«Es cierto que los laicos están llamados principalmente a vivir su misión en las realidades seculares en las que están inmersos cada día, pero esto no excluye que tengan también las capacidades, los carismas y las competencias para contribuir a la vida de la Iglesia: en la animación litúrgica, en la catequesis y la formación, en las estructuras de gobierno, en la administración de los bienes, en la planificación y realización de programas pastorales, etcétera. Por eso los pastores deben ser formados, ya desde el seminario, en una colaboración cotidiana y ordinaria con los laicos, de modo que la comunión viva se convierta para ellos en un modo natural de actuar, y no en un hecho extraordinario y ocasional». Así se expresó, en una audiencia en el Aula del Sínodo en el Vaticano, el Papa Francisco dirigiéndose a los participantes en la Conferencia Internacional para los presidentes y referentes de las Comisiones Episcopales para los Laicos, promovida del 16 al 18 de febrero por el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida sobre el tema: «Pastores y fieles laicos llamados a caminar juntos».
«¡Es hora de que pastores y laicos caminen juntos, en todos los ámbitos de la vida de la Iglesia, en todas las partes del mundo! Los fieles laicos no son ‘huéspedes’ en la Iglesia, están en su casa, por lo que están llamados a cuidar de su propia casa. Los laicos, y especialmente las mujeres, deben ser más valorados en sus competencias y en sus dones humanos y espirituales para la vida de las parroquias y de las diócesis».
Bergoglio continuó hablando de la corresponsabilidad vivida entre laicos y pastores para superar dicotomías, miedos y desconfianzas mutuas, para poder dar testimonio cristiano en ambientes seculares como el mundo del trabajo, de la cultura, de la política, del arte, de la comunicación social. «Podríamos decir: laicos y pastores juntos en la Iglesia, laicos y pastores juntos en el mundo», dijo el Papa, destacando lo que considera el mayor problema de la Iglesia, «el clericalismo es lo más feo que le puede pasar a la Iglesia, incluso peor que en los tiempos de los Papas concubinos. El clericalismo debe ser ‘expulsado’. Un sacerdote u obispo que cae en esta actitud hace un gran daño a la Iglesia. Pero es una enfermedad que infecta: aún peor que un sacerdote u obispo que ha caído en el clericalismo son los laicos clericalizados: por favor, son una plaga en la Iglesia. Dejad que el laico sea laico».
El deseo del Papa es que sus palabras sean un ideal y una inspiración para ayudar en el camino, «me gustaría que todos tuviéramos en el corazón y en la mente esta hermosa visión de la Iglesia: una Iglesia empeñada en la misión y donde las fuerzas estén unidas y caminemos juntos para evangelizar; una Iglesia donde lo que nos une es nuestro ser cristianos, nuestra pertenencia a Jesús; una Iglesia donde entre laicos y pastores se viva una verdadera fraternidad, trabajando codo con codo todos los días, en todos los ámbitos de la pastoral».
En su discurso de apertura, el Cardenal Kevin Farrell, Prefecto del Dicasterio, explicó el objetivo de la conferencia: «Sensibilizar tanto a pastores como a laicos sobre el sentido de responsabilidad que nace del bautismo y que nos une a todos, y sobre la necesidad de una formación adecuada -tanto para pastores como para laicos- para que esta corresponsabilidad sea vivida efectivamente».
La perspectiva, añadió, es la de una «pastoral integrada» y de una «colaboración y corresponsabilidad positivas en el seno de la Iglesia, en todos los ámbitos de su competencia: en el ámbito de la pastoral familiar, en el ámbito de la pastoral juvenil y, más en general, como propone esta conferencia, con referencia a los fieles laicos».
En la base, según el prefecto, está la «superación de la lógica de la ‘delegación’ o de la ‘sustitución’: los laicos ‘delegados’ por los párrocos para algún servicio esporádico, o los laicos ‘sustituyendo’ a los clérigos en algunos puestos, pero también moviéndose aisladamente». Todo ello parecía reductor».
Según se desprende de https://www.laityfamilylife.va/, la Conferencia tiene sus raíces en la Asamblea Plenaria del Dicasterio de noviembre de 2019: en aquellos días, explicó el cardenal, «nos pareció percibir una renovada llamada del Señor a ‘caminar juntos’, asumiendo la responsabilidad común de servir a la comunidad cristiana, cada uno según su propia vocación, sin actitudes de superioridad, uniendo energías, compartiendo la misión de anunciar el Evangelio a los hombres y mujeres de nuestro tiempo».
