Cultura

Navarro-Valls: «Joaquín dejó preparadas para su publicación una buena parte de sus recuerdos de Juan Pablo II»

Rafael Navarro-Valls es catedrático emérito de la Universidad Complutense. Acaba de publicar De la Casa Blanca a la Santa Sede, que recoge sus artículos sobre las relaciones políticas entre estas dos instituciones en los últimos años. Aprovechamos la ocasión para charlar con él de la guerra de Ucrania, la sentencia de Roe, las reformas del Vaticano, la ley de eutanasia y la publicación de las memorias de su hermano.

Javier García Herrería·4 de julio de 2022·Tiempo de lectura: 4 minutos

¿Qué le parece destacable de la nueva Constitución apostólica Predicate Evangelium y las reformas vaticanas de los últimos años?

Creo que facilitarán ser mejores testigos del Evangelio, con un mejor servicio de la Curia a toda la Iglesia, es decir, a todos los fieles, desde los obispos hasta el último bautizado en todos los rincones de la tierra. No es una reforma de la Iglesia, sino de los mecanismos que ayudan al Papa a servir a la Iglesia. Hay una restructuración de organismos para que pueda haber una mayor dinamicidad. En definitiva, facilitar que la savia de la Iglesia pueda llegar hasta la última rama seca y florezca de nuevo.

Conociendo cómo va a quedar el nuevo colegio cardenalicio y la reunión de cardenales de agosto, ¿podemos empezar a dibujar un perfil del Papa del próximo cónclave?

La Iglesia ha nacido universal y sigue siendo universal. Esto se manifiesta en el colegio cardenalicio. Lo que puede parecer una limitación, es a la vez un enriquecimiento. Las características de cardenales de tantos lugares forman como una armonía que se reflejará en nuevos tonos. El Espíritu Santo hará que el próximo Papa se enfrente con luces nuevas a los retos de cada época. Al final, la Iglesia es la que siempre sale enriquecida. Basta pensar en los pontificados de los últimos Papas: Juan Pablo I, Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco… El Espíritu Santo no dejará de sorprendernos.

¿Cuáles son los puntos más delicados entre el Papa y el Patriarca Kiril en el contexto de la guerra de Ucrania? ¿Cómo conjuga el Papa su papel de jefe de Estado con el de pastor ante una situación como esta?

La dificultad estriba en que ese diálogo ha de mantenerse en el ámbito de la justicia, sin entrar en valoraciones políticas de la acción política. En este sentido la Iglesia ortodoxa tiene de hecho una relación más estrecha con el régimen político. Y el diálogo entre el Papa y Kiril es complicado por esa dualidad. En cualquier caso, el Papa es pastor de almas, y se preocupa del bien de todos los hombres, y por tanto de hacerles llegar el mensaje de paz de Cristo. Que sea jefe del Estado del Vaticano es una necesidad por ser la Iglesia una sociedad que interactúa en este mundo; es como el vestido visible de una realidad y autoridad espiritual.

El Tribunal Supremo estadounidense ha revocado la antigua sentencia Roe v. Wade sobre el aborto. ¿Cuál es su opinión también sobre la reacción de Biden?

Desde un punto de vista estrictamente jurídico, Roe era una sentencia defectuosa. El Tribunal Supremo norteamericano, con su nueva sentencia, ha rectificado su postura al respecto, dejando claro que nada en la Constitución americana obliga a entender el aborto como un derecho fundamental. La supresión de la protección constitucional sobre el aborto ha dado a los Estados un control individual sobre la oportunidad y la extensión de los procedimientos de aborto. En realidad, el Tribunal Supremo vendría a dar ahora la razón, con medio siglo de retraso, a los jueces que discreparon en Roe v. Wade, los cuales afirmaron tajantemente que nada había en el texto de la Constitución que pudiera justificar la existencia de un derecho fundamental al aborto. De ahí que, sin morderse la lengua, calificaran la sentencia como un “ejercicio imprudente a irrazonable del poder de revisión constitucional”.

