A finales de junio de 2022 los medios internacionales se quedaron perplejos ante la decisión del gobierno nicaragüense de expulsar del país a las inofensivas Hijas de la Caridad. ¿Cómo era posible que unas monjas, conocidas en todo el mundo por su abnegado y pacífico trabajo, debieran ser expulsadas? La respuesta es bien sencilla: en sus pequeños dispensarios médicos atendían a los heridos que se producían tras los ataques policiales que intentaban sofocar las protestas en las calles. Como el gobierno había prohibido atender en los hospitales públicos a los manifestantes, estos solo tenían la opción de acudir a las que nunca desoyen a los necesitados. Y es que solo la valentía de estas mujeres era capaz de paliar los daños producidos. La crisis de Nicaragua alcanzaba un punto todavía más alto.
Estas graves protestas se originaron en 2018, tras la decisión del gobierno de bajar un 5% las pensiones y aumentar los impuestos a las empresas. La violencia policial dejó entonces más de 300 muertos y 2000 heridos, y el único lugar donde han encontrado refugio los manifestantes ha sido en las iglesias. La mayoría de párrocos del país les han abierto las puertas de sus parroquias. El informe de Naciones Unidas daba cuenta de la grave crisis de derechos humanos que se estaba produciendo.
Un obispo arrestado
Estos dos hechos permiten entender el empeño que desde entonces y hasta ahora ha tenido Daniel Ortega, el presidente del país, por silenciar la voz de Iglesia. El viernes 19 de agosto Nicaragua volvía a ser noticia en todos los medios internacionales. El obispo Rolando Álvarez, de la diócesis de Matagalpa, era detenido en plena noche en el palacio arzobispal, junto con varios sacerdotes y seminaristas. Actualmente se encuentra de nuevo en arresto domiciliario.
De este modo, el gobierno presionaba con fuerza a una de las principales voces disidentes con el régimen, seguramente con la esperanza de que abandone el país como se han visto obligados a hacer unos cuantos sacerdotes y pastores.
Nuevos hostigamientos a la Iglesia
En las últimas semanas el gobierno ha intensificado la vigilancia sobre las parroquias. Muchas de ellas tienen patrullas policiales en la puerta durante las misas dominicales. Si el sacerdote no guarda un delicado equilibrio con respecto a la situación del país, se prohíbe el ingreso de los fieles a las ceremonias. Esta es la razón por la que en los últimos días se están viendo muchas fotos y vídeos por las redes sociales en las que aparecen fieles comulgando a través de las verjas de las fincas parroquiales, ante la atenta mirada de la policía.
De esta forma, el gobierno trata de presionar a los sacerdotes para que no denuncien los abusos cometidos y las causas de la crisis política y social que arrastra Nicaragua desde hace quince años. Una situación que ha generado más de 150.000 refugiados, la mayoría de ellos desplazados a la vecina Costa Rica.
La eliminación de los disidentes
Cabe preguntarse por qué la Iglesia tiene un liderazgo tan destacado, hasta el punto de ser actualmente el objetivo número uno del gobierno. A lo largo de la última década, la represión política en el país ha sido intensa, dando lugar a numerosos líderes opositores exiliados o encerrados (en el último año ha encarcelado a 18 opositores). El poder judicial se ha doblegado a los intereses gubernamentales, de tal forma que la separación de poderes ha dejado de existir realmente.
Nicaragua, un país pequeño, con menos de 7 millones de habitantes cuenta con nueve obispos. Uno de ellos, monseñor Silvio Báez, se vio obligado a exiliarse en 2019. Pero la presión del gobierno no se ha ceñido solo a la jerarquía, sino que en los últimos meses ha cerrado la televisión y las radios católicas.
La Iglesia ha tratado de tener un papel lo más constructivo posible -dentro de la tensa e inestable situación-, pero con el paso del tiempo ha acabado siendo la única voz pública suficientemente autorizada para denunciar los ataques a los derechos humanos. Esto ha hecho que mucha gente respete y agradezca su fortaleza. Si a esto le sumamos la tradición católica que tiene el país, es lógico que la Iglesia sea vista con buenos ojos por la mayoría de la población y no por el gobierno.
