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Cultura de la cancelación. Elegir el perdón

Rémi Brague ha manifestado en el 23 Congreso de Católicos y Vida Pública que ante la cultura de la cancelación, debemos elegir “entre perdonar o condenar”. 

Rafael Miner·13 de diciembre de 2021·Tiempo de lectura: 3 minutos
Rémi Brague.

Uno de los fenómenos de nuestros días es la cancelación, es decir, retirar de la circulación cultural y de la opinión pública a personas, hechos, acontecimientos o culturas en función de determinados parámetros. “Lo que está en juego aquí no es solo el problema concreto de la cultura occidental. En líneas más generales, se trata de nuestra relación con el pasado”, manifestó el pensador francés Rémi Brague en el congreso organizado por la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP) y el CEU, en una ponencia titulada ¿La cultura de la cancelación o la cancelación de la cultura?

“En concreto, hemos de preguntarnos qué tipo de actitud debemos adoptar ante aquello de lo que somos producto: para empezar, ante nuestros padres, nuestro país y nuestro idioma, entre otros, y seguir remontando el cauce hasta el ‘pequeño estanque cálido’, donde Darwin imaginó que había surgido la vida e, incluso, hasta más atrás: hasta el Big Bang. Debemos elegir entre perdonar o condenar”, añadió el humanista francés.

Según su análisis, “el pasado está repleto de buenas obras, pero se ve empañado por multitud de actos horripilantes que recordamos con mayor facilidad. Los traumas permanecen en la memoria, mientras que damos demasiado fácilmente por sentado aquello que resulta placentero, como si en lugar de ser un regalo fuese algo merecido”.

“La creación auténtica nunca cercena el vínculo con el pasado”, señaló, y puso el ejemplo del latín. “En un pasaje sumamente interesante de su obra Discursos, Maquiavelo constata que el cristianismo no pudo sofocar por completo los recuerdos de la religión anterior porque tenía que mantener el latín, la lengua del Estado romano que perseguía a los creyentes, para propagar la nueva fe”.

En cualquier caso, prosiguió el filósofo, “nuestra cultura actual está atrapada en una suerte de perversión del sacramento de la penitencia: tenemos confesiones por doquier y queremos que otros se confiesen y arrepientan. Sin embargo, no hay absolución alguna, no existe el perdón, por lo que tampoco existe ni la esperanza de una nueva vida ni la voluntad de tomar sus riendas. Ojalá podamos recobrar nuestra capacidad para perdonar”, señaló Rémi Brague, que ha sido premio Ratzinger en 2012.

Autores griegos y latinos

En un momento de su exposición, el pensador francés mencionó que “un joven profesor de Clásicos en Princeton, Dan-el Padilla Peralta, realizó recientemente un llamamiento donde se posicionaba en contra del estudio de los autores griegos y latinos por fomentar el racismo. En primer lugar, porque las referencias a la Antigüedad clásica se esgrimen a veces como armas a favor del supremacismo blanco. En segundo lugar, y más importante aún, porque el mundo antiguo recurrió en parte a la mano de obra esclava a modo de infraestructura sobre la que levantar su cultura”.

“Como cristiano que soy”, señaló Brague, “no veo con buenos ojos este tipo de sistema social y deseo su desaparición. Además, me complace destacar que la esclavitud perdió su legitimidad gracias a la revolución en el pensamiento que trajo consigo la nueva fe. Si me permiten aludir una vez más a la manida oposición entre los dos puntos de referencia de la cultura occidental, Jerusalén hizo más justicia a la igualdad radical de todos los seres humanos que Atenas”.

En ese dilema entre perdonar o condenar, el pensador francés formuló asimismo otras reflexiones. Por ejemplo, que “la condenación es una postura satánica. El satanismo puede ser relativamente suave, y tanto más eficiente. Según Satán, todo lo que existe es culpable y debe desaparecer. Estas son las palabras que Goethe pone en boca de su Mefistófeles (Alles was entsteht, / ist wert, daß es zugrunde geht)”.

Sin embargo, “perdonar no es tarea fácil”, añadió. “¿Cómo podemos dar nuestra aprobación a lo que nos precedió?  […] “El pasado de la humanidad está marcado por los conflictos y las guerras”. “Únicamente culturas que no existen y puramente imaginarias pueden ser totalmente inocentes”

Rémi Brague considera que “siempre es más fácil destruir que crear algo de la nada”, algo que nos debería enseñar a“mostrar una cierta prudencia. Cuando tocamos lo que las generaciones anteriores han construido, deberíamos hacerlo con manos temblorosas. Solo Stalin afirmó que no le temblaría el pulso a la hora de decidir realizar una purga y enviar a la gente al paredón”.

Libertades en peligro

Precisamente en la negación de la dimensión trascendente del hombre está “la raíz del totalitarismo moderno”, que al tratar de eliminar aquello que hace al hombre “sujeto natural de derechos, pone a las libertades en peligro”, manifestó en el Congreso el nuncio del Vaticano, Mons. Bernardito Auza.

Por su parte, el presidente de la ACdP y del CEU, Alfonso Bullón de Mendoza, piensa que la cultura de la cancelación se muestra en medidas como la reciente reforma penal por la que se puede llegar a castigar con penas de prisión a los participantes en grupos de información y oración que se reúnen frente los centros en las que se practican abortos.

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