Vivimos en una nueva era digital, en la que la imagen está sustituyendo en buena parte a la letra escrita como método de aprendizaje. Pero, aunque la tecnología sea nueva, esta pedagogía no lo es en absoluto. En un mundo donde solo una parte de la población sabía leer, desde la Edad Media los templos asumieron la tarea de hacer una catequesis a través de la imagen. Si en el románico, además de la escultura, se realizó fundamentalmente con las pinturas murales, en el gótico se trasladó a las vidrieras, con la ventaja para nosotros de que éstas se conservan mucho mejor. Y, como no podía ser de otro modo, destacan con mucho –por su número y calidad- las vidrieras de las catedrales.
La catedral de Segovia es uno de los mejores ejemplos de esta catequesis de la imagen. Su estilo, gótico tardío, deja muchos espacios para las vidrieras. A la vez, la fecha de su terminación hizo que las vidrieras sean de un estilo posterior –fundamentalmente manierista-, con la consiguiente mejora en la calidad de las imágenes y los emplomados. Y Segovia lo aprovechó bien, con un esfuerzo económico importante para la época. Encontramos en sus cristales un magnífico recorrido por el Antiguo Testamento, por la vida del Señor, por la figura de la Virgen María, por una selección de Padres de la Iglesia (no podía faltar la representación de la Tradición en un momento de contrarreforma).
Libro
Este libro, que tiene como autor a José Miguel Espinosa, canónigo de la catedral de Segovia, es una puerta abierta al examen detallado de toda esa riqueza encerrada en sus vidrieras. Su principal acierto, como señala en su prólogo el Obispo de Segovia, D. César Franco, consiste en que no se centra en el estudio histórico-artístico de las mismas –aunque no faltan las correspondientes referencias-, sino en su significado y en lo que quieren transmitir. O sea, Espinosa recrea la catequesis que se quiso dar con las imágenes y, con ello, proporciona lo más sustancial de su valor histórico.
Una por una, van desfilando por sus algo más de 150 páginas, las imágenes con fotografías a color de muy buena resolución (alguna necesitó del concurso de un dron para obtener la calidad requerida). Y, junto a cada una, su explicación, su enseñanza, su significado, no solo como obra singular sino también en su papel dentro del conjunto.
Quienes se hagan con un ejemplar, especialmente si lo adquieren dentro de una pausada visita a esta magnífica catedral, podrán aprender –y se llevarán consigo- no solo una explicación histórica de las vidrieras y su valor, sino sobre todo una catequesis, que, sumadas las partes, resulta ser sorprendentemente completa.