Cultura

El Corpus Christi: historia y tradición

Este jueves, 8 de junio de 2023, se celebra la fiesta del Corpus Christi, el Cuerpo y la Sangre de Cristo, una celebración que subraya la importancia de la Eucaristía en la Iglesia.

Loreto Rios·8 de junio de 2023·Tiempo de lectura: 5 minutos

Procesión del Corpus Christi en Kentucky ©CNS photo/Ruby Thomas, The Record

Hoy se celebra la fiesta del Corpus Christi, una tradición secular en la Iglesia que surgió en un momento de renovación eucarística con el deseo de redescubrir la importancia de la Eucaristía y la fe en la transubstanciación, la transformación del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo en el momento de la consagración.

Se trata de un acontecimiento esencial en la vida de la Iglesia, un sacramento instituido por Jesucristo en la Última Cena con el mandato de que la Iglesia lo continuase celebrando. En palabras de san Juan Pablo II, “la Iglesia vive de la Eucaristía” (de la encíclica Ecclesia de Eucharistia, n. 1).

El Corpus Christi se celebra tradicionalmente el jueves después al domingo de la Santísima Trinidad, aunque el festejo suele extenderse también al domingo siguiente.

Origen del Corpus Christi

La fiesta del Corpus Christi tiene su origen en la Edad Media y se celebró por primera en el siglo XIII en la diócesis de Lieja, ubicada en Bélgica, en concreto en el año 1246.

Entre otros milagros eucarísticos, tuvo lugar en esa época el de Bolsena (Italia), en el que una Hostia consagrada comenzó a sangrar mientras celebraba misa un sacerdote con dudas en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. La peculiaridad de este milagro es que, además de ser inspeccionadas por el Papa, las especies sacramentales fueron también revisadas por santo Tomás de Aquino, como indica la página web de milagros eucarísticos del beato Carlo Acutis.

El sacerdote era Pedro de Praga, que fue a Italia para solicitar una audiencia con el Papa. Este se encontraba en Orvieto con algunos cardenales y teólogos, entre ellos santo Tomás. A su regreso a Bohemia, Pedro de Praga celebró misa en una iglesia de Bolsena, donde ocurrió el milagro. Tras aprobar su autenticidad, el Papa decidió instituir la fiesta del Corpus Christi para toda la Iglesia, no solo la diócesis de Lieja, mediante la bula Transiturus de hoc mundo ad Patrem, en el año 1264. Además, encargó a santo Tomás la creación de la liturgia y los himnos a Jesús Sacramentado.

A partir del siglo XIV, la tradición del Corpus se fue afianzando, y se le añadió otro elemento: las procesiones, que fueron instituidas por el Papa Juan XXII en el año 1317. Estas procesiones tenían unas normas específicas, aunque todavía no incluían la procesión con la Hostia consagrada. Fue en 1447 cuando el Papa Nicolás V introdujo la procesión por las calles de Roma con la Eucaristía.

En España, la fiesta del Corpus comenzó a principios del siglo XIV. Se conservan algunos documentos que hablan de las primeras celebraciones y de cómo se llevaba a cabo la procesión. Por ejemplo, hay un texto del abad Alonso Sánchez Gordillo (1561-1644), de 1612, que cuenta cómo se realizaba la procesión con la custodia en Sevilla: “la custodia era llevada, por su gran peso, por doze hombres […] los cuales van vestidos con unas ropas de lienzo colorado, y van metidos debaxo de la cubierta de las andas” (Universidad de Almería).

La procesión y las custodias

Al convertirse en una fiesta tradicional y popular, la celebración religiosa del Corpus Christi también se vio salpicada poco a poco por elementos profanos: “danzas, representaciones teatrales, música profana, gigantes, cabezudos y mojarrillas -que divertían al pueblo con el ruido de vejigas hinchadas con piedrecillas-” (explica la Universidad de Almería). Especial relevancia tenía la tarasca, una representación de una serpiente gigante que solía encabezar el desfile.

Tarasca de Granada de 1760, conservada en Antequera. ©CC

Ante las protestas de algunos obispos, Carlos III prohibió los bailes, gigantones y otras manifestaciones profanas que acompañaban a la procesión en 1777 y en 1780.

Hoy en día, algunas de las procesiones conservan su recorrido antiguo, como es el caso de Sevilla: la ruta que la procesión seguiría por las calles se estableció en 1532 y es la misma que se realiza actualmente.

Otro elemento importante de esta celebración son las custodias, que suelen ser objetos valiosos y muy ornamentados. Cuando comenzó la tradición del cortejo procesional, la Eucaristía se llevaba en un arca, y no es hasta 1587 cuando comenzó a usarse la custodia para salir a las calles.

Algunas de las que se utilizan en nuestra época son muy antiguas. La custodia que se conserva en la catedral de Toledo y que se usa para la procesión del Corpus data del siglo XVI y fue fabricada por el platero Enrique de Arda; la de la catedral de Sevilla es de Juan de Arfe Villafañe, también del siglo XVI. Por su parte, la catedral de Valencia cuenta con la custodia más grande del mundo, con seiscientos kilos de plata y cinco de oro, además de piedras preciosas y perlas.

Tradiciones populares

La fiesta del Corpus también está salpicada por tradiciones populares locales en casi todas las regiones del mundo. En Perú la procesión viene acompañada por bailes tradicionales como La Danza de los Negritos, los Voladores de Papantla o los Quetzales.

En México existe la tradición de regalar mulas, debido a una antigua historia que cuenta que la mula de un hombre que se estaba planteando la vocación sacerdotal se arrodilló cuando pasó la custodia con la Eucaristía.

Por su parte, en algunas regiones de Panamá, especialmente en La Villa de los Santos y Parita, existe la costumbre de disfrazarse de demonios, que bailan durante la procesión y acaban rindiéndose ante Cristo Eucaristía y quitándose las máscaras. Estas danzas han sido declaradas Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por la UNESCO.

La Eucaristía en la vida de la Iglesia

Todas estas manifestaciones ponen de relieve en este día la importancia de la Eucaristía. En la encíclica de san Juan Pablo II anteriormente citada, Ecclesia de Eucharistia, el Papa, recordando la institución de este sacramento por Jesucristo, se pregunta: “Los Apóstoles que participaron en la Última Cena, ¿comprendieron el sentido de las palabras que salieron de los labios de Cristo? Quizás no. Aquellas palabras se habrían aclarado plenamente solo al final del Triduum sacrum, es decir, el lapso que va de la tarde del jueves hasta la mañana del domingo. (…) Del misterio pascual nace la Iglesia.

Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacramento por excelencia del misterio pascual, está en el centro de la vida eclesial. Se puede observar esto ya desde las primeras imágenes de la Iglesia que nos ofrecen los Hechos de los Apóstoles: ‘Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones ‘ (2, 42). (…) Después de dos mil años seguimos reproduciendo aquella imagen primigenia de la Iglesia”.

La Eucaristía, en definitiva, cumple una de las últimas promesas de Cristo antes de la Ascensión: “Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 20).

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