Cronología de la crisis y la represión contra la Iglesia:
- 1985-1990. Daniel Ortega es presidente de Nicaragua.
- Enero de 2007. Daniel Ortega gana las elecciones de nuevo. Su gobierno es de izquierdas, heredero del sandinismo y a lo largo de los años va adquiriendo un carácter cada vez más comunista.
- Octubre de 2009. La corte suprema de Nicaragua acepta que Ortega pueda presentarse de nuevo a las elecciones, pese a la prohibición expresa de la constitución. La separación de poderes se va debilitando cada vez más.
- Ortega es reelegido en 2012, 2017 y 2021.
- Mayo de 2014. Los obispos del país se reúnen con el presidente y su mujer (por entonces portavoz del gobierno) para analizar la carta pastoral que habían escrito los prelados analizando la situación del país y sus propuestas de mejora. En el texto se denunciaba la falta de libertad de expresión, la corrosión de la separación de poderes, la violencia policial y los amaños electorales, entre otras cosas.
2018
- Abril de 2018. Daniel Ortega reduce las pensiones un 5% y aumenta las contribuciones de empresas y trabajadores. Comienzan manifestaciones y protestas sociales, fuertemente reprimidas por el régimen. Los sacerdotes a lo largo y ancho del país abren las puertas de las iglesias para refugiar a los manifestantes que estaban siendo atacados por policías y grupos de paramilitares.
- Junio de 2018. Los principales obispos del país procesionan con el Santísimo en medio de una manifestación, gracias a lo cual se logra evitar una masacre policial. Los obispos piden al gobierno un adelanto electoral que apacigüe los ánimos de los ciudadanos tras el amaño de las elecciones de 2017.
- Julio de 2018. Seguidores del gobierno hostigan al obispo Silvio Báez, que resulta herido de levedad, cuando acudió a constatar las denuncias de violencia en la que habrían participado las fuerzas de seguridad del país.
- Agosto de 2018. Naciones Unidas emite un informe sobre la situación del país. Señalaba la existencia de una grave crisis de derechos humanos a raíz de las protestas sociales, que se han saldado con aproximadamente 300 personas fallecidas y 2000 heridas.
- Diciembre de 2018. Estados Unidos impone sanciones económicas al país.
2019-2022
- Abril de 2019. El obispo Silvio Báez se exilia a petición del Papa Francisco, tras las presiones del gobierno ante la Santa Sede.
- Julio de 2020. La catedral de Managua sufre un atentado, en forma de incendio.
- Noviembre de 2021. Ortega gana unas elecciones bastante corruptas. Venezuela, Cuba, Bolivia y Rusia son los únicos países que aceptan el resultado sin reservas.
- Marzo de 2022. El gobierno expulsa al nuncio del país.
- Mayo de 2022. El gobierno cierra el Canal 51, propiedad de la Conferencia Episcopal.
- Junio de 2022. El gobierno ilegaliza más de cien ONG´s, tanto confesionales como laicas.
- Junio de 2022. Las Misioneras de la Caridad son expulsadas del país. La razón que aduce el gobierno es que los dispensarios que atendían recibían donaciones del exterior y ese dinero se utilizaba para comprar armamento y desestabilizar el país. No se han presentado pruebas que corroboren esta acusación.
- Julio y Agosto de 2022. Varios sacerdotes son arrestados. El gobierno cierra 13 radios católicas.
Agosto de 2022.
- Monseñor Rolando Álvarez, obispo de Matagalpa, y principal denunciante de los ataques a los derechos humanos es arrestado en su residencia junto con otros sacerdotes y seminaristas.
- El gobierno acusa a organizaciones católicas de incumplir la ley contra el Lavado de Activos y la Financiamiento al Terrorismo. La razón es que entiende que los que ayudan a los opositores al régimen favorecen las divisiones, las protestas, la violencia y el terrorismo contra el estado.
- Los informes sucesivos de Naciones Unidas muestran la represión y falta de libertades en Nicaragua.
- El Secretario de la Pontificia Comisión para América Latina, Rodrigo Guerra, explica que hay una intensa labor diplomática en la sombra de la Santa Sede.