La primera ocasión fue en 2001, tras la aprobación de una ley sobre inseminación artificial que permitía que también fueran inseminadas las madres solteras. Con otros amigos y sin apoyo partidista, consiguieron que fuera rechazada por el 72,4 % de los votantes en junio de 2001.
Luego vino un segundo referéndum. Esta vez formaron una organización propia, la Iniciativa Civil por la Familia y los Derechos de los Niños, para dar más eficacia al esfuerzo. Desde que se constituyó la plataforma hasta que se celebró la consulta en mayo de 2012, “fue un verdadero maratón”, nos explica el propio Aleš Primc. Se trataba de frenar una “ley de la familia” que permitía a las parejas del mismo sexo adoptar al hijo de su pareja (no la adopción conjunta) y que por tanto “ignoraba el derecho del niño a tener un padre y una madre, el significado de la paternidad y la maternidad para su desarrollo y educación”. Tras reunir más de 60.000 firmas de apoyo, en el referéndum consiguieron el voto de más del 52 % de los participantes.
Primc subraya esta clave de la campaña: “Utilizamos nuestro propio lenguaje, no entramos al juego de la terminología de los activistas homosexuales. Lo que ellos pretenden no es promover el matrimonio homosexual, sino abolir el matrimonio, ese mismo que yo contraje con mi mujer. Hay aquí una batalla por el lenguaje. Lamento ver que en algunos países ya se ha asumido su terminología, y ni siquiera habiendo en ellos filósofos tan destacados se consigue desvelar el verdadero significado de las palabras”. Por ejemplo, “no aceptamos la palabra ‘género’, que es una ideología. Sobre esto no hay discusión”. Por lo demás, la razón de la victoria es que “la gente entiende que los niños necesitan un padre y una madre, y no están de acuerdo en que hay parejas homosexuales. Los activistas juegan con nuestros hijos; y nosotros planteamos las cosas desde esa perspectiva: se trata de entender la relación del niño con sus padres. Presentamos y recordamos las relaciones naturales básicas, y no cuestiones ideológicas, que la gente no entiende”.
El tercer referéndum, en diciembre de 2015, se dirigía contra una ley que creaba un “matrimonio” homosexual en igualdad con el natural, incluida la adopción. Para oponerse nació la plataforma “Se trata de los niños”, y se estudió bien el enfoque: “Puede que discrepemos de otros en lo relativo al matrimonio; pero podemos coincidir en lo relativo a los niños. Es un planteamiento realista”. Resultado: el 63,36 % de los votantes rechazó la ley: “Es un triunfo para todos nuestros niños», dijo entonces Primc. Eslovenia ha sido así el primer país en dar marcha atrás en referéndum a una ley de ese tipo.
Ahora está a punto de cumplirse el año durante el cual, según la ley, no puede aprobarse una nueva legislación en la misma materia. Pero Primc nos explica que no habrá más referéndums: han creado el “Movimiento por los Niños y la Familia”, con el que acudirán a las elecciones para “movilizar a todos los que quieran favorecer la familia y la libertad religiosa”. Subraya que “no iremos con mentalidad de partido. Queremos hacer una política civil, reuniendo a la gente que piense como nosotros en torno a 38 puntos que resumen nuestro programa”; e insiste en que “no nos mueve el cálculo electoral. Queremos ser claros, comprensibles, honrados. Queremos buscar lo que es correcto, también con ayuda de la oración”.
Le preguntamos por él mismo. ¿Quién es Aleš Primc? Nació en Ljubljana, pero sus padres son del sur del país; ambos son católicos, pero debido a la presión durante el comunismo, “la generación de mis padres ya no era tan religiosa como la de mis abuelos, y mi generación ya ni siquiera lleva en la sangre esa tradición católica. Yo procuro alimentar de varios modos mi fe”.
Estudió Filosofía del Estado, social y política, y luego Ciencias Sociales; enseguida empezó a trabajar en el Ministerio de Agricultura, hasta ahora. De hecho, cuando hablamos acaba de regresar de un día pasado entre viñedos, realizando tareas de control, y va vestido del modo informal que requiere ese trabajo. En 1992 entró en política para dar cauce a su preocupación por la justicia social y promover políticas familiares, y ocupó diversos cargos de responsabilidad en el Partido Popular.
Está casado y tiene tres hijos (un chico de 12 años y dos niñas, de 8 y 6 años). Su esposa, funcionaria, es para él un gran apoyo y una fuente de consejos: “En una actividad como esta es importante tener a la familia a favor: para poder organizar los viajes y las reuniones, atender las llamadas de teléfono. Mis hijos lo entienden menos, y me preguntan: Papá, ¿por qué tienes que irte?, ¿qué hay más importante que yo?”. Lee mucho, y publica libros. Se ha especializado en la historia de los movimientos sociales, y en concreto de las cooperativas. Fuera de eso, “no tengo tiempo para el deporte; mi trabajo es pegado al terreno. Todo el tiempo que me quede es para mi familia”.
Las iniciativas en favor de la familia no han sido una propuesta religiosa, “aunque las tres veces la Iglesia nos ha apoyado abiertamente, y en 2015 los obispos han declarado que la ideología de género es atea, contraria al plan de Dios sobre el hombre: es su papel en la sociedad, y la gente entiende que hablen claro”.
Finalmente, lanza una mirada atrás: “Cuando pienso en estos 15 años, sólo lamento que, como somos un país pequeño, el mundo no se haya enterado de lo que ha pasado aquí”.