Cultura

Científicos católicos: Domingo de Soto, teólogo y físico

En noviembre de 1560 fallecía Domingo de Soto, teólogo y físico descubridor de que un cuerpo en caída libre sufre una aceleración constante. Esta serie de biografías breves de científicos católicos se publica gracias a la colaboración de la Sociedad de Científicos Católicos de España.

Ignacio Sols·15 de noviembre de 2024·Tiempo de lectura: 2 minutos
Domingo de Soto

El dominico Domingo de Soto (Segovia 1494 – Salamanca 1560), fue uno de los principales eruditos del siglo de oro español. Tras su formación en la universidad de París, fue primero profesor de la universidad de Alcalá y luego de la universidad de Salamanca (entre medio ingresó en la orden dominicana). Su legado intelectual abarca varias disciplinas. En particular, es figura clave en la transición de la prehistoria medieval de la física al surgimiento de la física moderna. Prueba de la amplitud de su erudición es que los estudiantes universitarios de la época decían: “Quien conoce a Soto, lo conoce todo”.

En el ámbito teológico, Soto se distinguió por su aguda exploración del problema de gracia y naturaleza, contribuyendo significativamente a la teología de su tiempo. De hecho, participó en el Concilio de Trento.

Su perspicacia se extendió a la filosofía, la economía y el derecho, donde dejó su huella con el primer tratado sobre los derechos de los pobres y la conformación del Ius Gentium en defensa de los indígenas, base del actual derecho internacional.

En lo que se refiere a la ciencia, Domingo de Soto, fue pionero en la descripción del movimiento, anticipando en un siglo las ideas que posteriormente Galileo establecería experimentalmente.  Su concepción del movimiento de caída libre como uniformemente acelerado en el tiempo, fue de vital importancia para el nacimiento, siglo y medio más tarde, de la mecánica newtoniana, pues ésta postula un movimiento uniformemente acelerado en todo cuerpo sometido a una fuerza constante.

Además, Soto introdujo la noción de masa inerte o resistencia interna al movimiento, concepto fundamental en la mecánica newtoniana. Esta contribución, a menudo atribuida a Galileo, revela la profundidad del pensamiento científico de Soto, cuyas ideas fueron esenciales para el nacimiento de la física.

La difusión de las enseñanzas de Soto se propagó desde la Universidad de Alcalá hasta el Colegio Romano, influyendo de este modo en la formación de Galileo. Hubo de ser el termodinámico francés Pierre Duhem quien, en su investigación de la prehistoria de la física, descubriera la crucial contribución de este ilustre compatriota nuestro, que personifica la sinergia entre fe y razón en la búsqueda del conocimiento.

El autorIgnacio Sols

Universidad Complutense de Madrid. SCS-España.

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