El Papa Francisco acentúa estas semanas frecuentes llamamientos a la oración por la paz en Oriente Medio y por la estabilidad de Líbano. En el trasfondo, la tensión entre Arabia Saudí e Irán. El Patriarca maronita, cardenal Bechara Boutros Raï, ha mantenido un histórico encuentro en Riad (Arabia) con el príncipe heredero, Mohamed bin Salmán.
Rafael Miner
Arabia Saudí e Irán no sólo libran su particular batalla en Yemen o Qatar. El afectado ahora, con una intensidad preocupante, es Líbano, el país de los cedros, en el que un 40 por ciento de los 4,5 millones de habitantes es cristiano, cosa que no sucede en otros países de Oriente Medio.
Lo que está sucediendo en Beirut, y por extensión en todo Líbano, no puede considerarse que se sitúe en el marco de la normalidad. En marzo de 2014, el presidente Suleimán cumplió su mandato y abandonó su cargo. Se acentuó la rivalidad política, debido a la terrible guerra en la fronteriza Siria. Al fin, en octubre de 1016, en buena parte gracias al Patriarca maronita Bechara Boutros Raï, que reclamaba una actitud responsable, los partidos llegaron a un acuerdo con la elección del nuevo presidente, el cristiano Michel Aoun.
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