El Papa se ha referido al milagro de la curación de la suegra de Pedro, relatada en el Evangelio de hoy, destacando cómo «Jesús muestra su predilección por las personas que sufren en el cuerpo y en el espíritu: es una predilección de Jesús acercarse a las personas que sufren tanto en el cuerpo como en el espíritu. Es la predilección del Padre, que Él encarna y manifiesta con obras y palabras».
Cuidar de los enfermos de todo tipo forma parte integrante de la misión de la Iglesia, como lo era de la de Jesús.
El Santo Padre ha recogido también la participación de los discípulos de Cristo en esta tarea de sanación del cuerpo y del alma. «Sus discípulos», ha señalado, «han sido testigos oculares, han visto esto y después lo han testimoniado. Pero Jesús no les ha querido solo espectadores de su misión: les ha involucrado, les ha enviado, les ha dado también a ellos el poder de sanar a los enfermos y de expulsar a los demonios».
En esta línea, ha subrayado el Papa: «Cuidar de los enfermos de todo tipo no es para la Iglesia una “actividad opcional”, ¡no! No es algo accesorio, no. Cuidar de los enfermos de todo tipo forma parte integrante de la misión de la Iglesia, como lo era de la de Jesús. Y esta misión es llevar la ternura de Dios a la humanidad sufriente. Nos lo recordará dentro de pocos días, el 11 de febrero, la Jornada Mundial del Enfermo».
El Papa Francisco ha querido recordar que la pandemia «hace particularmente actual este mensaje, esta misión esencial de la Iglesia». Un mensaje que se entrelaza en la propia condición humana – altísima en la dignidad— y al mismo tiempo tan frágil. Una paradoja a la que Jesús responde con una presencia que ha de ser un ejemplo para nosotros. «Inclinarse para hacer que el otro se levante. No olvidemos que la única forma lícita de mirar a una persona de arriba hacia abajo es cuando tú tiendes la mano para ayudarla a levantarse«, ha afirmado Francisco que ha pedido a la Santísima Virgen que nos «ayude a dejarnos sanar por Jesús —siempre lo necesitamos, todos— para poder ser a nuestra vez testigos de la ternura sanadora de Dios».