Reforzando la intención, el Camino sinodal que entretanto se ha iniciado, situó la conferencia en el contexto del compromiso de toda la Iglesia de «caminar juntos».
La Iglesia, prosiguió, es un «sujeto comunitario» que sabe que tiene el mismo espíritu, el mismo sentimiento, la misma fe y la misma misión y, por tanto, constituye un verdadero cuerpo unitario: en este sentido no es una federación. Pero en este sujeto único no se anulan las personalidades individuales. Al contrario, cada uno en la Iglesia debe ser un sujeto activo: todos están llamados a aportar su contribución original a la vida y a la misión de la Iglesia, todos están llamados a pensar por sí mismos y a hacer fructificar sus carismas originales».
Tras citar fragmentos de la Lumen Gentium, que ya contenía «todo un programa de formación para los pastores en relación con los laicos, así como algunas indicaciones prácticas muy importantes», el Prefecto subrayó que «son muchos los ámbitos en los que los laicos son a menudo más competentes que los sacerdotes y las personas consagradas» y que «la presencia y la acción de los fieles laicos es de gran utilidad en la Iglesia incluso en actividades más propiamente ‘eclesiales’ como la evangelización y las obras de caridad» porque «incluso en estos contextos los laicos muestran no pocas veces un celo una capacidad inventiva y una valentía para explorar nuevas vías y probar nuevos métodos para llegar a los alejados que a menudo faltan en los clérigos, acostumbrados a metodologías y prácticas más tradicionales y menos «incómodas»».
La primera jornada, dedicada a la reflexión sobre la corresponsabilidad en el servicio pastoral, comenzó con una celebración eucarística presidida por el cardenal Marc Ouellet, Prefecto del Dicasterio para los Obispos. En su homilía, el cardenal invitó a meditar sobre «una nueva alianza» que está «tomando forma en el camino de la sinodalidad, una alianza restauradora y movilizadora». De la búsqueda de una mejor participación y colaboración entre pastores y fieles laicos están surgiendo avances significativos».
En su primera intervención, el P. Luis Navarro, Rector de la Universidad Pontificia de la Santa Cruz, ofreció a los participantes una reflexión sobre el fundamento y la naturaleza de la corresponsabilidad de los fieles laicos, así como su vocación y misión en la sociedad. «Los laicos son miembros de la sociedad civil: pero no un miembro pasivo de ella, sino un constructor de la misma, en la familia, en el trabajo, en la cultura, en el mundo ilimitado de las relaciones humanas, en definitiva, ese ser alter Christus, otro Cristo porque son miembros vivos de la Iglesia: llamados a ser el alma del mundo, como expresaba la carta a Diogneto», dijo.
Los cuatro testimonios que abrieron el debate plenario fueron ofrecidos por: Jorge y Marta Ibarra, de Guatemala, coordinadores de la Comisión Nacional de Familia y Vida de la Conferencia Episcopal; Paul Metzlaff, funcionario del Dicasterio con experiencia en la Conferencia Episcopal Alemana en el área de juventud y JMJ y como director de la Comisión de Clero, Vida Consagrada y Pastoral Laical; Sergio Durando, director de Migrantes en Turín (Italia); y Ana María Celis Brunet de Chile, consultora del Dicasterio que habló de su experiencia en el Consejo Nacional de Prevención de Abusos y Acompañamiento a Víctimas.
La segunda parte de la jornada comenzó con la ponencia de Carmen Peña García, profesora de Derecho Canónico de la Universidad Pontificia Comillas de Madrid. Reflexionando sobre los ámbitos y modalidades en los que se ejerce la corresponsabilidad de los fieles laicos, recordó que «desde la afirmación de la ministerialidad laical derivada del Bautismo y del principio de sinodalidad, es necesario seguir avanzando en la participación corresponsable de los laicos en la vida y misión de la Iglesia, de manera capilar: desde la intervención activa de los laicos en la vida de las parroquias hasta su participación normalizada en las estructuras del servicio eclesiástico, pasando por el desempeño, según su formación y competencia, de cargos eclesiásticos en la curia diocesana o en la misma Curia Romana, aportando a la actividad eclesial el aspecto y el estilo específicamente laical, cooperando en la progresiva «conversión – pastoral y misionera – de las estructuras eclesiásticas y ayudando a evitar «la tentación de un excesivo clericalismo» (EG 102).
