Para realzar la importancia de este edificio se está celebrando el IV centenario de su adquisición. La iniciativa incluye una serie de actividades organizadas por la Embajada para conmemorar el importante aniversario: conferencias, arte, música y danza, visitas al edificio, etc. Para la ocasión, OMNES ha entrevistado a la Responsable de Comunicación y Eventos del IV Centenario, Patricia Pascual Pérez-Zamora. Además de presentar las iniciativas llevadas a cabo, nos hace un recorrido por la trayectoria de la presencia de la Embajada de España ante la Santa Sede en Roma.
En el 2022 se cumplen los 400 años desde que la Embajada de España ante la Santa Sede se instaló en el llamado “Palacio de España”. ¿Cuál ha sido la trayectoria de esta importante presencia en Roma?
La Embajada de España ante la Santa Sede fue creada en 1475 por los Reyes Católicos. Tradicionalmente se considera que el primer Embajador permanente del Reino de España en la península italiana fue Gonzalo de Beteta en torno a 1480. En todo caso consta la existencia de embajadores ante la Corte Pontificia ya en época de los reinos hispano visigodos.
Desde el principio, la Embajada de España ante los Estados Pontificios fue en muchos aspectos el modelo de lo que sería el estilo de la presencia diplomática europea en la Corte Pontificia en los siglos XVI, XVII y primera mitad del XVIII. Además, el Palacio fue un destacado exponente del lenguaje político propagandístico y de protocolo imperante en la época, así como testigo y partícipe privilegiado de los equilibrios de poder entre el Obispo de Roma y las demás potencias europeas.
¿Come fue la adquisición de este complejo de edificios donde desde el principio han vivido todos los embajadores?
El Palacio de España fue alquilado en 1622 por el Duque de Alburquerque y su compra la materializó en 1647 el Conde de Oñate, que pagó 22.000 escudos romanos de la época. En 1654 el Estado español lo adquirió de este último.
El edificio alquilado en 1622 era básicamente el mismo que construyó el arquitecto Carlo Lombardi entre 1592 y 1600. La compra del Palacio por parte del Conde de Oñate conllevó una remodelación completa del edificio según el modelo de protocolo cardenalicio. El trabajo se encargó al ilustre arquitecto Francesco Borromini.
¿Por qué es importante para España tener esta presencia en Roma?
Históricamente por la importancia que Roma y la Santa Sede tuvieron como principal centro diplomático de la Europa moderna. Hoy por el peso y autoridad que tiene el Papa a escala global como autoridad moral y religiosa. Asimismo, por la importancia y e influencia que siempre ha tenido la iglesia española en el desarrollo de la Iglesia Católica.
Cómo responsable de comunicación y eventos, ¿puede contarnos cómo han organizado las celebraciones de este aniversario?
El protagonista de estos 400 años es el Palacio. La Embajada existía ya desde mucho antes como hemos visto. Hemos organizado una serie plural de eventos conmemorativos: Un ciclo de conferencias sobre las relaciones de España y la Santa Sede durante este largo periodo, en colaboración con la EEHAR; el efímero en la fachada; una renovación de parte de las oficinas de la Embajada; habrá eventos de arte, música y danza; un gran evento institucional con la Santa Sede; visitas sectoriales al Palacio y un sello conmemorativo de Posta Vaticana.
El edificio es un tesoro del arte y del testimonio español. ¿Por qué es importante valorar este patrimonio único en la historia de las embajadas ante la Santa Sede?
Porque la cultura europea es esencialmente una cultura histórica. La de la ciudad de Roma todavía más. Sin la historia es imposible comprender lo que Roma y la Santa Sede significan. Lo mismo ocurre con este palacio, que es pura historia.
Evidentemente, la iniciativa nace también como motivo para “abrirse” a la ciudad de Roma, ¿es así?
Efectivamente. Muchos de los “peregrinos” contemporáneos – turistas – pasan por delante de la Plaza sin ver ni oír. Nos gustaría que con estos tres grandes estandartes que ahora pueden verse en la fachada los turistas y transeúntes reflexionaran un poco más sobre el papel que la Embajada ha jugado en el desarrollo histórico del barrio y de la plaza, a la que el Palacio acabó dando nombre.
¿Nos puede explicar un poco la intención que ha tenido el artista Roberto Lucifero con su aparato efímero “Barocco digitale”?
Pues la intención ha sido precisamente esa que acabo de mencionar: servir de instrumento de comunicación con el público que no conoce el palacio y que no podrá acceder a él por ser una Embajada. Hemos construido una nueva página web y creado un QR sobre la pieza de arte efímera, que esperamos sirva como una forma digital de abrir el Palacio.
Es además un homenaje a la Fiesta Barroca de Roma, en la que esta Embajada jugó un papel fundamental. El barroco fue la primera civilización de la imagen, dice Maurizio Fagliolo. Esto pone al barroco en diálogo inmediato con el mundo contemporáneo.
Se ha querido recrear también tres momentos simbólicos de la presencia de España en Roma: la compra del Palacio por el Conde de Oñate, el retrato de Inocencio X por Velázquez y un efímero de Claude Lorrain que representa las dos grandes casas reales españolas: los Habsburgo y los Borbón.