“Sostenemos que estas verdades son evidentes: que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, entre ellos la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” (4 de julio de 1776). El inicio de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América contiene grandes ideales que miles de norteamericanos han defendido a lo lago de la historia. Los edificios, calles, plazas y jardines de la capital norteamericana, Washington D.C. les rinden tributo con monumentos para recordar su influencia en la configuración de la nación. Sin embargo, nadie había puesto atención en evocar otro factor decisivo: la Biblia. Para cumplir esa función abrió sus puertas el Museo de la Biblia, ubicado tan solo a unas manzanas de la Explanada Nacional (National Mall), la inmensa área de jardines rodeada por los museos Smithsonianos, los monumentos nacionales y los memoriales.
Tan solo la red de Museos del Instituto Smithsoniano (Smithsonian), comprende 19 museos, galerías e incluso un zoológico.
Un museo del siglo XXI
El Museo de la Biblia abrió sus puertas en noviembre del 2017. Es un edificio de siete pisos que abarcan casi cuatro mil metros cuadrados. Se exhiben objetos que abarcan 4,000 años de historia del cristianismo y de la Palabra de Dios, desde réplicas de los rollos del Mar Muerto hasta las Biblias que trajeron los primeros peregrinos en el Mayflower (1620) y las Biblias de los primeros colonizadores. El museo cuenta con exposiciones temporales y permanentes. Entre estas últimas se encuentran: El impacto de la Biblia (segundo piso); Las historias de la Biblia (tercer piso); La historia de la Biblia (cuarto piso). Las salas de exposición incluyen de manera admirable tecnología punta, proporcionando al visitante una lectura inmersiva y comprensiva de los temas expuestos. Asimismo, en el museo se puede hacer un recorrido virtual por los sitios emblemáticos del cristianismo, por ejemplo la Tierra Santa o las calles de Galilea durante el tiempo de Jesús.
El impacto de la Biblia en Norteamérica y en el mundo
¿Qué influencia ha tenido la Biblia en la configuración política de los EE.UU.? La colección del segundo piso, “El impacto de la Biblia”, pretende responder a esa pregunta. No se puede entender la historia norteamericana si no se entiende la influencia que tuvo la Biblia en la configuración de la nación. Por ello, esta sección se inicia con la llegada de los primeros peregrinos a Plymouth, Massachusetts en 1620 y hace un recorrido histórico hasta la actualidad. También se presenta el enorme impacto que tiene el libro sagrado en el mundo de hoy, en las películas, la música, la literatura, e incluso en la moda.
El museo narra las diferentes denominaciones cristianas que se establecieron en las 13 colonias y las profundas diferencias que existían entre ellas y que afectaron su forma de gobierno y sociedad. Por ejemplo, en el Norte (New Hampshire, Massachusetts, Connecticut) se establecieron los Puritanos, quienes eran poco tolerantes a convivir con otras religiones o denominaciones. En cambio, Rhode Island fue un asentamiento fundado por Baptistas y Cuáqueros, mucho más tolerantes con otras denominaciones en su territorio.
Al hablar del cristianismo de las 13 colonias en el siglo XVIII, se dedica una sección al periodo llamado Great Awakening o el Gran Despertar evangélico (1730-1760), el cual provocó un fuerte aumento por el interés religioso. Fue dirigido por líderes protestantes que se trasladaban de una colonia a otra para predicar. Entre los líderes más destacados están el pastor anglicano George Whitefield. El Museo de la Biblia habla sobre esta figura: “Se estima que 20,000 personas lo escucharon hablar en tan solo una reunión en el Boston Common, y este fue solo uno de los más de 18,000 sermones que pronunció. Whitefield dio vida a las historias bíblicas de una manera tan fascinante que sus oyentes gritaron, sollozaron e incluso se desmayaron”. Avanzando en el recorrido se llega al doloroso periodo esclavista y la lucha contra ese flagelo, desde sus inicios hasta los derechos civiles de los 60. Este periodo se ensombrece aun mas al saber que la Biblia no siempre se usó para fomentar el fervor y la piedad, sino para perpetuar el sistema esclavista. A inicios del siglo XIX existía una versión alterada de la Biblia, conocida como la “Biblia de los esclavos”. Publicada en Londres en 1807, fue utilizada por algunos colonizadores británicos para convertir y educar a los africanos esclavizados. Ese libro omitía secciones y libros completos del libro sagrado.
