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Para que llegue la buena muerte

Puede parecer que el planteamiento postmoderno frente al final de la vida, aunque aparente ampliar la libertad individual, constituye un doble fraude. El libro que acaba de publicar Pablo Requena resulta imprescindible para cualquier persona que quiera pensar sobre la eutanasia y, en general, sobre el final de la vida.

Vicente Bellver Capella·18 de noviembre de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos

A todos nos da miedo morir. Pero la cultura actual, lejos de proveernos de medios para afrontar ese periodo final de nuestra vida en las mejores condiciones, da por supuesto que la muerte es el mal absoluto y le da por completo la espalda. Y lo hace con la propuesta transhumanista de llegar a tener vidas inmortales, o con la reivindicación de la eutanasia como un derecho. En ambas propuestas subyace la idea de que uno es soberano para decidir cuándo acaba con su vida. La vida deja de ser un derecho humano, que protege un bien fundamental para la persona como es su vida, y se convierte en un derecho del que dispone el ser humano como quiera. 

Libro

Título: La buena muerte. Dignidad, cuidados paliativos y eutanasia
Autor: Pablo Requena
Editorial: Sígueme
Ciudad y año: Salamanca, 2021

El planteamiento postmoderno frente al final de la vida, aunque aparente ampliar la libertad individual, constituye un doble fraude. Primero, porque la vida inmortal no solo es una quimera sino una pesadilla. La épica de la existencia humana está asociada a nuestra condición vulnerable y mortal. Y segundo, porque nadie renuncia a vivir y pide la eutanasia si su vida merece la pena. Y toda vida tiene sentido si estamos convencidos como sociedad de que así es y que actuamos en consecuencia. Uno pide morir porque está solo, tiene dolor o su vida está muy limitada. Pero si la persona está acompañada, sus dolores son aliviados y se le brinda la posibilidad de ser ella misma por muy limitada que esté, no se planteará pedir que acaben con su vida. 

Si no fuera por el abuso que se hace de la expresión, no dudaría a subrayar que este libro que acaba de publicar Pablo Requena resulta imprescindible para cualquier persona que quiera pensar sobre la eutanasia y, en general, sobre el final de la vida. Lo disfrutarán no solo los profesionales sanitarios y los responsables de políticas públicas sino todas las personas que se animen a leerlo. Porque no se puede abordar el tema con mayor claridad, serenidad, rigor y apertura de miras. El autor es médico de formación, profesor de bioética en la Pontificia Universidad de la Santa Cruz y actualmente representante de la Santa Sede ante la Asociación Médica Mundial. Esa formación y experiencia, unidas a una escritura que enlaza con la mejor tradición de los médicos-humanistas, le ha permitido ofrecer un libro breve pero enjundioso; que prescinde de la erudición pero está al día; que trata de muchas cuestiones pero todas ensambladas con gran coherencia. 

El libro se divide en dos partes. En la primera el autor se pregunta por qué hemos llegado a plantearnos la eutanasia como una opción para el final de la vida. Y se centra en el problema de la soledad, que constituye la gran epidemia del tiempo presente (y mucho más difícil de combatir que la Covid-19); en la prolongación de la vida en condiciones muchas veces penosas, a la que nos ha conducido el triunfo de la medicina sobre la muerte en el último siglo; en la existencia de una variedad de opciones terapéuticas que no necesariamente deben agotarse en todos los casos y de las que en ocasiones se abusa; en el fenómeno preocupante y creciente de “sentirse un peso para los demás” que embarga a muchas personas al final de sus vidas. Para cada uno de estos desafíos propone una respuesta específica, sostenida en la defensa del valor incondicional de cada ser humano, y presentada en tales términos que invita a pensar y dialogar más que a confrontarse.  

En la segunda parte se detiene en estudiar las dos alternativas que se proponen ante “el grito de auxilio que supone pedir la muerte”: o bien acompañar hasta el final o bien aplicar la eutanasia. Pablo Requena insiste en que ambas lógicas son opuestas entre sí. Si cuidamos hasta el final es porque estamos convencidos de que la vida de esa persona es sagrada y no deja de serlo por que sus capacidades mengüen. La lógica de los cuidados paliativos, sustentada en la tradición médica hipocrática, consiste en cuidar eficazmente evitando el sufrimiento y nunca en dar muerte. La lógica eutanásica, por el contrario, se sostiene sobre la aceptación de que un ser humano puede dar muerte a otro en determinadas circunstancias.

Precisamente porque el origen de la medicina hipocrática, base de la medicina actual, consistió en separar al médico que cura del gurú que puede procurar también la muerte, el autor muestra una enorme preocupación por el hecho de que se normalice el hecho de que sean los médicos quienes practiquen la eutanasia. Cita al respecto al padre de la deontología médica moderna en España, Gonzalo Herranz, quien afirmaba que “la eutanasia no es medicina, porque no la completa, sino que la sustituye”.  

Consciente de que la eutanasia no consagra un derecho sino el abandono de la persona en una de las etapas más críticas de su vida, acaba el libro insistiendo en la necesidad de revertir esta situación, derogando las leyes de eutanasia cuando sea posible y abogando por una asistencia integral a las personas al final de la vida, que no deje a nadie atrás.

El autorVicente Bellver Capella

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