Cultura

La “Nueva Sinagoga” de Berlín

De los cientos de sinagogas que existían en Berlín en 1930, hoy apenas quedan diez. La más conocida es la denominada “Nueva Sinagoga”, en la Oranienburger Strasse.

José M. García Pelegrín·27 de julio de 2024·Tiempo de lectura: 4 minutos

A comienzos del siglo XX, Berlín contaba con más de cien sinagogas. La primera gran sinagoga fue construida en 1714 por familias judías que habían llegado de Viena 40 años antes.

Federico Guillermo I, Margrave de Brandemburgo y Duque de Prusia (1620-1688), conocido como el Gran Elector, los invitó con la esperanza de que sus habilidades y relaciones comerciales impulsaran la ciudad.

En este contexto cabe recordar que, a diferencia de ciudades como Colonia, Fráncfort y Núremberg, que en la Edad Media y comienzos de la Moderna tenían una elevada población, Berlín no cobró un gran auge hasta finales del siglo XVII y comienzos del XVIII. 

No sólo Berlín, sino también todo Brandemburgo contaba hasta entonces con una baja densidad de población. Por esto, después de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), Federico Guillermo atrajo primero a los hugonotes franceses, reconocidos expertos negociantes.

La mayoría se estableció en Berlín, llegando a constituir el 25 por ciento de la población en 1701. Pero también la comunidad judía creció con rapidez, especialmente con la llegada de aquellos que huían de los pogromos en sus países de origen.

En 1860, unos 28.000 judíos vivían en Berlín. Entre 1855 y 1875, se construyó la sinagoga de la Oranienburger Strasse, con capacidad para 3.200 personas, reflejando la creciente confianza de la comunidad judía.

El centro de la vida judía se encontraba no lejos de allí, entre el Hackescher Markt y la Alexanderplatz –escenarios, por otra parte, de la célebre novela de Alfred Döblin “Berlin Alexanderplatz” (1929)–.

En 1905, Berlín albergaba 130.487 judíos, el 4,3 por ciento de la población. Se construyeron numerosas sinagogas; la última, en el distrito de Wilmersdorf, fue consagrada el 16 de septiembre de 1930.

Sin embargo, la mayoría de ellas fueron destruidas durante la “Noche del Pogromo” del 9 de noviembre de 1938. Hoy en día, quedan apenas diez sinagogas en Berlín, siendo la más conocida la “Nueva Sinagoga” que, como ya se dijo, se alza en la Oranienburger Strasse.

La Nueva Sinagoga

En 1856, la comunidad judía adquirió un terreno en la Oranienburger Strasse y en 1857 se convocó un concurso de arquitectura para una nueva sinagoga. Eduard Knoblauch, arquitecto miembro de la Academia Prusiana de las Artes, presidió el comité del concurso, pero finalmente se encargó él mismo del diseño.

Al enfermar gravemente en 1859, fue sustituido por Friedrich August Stüler, arquitecto de la corte prusiana, quien diseñó el interior. La sinagoga fue consagrada el 5 de septiembre de 1866, en presencia del canciller del Reich, Otto von Bismarck.

Durante los pogromos de noviembre de 1938, miembros de las SA intentaron incendiar la Nueva Sinagoga. Wilhelm Krützfeld, jefe de la comisaría cercana, intervino para proteger el edificio, señalando su estatus de monumento protegido.

Gracias a su intervención, los bomberos extinguieron el fuego, salvando la sinagoga. Krützfeld sufrió posteriormente acoso laboral; hoy, una placa conmemorativa recuerda su valiente actuación.

Una vez eliminadas las consecuencias del incendio, la Nueva Sinagoga pudo volver a utilizarse para los servicios religiosos a partir de abril de 1939. La cúpula tuvo que ser pintada con pintura de camuflaje debido a la amenaza de ataques aéreos aliados.

Tras un último servicio religioso en la pequeña sala de oración el 14 de enero de 1943, la Wehrmacht se hizo cargo del edificio.

Al comienzo de la llamada Batalla de Berlín por el Mando de Bombarderos británico, la sinagoga sufrió graves daños en la noche del 23 de noviembre de 1943. Sin embargo, se causaron más daños al edificio cuando las ruinas se utilizaron como fuente de materiales de construcción después de la guerra.

Así se llegó a su parcial demolición en 1958. Después de la división de Berlín, la Nueva Sinagoga quedó primero en el sector soviético y, desde la creación de la República Democrática Alemana (RDA) en 1949, el Berlín oriental.

En 1988, cuando todavía existía la RDA, comenzaron las obras de reconstrucción de las ruinas. En 1995, ya después de la reunificación alemana, se inauguró el “Centrum Judaicum”.

Este museo y centro cultural alberga uno de los archivos más importantes sobre el judaísmo alemán. En el museo se tratan los temas de la historia judeo-alemana: la inculturación, la imagen que los judíos alemanes tienen de sí mismos, la persecución y el genocidio, la reconstrucción de comunidades y el redescubrimiento del Berlín judío.

Todo ello convierte al edificio en un punto de referencia no sólo para Berlín, sino también en un símbolo emblemático, reconocido internacionalmente, de la historia de Berlín y de los judíos alemanes.

Arquitectura y Simbolismo

El edificio de la Nueva Sinagoga, con capacidad para 3.200 personas, reflejaba el constante crecimiento de la comunidad de Berlín, que se había cuadruplicado hasta alcanzar las 28.000 personas en las dos décadas anteriores a 1866, debido principalmente a la inmigración procedente de las provincias orientales prusianas.

Su enorme costo de 750.000 táleros reflejaba el ascenso socioeconómico de los judíos en Berlín. Su diseño arquitectónico, con influencias moriscas y orientales, evocaba la Alhambra de Granada, pero también seguía modelos indios.

Por un lado, esto se enmarcaba en el contexto del orientalismo, una fascinación generalizada por Oriente que ya desde el siglo XVIII había llevado a utilizar esos motivos en edificios europeos. 

Desde una perspectiva judía, sin embargo, el uso de la arquitectura morisca y orientalizante implicaba algo más: una referencia a la Edad Media española, anclada en la memoria colectiva como “Edad de Oro”, como modelo de una supuesta convivencia entre cristianos, musulmanes y judíos.

También, una asociación con los orígenes geográficos y culturales del judaísmo en Oriente, que puede interpretarse como una afirmación, traducida en arquitectura, de un judaísmo seguro de sí mismo.

En otras palabras: esta arquitectura era la manifestación de la lucha por la igualdad social, si se quiere, por un diálogo casi en pie de igualdad.

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