Historias de la Biblia
El tercer piso tiene como objetivo llevar al visitante en un recorrido virtual por el Antiguo y Nuevo Testamento. En la primera parte se puede hacer una caminata virtual recorriendo los eventos más significativos del Antiguo Testamento, tales como el relato del Arca de Noé, el Éxodo, y la Pascua. Al terminar, es posible acercarse al Nuevo Testamento a través de un teatro de 270 grados que ofrece una proyección inmersiva donde se narra cómo los Apóstoles y primeros discípulos de Jesús llevaron a cabo su mandato de ir y evangelizar por todo el mundo. Finalmente, para conectar físicamente al visitante con el mundo real de Jesús, se presenta una réplica de tamaño natural de una ciudad en Galilea en donde se contemplan calles, casas de piedra, establos, pozos de agua, e incluso un taller de carpintería. Un grupo de artistas dan vida a esta ciudad por medio de personajes que encarnan la sociedad y costumbres de aquel entonces e interactúan con los visitantes.
La historia de la Biblia
El cuarto piso ofrece un admirable recorrido de las diferentes versiones de la Biblia, desde los primeros rollos de la Torah, hasta las versiones móviles. En la colección es posible apreciar fragmentos y piezas originales de: El Papiro del Evangelio de Juan (AD 250-350); el Libro de Oraciones de Carlos V (1516); la traducción del Nuevo testamento de Erasmo de Róterdam (Novum Instrumentum Omne, 1516); el comentario sobre la Mishná de Maimónides (incunable de 1492); la Biblia del Oso (1569), es decir la versión traducida al español por el Reformador Casiodoro de Reina (1520-1594). Es llamada “del Oso” por el emblema del editor en la página frontal. Esta parte del museo también cuenta con una sala de lectura donde se puede leer la Biblia en un espacio pensado para la meditación. Al final de la sala hay una biblioteca simulada donde se presentan las Biblias en todos los idiomas que se ha traducido. En esta tarea de traducir la Biblia y hacerla accesible en todos los idiomas destaca el trabajo de la Sociedad Bíblica Americana (American Bible Society, ABS). Esta institución ha colaborado con la Iglesia católica editando traducciones aprobadas por la Conferencia Episcopal Americana e incluso una lectio divina, disponible en su sitio internet. Es loable esta labor pues como se aprende en el Museo, hay dialectos que todavía no cuentan con una traducción. Por ejemplo, para los indígenas de la Sierra Tarahumara, al norte de México, la tradición oral es más importante que el papel. Por ello, aunque ya existía la Biblia en Rarámuri desde los años 70, pocos indígenas tenían acceso a esta. Para superar esa barrera, hace unos años LA ABS y otras organizaciones pusieron a disposición de estas comunidades 3,500 reproductores MP3 con la versión oral del Antiguo y Nuevo Testamento en su lengua.
La influencia protestante
Aunque el Museo de la Biblia asegura no estar asociado a ninguna denominación cristiana en particular e indica ser imparcial, es posible entrever en la institución una línea narrativa ligada al protestantismo evangélico anglosajón. Algunos ejemplos. En el recorrido histórico por la influencia de la Biblia en las diferentes etapas de la historia de Norteamérica se habla muy poco del catolicismo y de su presencia e impacto en Florida, Luisiana y el norte de la Nueva España (que hoy comprende los Estados de California, Nuevo México, Arizona).
