En una carta abierta publicada en el diario Die Welt, las catedráticas de Teología Katharina Westerhorstmann, Hanna-Barbara Gerl-Falkovitz y Marianne Schlosser, así como la periodista Dorothea Schmidt -que ya se habían mostrado especialmente críticas con la deriva del Camino Sinodal durante las anteriores asambleas- exponen las razones para su dimisión como delegadas por nombramiento de la Conferencia Episcopal Alemana en el Camino Sinodal: “El objetivo del Camino Sinodal era tratar los abusos sexuales. Sin embargo, a lo largo de los trabajos de dicho proceso se han puesto en entredicho enseñanzas y convicciones católicas centrales. No nos vemos en condiciones de seguir por este camino que, en nuestra opinión, está llevando a la Iglesia en Alemania a distanciarse cada vez más de la Iglesia universal”.
Por ello han decidido no participar en la quinta y última Asamblea, que se celebrará del 9 al 11 de marzo. Participar en un proceso “en el que se han echado en saco roto repetidas intervenciones y aclaraciones por parte de las autoridades vaticanas y del propio Papa” sería para ellas asumir una responsabilidad en el aislamiento de la Iglesia en Alemania en relación con la Iglesia universal.
Las firmantes aluden a “decisiones de los últimos tres años que no solo han cuestionado fundamentos esenciales de la teología católica, la antropología y la práctica eclesiástica, sino que los han reformulado y, en algunos casos, redefinido por completo”.
También se quejan de que en las reuniones del Camino Sinodal “no se han tenido en cuenta las objeciones serias a favor de la doctrina eclesiástica actualmente vigente”. Se muestran especialmente desconcertadas por “la forma en que se rechazó la petición de votación secreta durante la última asamblea sinodal y se publicaron en internet los resultados de la votación nominal”.
Como última razón para tomar esa decisión aducen “el hecho de que la última carta de Roma, fechada el 16 de enero de 2023, firmada por el Cardenal Secretario de Estado Pietro Parolin y los Cardenales Luis Ladaria y Marc Ouellet, aún no ha sido remitida a los miembros de la Asamblea Sinodal ni puesta directamente en su conocimiento”.
Se trata de una carta “aprobada expresamente por el propio Papa y, por tanto, jurídicamente vinculante”, que se refiere a un objetivo central del Camino Sinodal, la creación del denominado Consejo Sinodal. A pesar de que el escrito del Vaticano decía expresamente que el Camino Sinodal no tiene competencia para crear un Consejo Sinodal, en el orden del día de la quinta Asamblea se ha mantenido la institución de una Comisión sinodal, “cuyo objetivo declarado no es otro que la constitución del Consejo sinodal”.
Continúa la carta abierta de las cuatro delegadas afirmando que no se trata de un caso aislado, sino que asimismo han sido ignoradas otras intervenciones de Roma, que enumeran en su escrito. Por tanto muestran sus dudas en relación con las afirmaciones de que las decisiones del Camino Sinodal “permanecerán dentro del orden de la Iglesia católica universal y respetarán el Derecho Canónico”.
Concluye el escrito de la cuatro mujeres afirmando “la necesidad de una profunda renovación de la Iglesia, que también tiene relevancia estructural”; pero dicha renovación solo es posible “manteniéndose en la comunidad eclesial a través del espacio y del tiempo, y no en una ruptura con ella”.