Se acerca la fecha de inicio del Congreso Nacional Eucarístico. El 17 de julio de 2024 comienzan unos días de encuentro entre los católicos de Estados Unidos y Cristo. El ambiente de los últimos preparativos está disparado, pero los miembros de los equipos de organización todavía tienen tiempo de hablar acerca de este gran evento histórico.
Una de esas personas que tiene ganas de compartir lo que está ocurriendo para animar a la gente a participar en el Congreso Nacional Eucarístico es Jaime Reyna. Jaime es el responsable de multiculturalidad e inclusividad, pero tiene un largo recorrido participando en las actividades de la Iglesia. Ha sido director de las oficinas de Vida Familiar, Pastoral Juvenil, Pastoral Social y Pastoral Multicultural de la diócesis de Corpus Christi (Texas).
En esta entrevista, Jaime Reyna habla acerca de la organización del Congreso y de los frutos que espera ver de este encuentro de católicos a nivel nacional.
¿Qué ha sido lo más emocionante de participar en la preparación del Congreso Nacional Eucarístico?
– Trabajé para la diócesis de Corpus Christi durante dieciséis años y fui director de muchas de las oficinas y proyectos especiales del obispo. En esa época mi corazón anhelaba un cambio, pero yo no sabía cuál era. En ese momento, recibí una invitación para solicitar el puesto en la organización del Congreso Nacional Eucarístico. Lo que me pedían parecía imposible, pero eso me encanta porque en este tipo de trabajos es en los que puedes ver la mano de Dios.
Acepté sin dudar el puesto, porque este nuevo trabajo tenía que ver con la Eucaristía, que me encanta, y el motivo de este Congreso me conmovió, realmente quería ponerlo todo en este encuentro Nacional. Me hace mucha ilusión que yo, un humilde servidor, tenga un pequeño papel para aportar mis dones y talentos a esto.
¿Por qué era importante ocuparse de los recursos en español para el Congreso?
– Sobre todo después de haber sido director de la pastoral hispana durante varios años, me di cuenta de que la comunidad hispana en particular tiene hambre, pero también limitaciones a veces, porque no hay suficientes recursos en español para ayudarles a vivir su fe. Cuando me incorporé al equipo, supe que teníamos que hacer un esfuerzo para proporcionar tantos recursos en español como fuera posible. No hemos hecho el mejor trabajo, pero lo estamos haciendo mejor que antes. Estamos en una etapa mejor, pero tengo que decir que tuvimos un comienzo accidentado y no ha sido fácil.
¿Podrán los hispanos encontrar elementos de los países hispanoamericanos en el Congreso que les ayuden a acercarse a sus raíces?
– El reto para ello son el espacio y el horario, pero tendremos dos escenarios donde la gente podrá tocar y escuchar música tradicional. Estamos trabajando para que este evento sea lo más diverso posible a nivel cultural.
Creemos que la gente también verá un cierto ambiente de diversidad cultural en la liturgia. Por ejemplo, tendremos una misa vietnamita y otra española, y estamos haciendo todo lo posible para que los participantes en la procesión eucarística lleven sus atuendos tradicionales.
¿En qué están trabajando en el Congreso para que la multiculturalidad y la inclusividad estén bien integradas en la organización?
– Hice varias visitas a la zona de Indianápolis para invitar a las parroquias que tenían una comunidad multicultural a participar no sólo como asistentes, sino también a que, si alguna de ellos tenía dones y talentos que pudieran poner en práctica, colaboraran con nosotros. Queremos crear un ambiente de diversidad cultural, porque ése es el rostro actual de nuestra Iglesia.
También estamos haciendo un esfuerzo para que la comunidad de personas con discapacidades se sienta acogida e invitada. Nuestros hermanos y hermanas sordos o ciegos… Queremos que todo el mundo se sienta acogido.
Definen el Congreso Nacional Eucarístico como un “encuentro vivo con Cristo”, ¿en qué se va a traducir esto de forma concreta?
– No mucha gente tiene la oportunidad de acudir a un encuentro nacional para reunirse como un solo cuerpo, el Cuerpo de Cristo. Cuando se trata de la vida parroquial o diocesana, la gente ve el mundo básicamente desde sus zonas, y experimentar su fe junto a otros católicos de diferentes orígenes culturales va a hacer que vivan sus encuentros con Cristo de otra manera. Nuestra diversidad nos une en una sola fe, y poder compartir eso es hermoso.
¿Qué le gustaría que se llevaran a casa los participantes de esta experiencia?
– Esa es una de las cosas en las que está trabajando el equipo. No queremos que la gente sienta que va al Congreso y que ese es el final. En realidad, el Congreso es un comienzo, queremos que todos sepan que, al reunirnos, al renovarnos, podemos volver a nuestras comunidades y compartir el fuego del Renacimiento Eucarístico. Estamos llamados como misioneros y discípulos eucarísticos a tomar lo que aprendemos y experimentamos y compartirlo con los demás.
¿Qué le gustaría decir a la gente para que se animen a participar en el Congreso Nacional Eucarístico?
– Les animo a que lo vean así: este es un momento histórico. Hacía 83 años que no teníamos un Congreso Eucarístico Nacional. Por otro lado, cuando hablamos de la peregrinación eucarística nacional, tienen que saber que es la primera vez en nuestra historia que tiene lugar algo así. Eso en sí mismo también es una oportunidad.
Pero si alguien ha tenido alguna vez un momento de duda sobre su participación en el Congreso, quiero decirle que nuestros obispos, guiados por el Espíritu Santo, votaron para que esto se realizara antes incluso de conocer el presupuesto. Sabían que era necesario, que nuestra Iglesia lo necesitaba. Y nosotros, como laicos, tenemos que responder a esta llamada. Si muchos de nosotros nos reunimos unidos en la misma causa y fe, estaremos dando testimonio al mundo de nuestro amor por Cristo.
Creo sinceramente que este Congreso es la mejor inversión a nivel espiritual que podemos hacer.
Usted ha sido miembro de un equipo de Adoración Nocturna durante mucho tiempo, ¿por qué cree que es importante pasar tiempo orando delante del Santísimo Sacramento?
– Cuando estoy con Jesús, todo se aclara. Incluso en los momentos en que tengo dificultades, simplemente voy al Santísimo Sacramento y sé que, tenga o no respuesta, Él me está acompañando.
Formar parte de la Adoración Nocturna me retrotrae al tiempo en que los discípulos rezaban con Jesús, y es un honor dedicar aunque sea una hora del turno nocturno para poder rezar por todas las personas del mundo, por nuestra Iglesia, las vocaciones, por los moribundos…
Cuanto más tiempo paso en Adoración Nocturna más me gusta. Lo siento como una parte de mí.