El diálogo plenario continuó con el testimonio de Su Exc. Mons. Paolo Bizzeti. Mons. Paolo Bizzeti, Vicario Apostólico de Anatolia, quien relató la terrible experiencia que está viviendo el pueblo turco y sirio a causa del terremoto. La dolorosa experiencia, sin embargo -subrayó Mons. Bizzetti-, es también una oportunidad, quizá incomprensible en el momento inmediato, para comprender «lo que en la vida no es frágil, lo que no se derrumba; y lo que, por el contrario, es pasajero, lo que pasa».
Mons. Dario Gervasi, obispo auxiliar de Roma, habló de la corresponsabilidad en la pastoral familiar. Aleksandra Bonarek, miembro del Dicasterio, sobre su experiencia como juez laico en el tribunal eclesiástico de Polonia.
La amplia participación de los laicos en la vida de la Iglesia local de Papúa Nueva Guinea fue subrayada por Helen Patricia Oa: «A través de nuestra colaboración y apertura, empezando por el clero y los religiosos, aseguramos una participación más plena de los fieles católicos para que puedan reconocerse como miembros activos de una Iglesia viva en Cristo».
Por último, la francesa Leticia Calmeyn habló de la importancia de la colaboración hombre-mujer para la misión, insistiendo en la noción de corresponsabilidad no sólo en una relación de sacerdocio bautismal y ministerial, sino desde la triple vocación bautismal: sacerdotal, profética y real.
En el segundo día de la Conferencia, el tema central fue la importancia de la formación permanente para acompañar a todos los bautizados en el redescubrimiento de su vocación y carismas para que la corresponsabilidad sea real. Tras la celebración de la Santa Misa en la Basílica de San Pedro, presidida por el Cardenal José Tolentino de Mendonça, Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, los trabajos comenzaron con la intervención del Prof. Hosffman Ospino, que abordó el tema del día desde la perspectiva de los fieles laicos: para que la corresponsabilidad sea efectiva, es necesaria una adecuada formación de los laicos.
Gérald Lacroix, arzobispo de Québec, recordó también la necesidad de una formación que ayude a caminar juntos hacia el Señor, y en particular a «redescubrir el sacerdocio de los bautizados para que todos, católicos, ministros ordenados, miembros de la vida consagrada puedan participar eficazmente en la vida de la Iglesia».
Shoy Thomas, del movimiento internacional Jesus Youth, habló de la formación de los jóvenes: «Si la formación desempeña un papel importante en el camino pastoral, igualmente importante es el proceso de acompañamiento, la presencia de familias que abren sus casas a los jóvenes, la libertad concedida para cometer errores y aprender de ellos, animándoles y apoyándoles, ofreciéndoles oportunidades».
A continuación, Benoît y Véronique Rabourdin, franceses de la Comunidad Emmanuel, hablaron de la formación como acto transformador que da impulso misionero a las parejas entre sí y a las familias hacia otras familias. «No hay manera de llegar al corazón de los demás si permanecemos encerrados en nosotros mismos. La formación es también levantar los ojos, saber ver y responder con compasión a tantas necesidades»: así se expresó Andrea Poretti, argentina de la Comunidad de Sant’Egidio, sobre la formación permanente de todos los que trabajan en el campo social.
Por su parte, José Prado Flores, de México, centró su testimonio en la importancia del primer anuncio del misterio de Cristo, Salvador y Señor, para recomenzar en la formación de los bautizados que se han alejado de la Iglesia. En su intervención, el cardenal Matteo Zuppi, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, subrayó que es necesario iniciar una profunda formación de los pastores para que aprendan a alejarse de una actitud paternalista, porque «todos tenemos algo que aprender de la comunión entre nosotros, laicos y pastores».
Por último, la Subsecretaria Linda Ghisoni aseguró a los presentes que el diálogo -por parte del Dicasterio- continuará ciertamente en las relaciones ordinarias con las Iglesias particulares, animando a los participantes en la conferencia a convertirse en multiplicadores de este intercambio en sus propias realidades locales. A lo largo de los tres días, no faltó la oración por las víctimas del terremoto en Siria y Turquía.