La historia de los EE.UU. no empezó con los primeros Peregrinos del Mayflower en 1620. Muchas décadas antes el mensaje evangélico ya llegaba a las poblaciones indígenas por medio de jesuitas y franciscanos. Uno de esos grupos fue el dirigido por fray Pedro de Corpa y sus compañeros franciscanos, quienes llegaron a Georgia y Florida en el siglo XVI y sufrieron el martirio a manos de los nativos en 1597 (su causa de beatificación está siendo estudiada en Roma). Esta influencia de la fe católica en los EE.UU. también dejó su legado en grandes ciudades del país que llevan el nombre de María, los santos o los sacramentos: “El Pueblo de Nuestra Señora, la Reina de Los Ángeles” (California); el estado de Maryland; San Antonio, Texas; San Francisco, San Diego y Sacramento en California; San Agustín en Florida; Corpus Christi, Texas; Las Cruces Nuevo México. Cabe destacar que los municipios en Luisiana, colonia francesa en los siglos XVII y XVIII, se denominan “parroquias”, y son los equivalentes a un condado, siendo el más poblado la “ciudad-parroquia” de Nueva Orleans.
De igual forma, el Museo de la Biblia evoca muy poco la intolerancia religiosa hacia los católicos en la historia norteamericana. Los primeros colonizadores huían de cualquier forma de monarquía en el Viejo Continente. Llegaron a las 13 colonias en busca de prosperidad y libertad religiosa. Sin embargo, al poco tiempo algunas colonias se convirtieron en intolerantes, en particular hacia el catolicismo, en cuyos obispos y sacerdotes veían como legados de un gobierno extranjero encabezados por un monarca, el Papa. El culmen de esta intolerancia hacia el catolicismo se dio en 1850 con el partido político nativista Know Nothing y con su aliado, el presidente Millard Fillmore. Una anécdota de esta etapa es el monumento a Washington, hecho a base de mármol, granito y acero. Para su construcción se solicitaron donaciones, las cuales llegaron no solo en forma monetaria sino con bloques de piedra y mármol. En 1850 el Papa Pío IX envió su donación: un bloque de mármol procedente del Templo de la Concordia del Foro Romano. En 1854, miembros del Know Nothing al enterarse de que el pontífice había donado ese bloque para unirlo a los otros y conformar el monumento, lo partieron para robarlo y luego arrojarlo a una de las vertientes del Potomac. Algunos fragmentos rescatados de esa piedra, ahora forman parte del acervo del Instituto Smithsoniano.
Para compensar ese vacío del catolicismo en la institución, el museo ha entablado una relación con la Iglesia y más recientemente con los Museos Vaticanos. Fruto de esa colaboración es la exposición temporal Basilica Sancti Petri: La transformación de la Basílica de San Pedro, la cual presenta la historia de su construcción y su transformación a manos de arquitectos y artistas como Antonio da Sangallo, Michelangelo Buonarroti, Gian Lorenzo Bernini, Carlo Fontana, Agostino Veneziano y otros. Adicionalmente, se presenta en el quinto piso la muestra Misterio y Fe: El Manto de Turín, la cual a través de una sofisticada tecnología explora el Manto, presentándolo como un espejo de los evangelios a través del Rostro y Cuerpo Crucificado de Nuestro Señor. Es imposible tocar directamente el textil de esta pieza en la catedral de San Juan Bautista en Turín, pero sí es posible hacerlo en esta exposición por medio de una réplica en tercera dimensión que le permite al visitante palpar cada sección de este signo de fe.
Para los que no puedan realizar un viaje transatlántico para visitar el Museo de la Biblia, se cuenta con un sitio internet en donde es posible recorrer sus salas, apreciar en detalle algunos manuscritos, Biblias o papiros e incluso escuchar audios en inglés sobre temas tan diversos como las investigaciones arqueológicas en Israel; los nuevos descubrimientos de la ciudad del Rey David; la Biblia Hebrea; el papel de la Biblia en la conversión de los reos en las prisiones; y la Biblia y la política exterior norteamericana. El museo de la Biblia, en persona o de forma virtual, es un sitio de referencia para quienes deseen adentrarse y conocer más del libro que ha cambiado la historia de la humanidad.