Respecto a la reacción de Biden animando al Congreso a que dicte una ley que recoja los aspectos que la nueva sentencia ha eliminado, me recuerda la reciente intervención de Nancy Pelosi – presidenta de la Cámara de Representantes – que ha presentado una ley como la que quiere Biden, pero que ha sido  rechazada. Ante esto, el Arzobispo de San Francisco -después de varios intentos (infructuosos) de conversar con la política- ha decidido prohibir a Pelosy recibir la Comunión, lo que marca una escalada en una tensión de décadas entre la Iglesia Católica y aquellos políticos católicos partidarios del aborto.

Sigue así la posición del papa Francisco cuando hace poco se manifestaba contrario al aborto con estas duras palabras : «¿Es correcto matar una vida humana para resolver un problema? (…) ¿es correcto contratar a un sicario para resolver un problema? (…) Por eso la Iglesia es tan dura con este tema, porque si acepta esto es como aceptar el homicidio cotidiano«. Veremos la reacción del arzobispo de Washington, el cardenal Wilton D. Gregory, ante las extremas declaraciones del presidente americano. 

En un mundo marcado por la comunicación, mucha gente querría saber si se van a publicar las memorias de su hermano.

Joaquín dejó preparadas para su publicación, una buena parte de sus recuerdos y vivencias durante el largo pontificado de Juan Pablo II . Ahora se han podido completar. De este modo, no creo que tarden mucho en ver la luz. De hecho alguna vez manifestaba que prefería que pasara algo de tiempo después de su muerte. Ahora que se cumple su quinto aniversario, es un momento muy apropiado.

¿Y qué destacaría del pontificado de Francisco hasta ahora?

Cada Papa en la Historia de la Iglesia se han enfrentado con problemas que han entendido prioritarios. Juan Pablo II, por ejemplo, se encontró con tres problemas importantes: en el primer mundo, con una vasta marea secularizadora; en el segundo (los países del este) intentó denodadamente enfrentarse al desafío de la fractura de los derechos humanos; en el tercero, con el hambre y el retraso tecnológico.

Por su parte Benedicto XVI , se propuso dos objetivos que persiguió con tenacidad: renovar cultural y espiritualmente al viejo continente europeo y despertar en el mayor número de países una minoría creativa, que desde su núcleo duro sirviera de palanca para la transformación antropológica de toda una civilización.  Cuando fue elegido  Francisco se buscaba un pastor, probablemente cercano a uno de los lugares con mayor número de católicos: Iberoamérica. Por su parte, él piensa que su objetivo es el de aplicar la Doctrina Social de la Iglesia con intensidad. Es lo que está haciendo. 

Hace un tiempo se ha cumplido un año de la entrada en vigor de la ley sobre la eutanasia. Con ese motivo algunos sectores han redoblado sus críticas a los objetores de conciencia. ¿Cómo enjuicia usted la figura del personal sanitario objetor?

Desde mi punto de vista en los objetores de conciencia se observa un empeño en ser custodios de la verdad -en su sentido atemporal y objetivo- y, al tiempo, creador de una verdad futura, histórica y subjetiva.

Y es que entre conciencia y ley existe una delgada frontera en la que no es raro que se produzcan incidentes fronterizos. El problema aquí es que en algunas democracias -también en la española- esos incidentes están proliferando. Ante esta multiplicación caben dos posturas: creer que la objeción de conciencia es un vulnus a los principios democráticos o, al contrario, entender que la objeción “es un fruto maduro de la democracia, que conjuga el presente de la norma con el futuro de la profecía” (R. Bertolino).

Por lo demás, coincido con quienes entienden que cuando una mayoría renuncia a imponer su voluntad a las minorías disidentes, entonces es cuando las sociedades democráticas dan prueba no de debilidad sino de fuerza.

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