de Pascua Pedro y otro discípulo se encontraron el sepulcro vacío y los lienzos plegados, y el sudario que había sido puesto en su cabeza, no plegado con los lienzos sino aparte, todavía enrollado.
Contamos con leyendas que señalan la presencia del sudario en Oviedo desde el siglo VIII, antes de lo cual debió permanecer por tiempo en Tierra Santa, dando por sentado que san Pedro sería su primer custodio.
Al igual que con la sábana santa, hay estudios acerca de la composición de la tela del sudario de Oviedo, la sangre y otros restos hallados en el mismo, que llevan a pensar que pudiera ser el de Jesucristo.
La cuestión más importante en el estudio del sudario de Oviedo es su relación con el sudario de Turín o sábana santa. En varias ocasiones se ha afirmado que ambas prendas cubrieron idéntica cabeza en dos momentos distintos pero cercanos entre sí; ello basándose en la historia, las causas de la muerte del hombre que debió vestir esas telas, y la composición sanguínea y patrones de las manchas que nos han llegado.
Sin embargo, en contra de la tesis acerca de la pertenencia de esas prendas a Jesucristo, existen cuatro dataciones que sostienen que el pañolón es de origen medieval, situado entre los siglos VI y IX.
También opuestos a esa pertenencia hay quienes defienden que, si hubiera sido conservada la mortaja del Señor, los evangelistas lo hubieran recogido en sus relatos, cosa que no hicieron. Cosa distinta es el hecho de que el evangelio de san Juan hable de un pañuelo para tapar el rostro de Jesús y una vendas o lienzos que ataban o ligaban el cuerpo, y el resto de los evangelios tan solo hablen de una mortaja como sábana. Esto último descartaría el evangelio de san Juan entre los que reconocieran la veracidad de la sábana santa.